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Manuel Longares publica "Las cuatro esquinas"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Manuel Longares publica en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores su nuevo libro Las cuatro esquinas. Cuatro relatos de treinta folios cada uno que se corresponden con la infancia, la adolescencia, la madurez y la vejez de un protagonista que no es otro que la propia España, como ente unificador, y sus propios habitantes.

España es el nexo de unión, la argamasa que une estos cuatro relatos, estas cuatro esquinas, como el juego de niños que se jugaba hace ya bastantes años, de la vida de alguien, de muchos alguienes que dan una visión entre real y surrealista de una España vivida y que palpita al ritmo que impone su autor, "son cuatro atmósferas, distintas, cómo yo captaba cada época, el olor de esas épocas", señala Longares.

Y lo dice a su forma y peculiar manera, entre la comodidad madrileña de Baroja y el surrealismo valleinclanesco, "a mí no me gusta viajar", afirma, por eso, sus obras suelen estar ubicadas en ese Madrid que conoce muy bien porque lo pasea cotidianamente y lo describe con precisión, meticulosidad y rigurosidad, dando detalles minuciosos para que encontremos la ubicación exacta y familiar de lugares donde habita o pasea.

El libro está escrito a su forma y manera y dice haberse sentido "muy cómodo" escribiéndolo, "prefiero utilizar los relatos y el libro es la unión de cuatro relatos, por lo que juntándolos es una novela corta", señala. Para el autor el cuento es una narración de diez páginas, el relato de treinta y la novela de más de 120 páginas. De ahí que su libro sea la unión de los cuatro relatos que lo conforman, pero siempre a su estilo, al estilo Longares.

La infancia se corresponde con la posguerra española, un tiempo donde la violencia falangista contrasta con las visiones sobrenaturales de una criada, con un denominador común, el hambre. La adolescencia, veinte años después, se desarrolla en la Facultad de Derecho de la Complutense, lugar que conoce bien Longares. La tercera historia se centra en los últimos estertores de la Dictadura, donde un policía secreta acosa a un joven católico. Y la última es la ancianidad, que está ubicada en nuestros días. La muerte de un compositor plantea en sus amigos de tertulia la cuestión de la trascendencia.

Manuel Longares juega con su edad, juega con su vejez, aunque su apariencia sigue siento la de un joven maduro, por eso su escritura la mantiene joven gracias a que siempre a hecho lo que ha querido, por eso se considera una persona afortunada, por tener amigos escritores. "El único éxito que tiene la literatura es poder seguir haciéndola", apunta el escritor madrileño y estamos seguros de que lo seguirá haciendo, porque es un escritor de raza, de raza española, de la raza del sainete, del clasicismo, porque para él denostar la tradición propia es una forma de ser esnobista, de una estupidez esnobista.

Su forma de entender la literatura es clara, para quien quiera entender el siglo XX remite a la lectura de Kafka, "él es el escritor por antonomasia de ese siglo", afirma rotundo y añade que "hay una cosa que me enerva y es cuando un escritor dice que se ha documentado para escribir una novela, la literatura es ficción. Tiene más fuerza que las cosas reales", sentencia.

Presentó al escritor Joan Tarrida, director de la editorial, quién dijo que "hay un claro estilo Longares, cuando se lee un texto suyo dices, esto es un Longares", que se nota en el uso estrafalario del lenguaje, en los curiosos nombres de los protagonistas. Después tomó la palabra el escritor Luis Mateo Díez, amigo del autor, que hizo una extensa radiografía de la obra de Longares, en la que se mostró orgulloso de su amistad y de la de Juan Eduardo Zúñiga, también presente en el acto. "Yo me he aprovechado de ellos y también de José María Merino", reconoció sin ambages el escritor leonés.

Para Mateo Díez, "Longares es un caso extremo, quizá el más extremado de cómo el escritor intenta reconocer los materiales de su escritura", explica. Que le lleva a una forma extremadamente personal y peculiar, entre la originalidad y el excentricismo de Valle y la línea más llana de la lengua y de la compasión de Baroja.

Después continuó explicando el desarrollo de esos cuatro relatos, que van de lo popular, del sainete y del género chico, a la sicalipsis de los que andan por las calles de Madrid. Si la genialidad consiste en unir por primera vez dos palabras, Longares lo consigue con soltura en su obra, según el escritor de Villablino, porque para él Longares, "es un escritor ruso", sentencia. ¡Qué mejor halago!

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