En “Basta con vivir” nos habla de la posibilidad de superación y del crecimiento personal, cuando todo parece perdido y los trenes de la vida han pasado ya. Intensa y profunda, la novela avanza equilibrada a lomos de un narrador en tercera persona que focaliza el relato en un inteligente contrapunto entre la visión de las dos protagonistas: Pepa y Crina.
Un recurso que le permite a la autora no solo denunciar con valentía el drama de las mafias y la trata de personas en nuestro país, sino también ir un tanto más allá, para bucear en los mecanismos de la resilencia, el crecimiento personal y la fuerza de la solidaridad entre mujeres.
Carmen Amoraga confiesa que la historia que cuenta en “Basta con vivir” parte de dos hechos reales. “Escribo sobre lo que veo a mi alrededor. Yo nunca he escrito una novela de ficción, lo que hago es ficcionar la vida”, afirma la escritora valenciana a un grupo de blogueros en una tarde otoñal muy valenciana, por el calor que hacía.
Lo primero que hace Carmen Amoraga en el encuentro es contar como surgió la idea de la novela hace unos años. “La historia la he tenido en mi memoria varios años, cuando conocí a una mujer africana que había ejercido la prostitución de manera obligada, y no fue hasta las pasadas navidades cuando empecé a escribirla y la he terminado en un tiempo récord ya que justo el pasado día del Libro la terminé, a falta de las correcciones”, explica la escritora de manera concisa.
La escritora de Picanya recuperó la historia de esa mujer africana, que había conocido en la entrega de unos premios de una asociación feminista, cuando paseando a sus perros dio con una señora mayor que había bautizado a su pequeño chucho con el nombre de una persona. Allí se le presentó con claridad el personaje de Pepa, contrapunto de la descarnada historia de la joven muchacha obligada a prostituirse, y personaje central de esta novela. “Tengo que aclarar que ésta no es una novela sobre la prostitución y la trata de blancas. Es una historia de personas”, puntualiza de manera muy efusiva.
“Si no escribo, yo soy la principal perjudicada. Siempre voy con el ordenador a todos los lados por si tengo un momento para escribir”, reconoce Carmen Amoraga con una sonrisa en los labios y continúa diciendo “escribir me ayuda muchísimo. Yo creo que toda la literatura es de autoayuda porque pienso que leer ayuda a todo el mundo”.
Gracias a conseguir el premio Nadal, Carmen Amoraga ha llegado a muchísimos más lectores. “Creo que esta novela es la mejor que he escrito hasta el momento. La última siempre tiene que ser la mejor”, manifiesta. En suma, Carmen da lo mejor de sí misma como narradora en “Basta con vivir” para recordarle al lector que, a pesar de la crueldad y la maldad que anida en el corazón humano, no todo está perdido, porque lo que cuentan son los pequeños gestos o, en definitiva, los actos. Así como descubre Pepa, a lo largo de esta historia, que no hay nada más egoísta que la generosidad, pero que este tipo de egoísmo es el que cuenta y el que en verdad vale la pena.
En su opinión, “la gente arrastra muchas tragedias pequeñas, gracias a Dios”, dice. Quizá por eso, sus personajes suelen ser personas amargadas que soportan esas pequeñas tragedias diarias. “Yo siempre escribo sobre los mismo personajes. Aquellos que se caen y que se vuelven a levantar. Esos personajes a los que la vida los hacer cambiar la actitud pero no el carácter”, concluye la escritora que se enamoró de sus personajes.
Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969) es licenciada en Ciencias de la Información y ha trabajado para radio y televisión. Ha sido columnista en diversos medios como Levante-EMV, Cadena Ser, Cartelera Turia, Mujer hoy o Harper's Bazaar España. Ha sido asesora en relaciones con los medios de comunicación de la Universitat de València y actualmente es Directora General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana. Es autora de Para que nada se pierda (1997, II Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla), La larga noche (2003, Premio de la Crítica Valenciana),Algo tan parecido al amor (finalista del Premio Nadal 2007), El tiempo mientras tanto (finalista del Premio Planeta 2010), El rayo dormido(Destino, 2012) y La vida era eso (Premio Nadal 2014), entre otros.
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