Todos sabemos que la mala gestión del tiempo nos genera un estado de estrés permanente que nos causa enfermedades y nos impide disfrutar de la vida. Cuando la falta de tiempo se convierte en algo crónico, corremos de urgencia en urgencia renunciando a lo que de verdad es importante para nosotros, aplazando sin fin nuestras prioridades. Aunque parezca mentira, esto nos ocurre también ahora que estamos encerrados en nuestra propia casa, sobre todo si hacemos algún tipo de teletrabajo.
En el capítulo titulado “Por qué el tiempo es creatividad” en el que hablo sobre la importancia del vacío, cuento una fábula oriental en la que un hombre muy rico visita a un maestro de té célebre por su sabiduría. Mientras el visitante le explica todo lo que ha hecho y conseguido en la vida, el maestro de té va llenando su taza hasta que al final la infusión la rebasa y se acaba derramando sobre la mesa. Cuando el adinerado huésped le dice que pare de servir té, pues la taza ya está llena, el maestro le replica: «Llena está como lleno vienes tú de ti mismo. Así será́ imposible que aprendas nada».
Este cuento propio de las enseñanzas zen nos hace ver que si no se genera espacio libre, es decir, tiempo, no puede surgir nada nuevo. Y, sin embargo, si observamos las agendas de muchas personas, incluidas las casillas correspondientes a estos días de confinamiento obligatorio, parece que tengan adicción a llenar de actividades todo el tiempo disponible. ¿A qué se debe? Al horror vacui.
Esta expresión latina significa «horror al vacío» y tiene su origen en una creencia de la antigüedad según la cual el vacío no podía existir en el cosmos. En el ámbito del arte y la decoración, se habla de horror vacui cuando se tiende a llenar todo el espacio disponible, algo que ocurría en el barroco o en la tradición del arte musulmán. Las vanguardias del siglo xx criticaron mucho la costumbre de llenar todo el espacio disponible, y el arquitecto austríaco Adolf Loos llegó a afirmar en un célebre artículo de 1908 que «el ornamento es un crimen», algo propio de bárbaros y de personas carentes de estilo.
Yendo hacia atrás dos milenios y medio, en el poema XI del Tao Te Ching, el maestro Lao-Tse ya se refería al poder creativo de no llenar el espacio y el tiempo: Treinta radios convergen en el centro de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío
lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad.
Así como Loos consideraba que «rellenar» el espacio no casaba con la modernidad, una agenda atiborrada de cosas es un acto igualmente bárbaro, ya que eliminamos cualquier opción de improvisar, de crear algo nuevo. Volvamos entonces a la pregunta: ¿por qué el ciudadano moderno, que lleva un smartphone sin apenas botones, padece horror vacui en su organización del tiempo incluso cuando está encerrado en casa? Puede haber varios motivos.
Tal vez sea por una fijación equivocada por la productividad, entendiendo que solo lo «lleno» aporta valor, ignorando que lo «vacío» es la premisa de la innovación.
Quizá sea por la obligación autoimpuesta de complacer las expectativas de los demás. Si cada vez que alguien quiere algo de nosotros —lo cual se paga con tiempo— decimos que sí, nos quedamos sin ningún hueco para poder hacer otras cosas. Fijaos en cómo estos días nos anestesiamos con las redes sociales. Nos amparamos en una especie de obligación de alimentarlas con actividad cotidiana y no perdernos el último reto, y hacemos de ello una necesidad que nos genera una tremenda ansiedad. Esto es otra pandemia, valga la expresión, que nos afecta a todos y que tenemos que destruir antes de que ella nos destruya a nosotros.
En otros casos llenamos la agenda, y aquí quería llegar ahora que el Covid19 ha reducido nuestra movilidad, por el miedo al encuentro con uno mismo que promueve el espacio vacío. Tal vez sea esta la razón más importante del empacho de nuestra agenda, incluso teletrabajando o pasando el tiempo en casa. Mientras hacemos cosas, hablamos por whatsapp o en videochats compartidos, o vemos una serie en una tarde-noche de principio a final, no tenemos tiempo de pensar. Sabemos que si nos paramos a pensar, tal vez surjan preguntas incómodas que nos cuesta responder, y por eso evitamos el desafío llenando el tiempo de cualquier cosa. Sobre esta clase de horror vacui advertía Pablo Neruda: «Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas».
Por eso os propongo que afrontemos estos días de encierro necesario de forma consciente para tener esa cita pendiente con nosotros mismos. Sin duda saldremos reforzados y será una experiencia a todas luces enriquecedora.
Si quieres saber más, te invito a conocer el poder de las 12 leyes del Time Mindfulness. La atención plena estira el tiempo, lo importante requiere más atención que lo urgente, aplazar es una vía segura al fracaso, mejor hacerlo que anotarlo en una lista, simplifica y ganarás tiempo, el valor del tiempo depende de su calidad… Y, cómo no, el poder de esos microhábitos que tienen un gran poder transformador, los cuales podemos poner en marcha estos días con un esfuerzo mínimo. Estaré encantada de compartir todo ello contigo y atender tus preguntas a través de mis redes sociales.
Recuerda que, sea cual sea el momento de tu vida en que te encuentres, es el momento perfecto, porque también es el único que existe. Tu pasado no tiene por qué definir cómo va a ser tu gestión del tiempo en el futuro. Vive cada minuto desde el corazón. El mejor momento para empezar tu nueva vida, con confinamiento o sin él, es ahora.
CRISTINA BENITO es economista y diplomada en el Programa de Gestión Empresarial por el IE Business School. Durante dos décadas ha trabajado como asesora financiera para Morgan Stanley y como auditora del Gobierno de La Rioja. Viajera incansable, ha recorrido más de cincuenta países para explorar nuevas formas de salir adelante en el día a día. Su anterior manual práctico, Money Mindfulness, ha sido publicado en siete idiomas. Time Mindfulness sigue la misma estela de éxito internacional.
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