El libro es una evocación de la campiña húngara donde la autora pasaba sus veranos adolescentes
A modo de evocación en primera persona, viajamos hasta aquellos lugares de la campiña de Hungría en los que la joven pasaba sus veranos. Días celebrados de niñez y adolescencia donde todo se magnifica y el amor, filial y romántico, nos deja una profunda impresión en ese momento clave del paso a la madurez.
Un día que aparentaba ser normal en la vida de Beth de pronto se vuelve incómodo y triste al recibir inesperadamente un paquete postal. Su contenido le hará bucear en la memoria: una carta le informa de que su madre, de quien ha estado alejada durante mucho tiempo, ha fallecido recientemente. Con ella, un vistoso álbum de fotos titulado El libro de los veranos: fotografías recopiladas cuidadosamente por su madre que la transportan a aquellos siete maravillosos veranos que pasó en la campiña húngara cuando era niña. Sus padres acababan de separarse y ella tenía que repartir su tiempo entre dos países muy diferentes: el intenso y cálido verano con su admirada madre húngara y el resto del año con su reservado y pulcro padre inglés. Hasta el año que cumplió los dieciséis, cuando un descubrimiento desgarrador hizo que todo se tambaleara.
Ese álbum provoca que su estabilidad se precipite y que todos los esfuerzos por olvidar se difuminen de un plumazo. El pasado se hace terriblemente presente, tan vívido, doloroso y profundo como lo había sido siempre. Es entonces cuando Beth nos cuenta en primera persona todo lo que supone esa vuelta al pasado, ese mirar atrás que había evitado y que tanto le revolvía por dentro. Cada foto implica una vuelta a la adolescencia y a unos veranos que se presentan ante nosotros como verdaderamente inolvidables.
En un tono intimista, a veces poético e incluso musical (como solo los recuerdos imborrables pueden provocar), se desarrolla una historia que nos traslada en el tiempo. Pero sin estridencias, con la soltura de un texto que atrapa en su armonía de imágenes y silencios, de fotografías olvidadas y de momentos vividos. La autora, a través de su protagonista, intercala magistralmente sus vivencias y sentimientos presentes con lo vivido y experimentado durante esos veranos de la niñez, cuando todavía aceptaba ser llamada Erzsi. En cada capítulo, el presente y el pasado atrapado en una foto olvidada se entrelazan para devolvernos a ese despertar adolescente tan lleno de incertidumbres y en el que nos creíamos el centro del mundo, al menos del que nos rodeaba.
Con una escritura realmente rica y sugerente en estampas, recuerdos y sensaciones, la autora consigue hacernos partícipes de esas vivencias tan entusiastas de la protagonista. Logra hacernos ver a través de los ojos de una adolescente enamorada, situarnos en la mirada voluntariosa de una hija que admira y adora a su madre, sorprendernos con el descubrir continuo de paisajes impensados. Es entonces cuando la imaginación del apasionado lector termina por completar este abanico de impresiones.
Emylia Hall nació en 1978 y creció en la campiña de Devon. Es hija de un artista inglés y una bordadora húngara. Después de estudiar Literatura en las universidades de York y Lausana, Emylia trabajó durante cinco años en una agencia de publicidad londinense. Se terminó mudando a los Alpes franceses, y fue allí donde comenzó a escribir. Ahora vive en Bristol con su marido, que también es escritor. El libro de los veranos es su primera novela, inspirada en sus propios recuerdos de las vacaciones que pasó de niña en Hungría.
A Hall siempre le había atraído mucho la lectura y la escritura, y ya desde niña quería ser escritora. Pero solo cuando dejó su trabajo se lo planteó como un propósito serio. Mientras trabajaba en la estación de esquí de Portes du Soleil, el espacio y el tiempo de las altas cumbres le hicieron reordenar sus prioridades y decidirse a hacer camino en el mundo de las letras. Tras volver a Inglaterra con renovadas ambiciones, ganó varios concursos de cuentos y se dedicó a hacer algún que otro curso especializado, experiencias siempre encaminadas a mejorar su espíritu literario y creativo.
Una vez terminado El libro de los veranos y tras localizar a un avezado agente, Hall consiguió en poco tiempo publicar su novela en Reino Unido. Pero su verano realmente va a ser este, pues, tras España, su libro será publicado en Estados Unidos, Italia, Alemania, Holanda, Portugal y Suecia, entre otros.
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