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Juan Carlos Ramchandani
Juan Carlos Ramchandani

SEMBLANZA DE LA INDIA

Por Roberto Carlos Miras Miras
jueves 07 de enero de 2021, 02:00h

Vamos a iniciar un viaje, no será aquí al lado, nos iremos a la India. Cogeremos el avión y llegaremos a Nueva Delhi, intentaremos llegar a Benares (Varanasi), bañarnos en el Gangés, que según muchos es el lugar sagrado por excelencia, en donde sus aguas purifican sus cuerpos desde la noche de los tiempos. Nos acercaremos desde la barrera a la obra de la Madre Teresa de Calcuta, nos iremos de la mano de Alberto Oliveras a su particular «Revolución silenciosa» y con él nos adentraremos en la obra del Baba o Father Ferrer. Y el profesor Ramiro Calle nos enseñara «El yoga y sus secretos» ese nexo de unión entre Oriente y Occidente.

Gita Dipika
Gita Dipika

La pantalla del ordenador está vacía, esta obsoleta, mientras la habitación está hasta los topes, llena de libros, hasta en donde debería haber alimentos, se encuentran los libros, por centenares. Cuándo alguien quiere escribir sobre este país la pregunta es ¿por donde empezar?

Ramiro Calle, experto orientalista y autor de dos excelentes guías «India del centro y del sur», junto con «India del norte» define a la India como: «Un país de extremos, de contrastes y de contradicciones. El país, por un lado, más espiritual del mundo y por otro el más materialista cuando hay ocasión para ello. Lo sagrado y lo profano caminan codo con codo y se entremezclan»

El académico Julián Marías recordaba uno de sus viajes a la India «Permanecí en la India, viajé por varias partes considerables del inagotable país, lo contemplé con avidez. En 1959, la India estaba estrenando su vida como nación, ya sin tutela británica. Me impresionó sobre todo, como rasgo capital la actitud de los indios ante la vida, lo que llamé ‘la aceptación de la realidad’. El occidental se siente casi siempre descontento frente a ella, tiene afán de mejorarla y modificarla, aunque sea destruyéndola. Tal vez el indio se quede corto ante esto, pero parte de una aceptación de lo real, que parece por lo menos el primer estadio razonable. De ahí el alto grado de felicidad que se advierte en un país con tantas dificultades»

SITUACIÓN

En el Asia Meridional, con 3.300.000 Km cuadrados y una población de más de mil millones de habitantes, que la convierten en la segunda después de China, se encuentra la India.. Es la democracia más grande del mundo, llamada oficialmente Bharat (Unión India). Con forma de triangulo está limitada al norte por Pakistán, el Tibet, Nepal y Bhutan, separada de ambos países por la gigantesca Cadena del Himalaya; al sur con el océano índico (a corta distancia de Sri Lanka); al este con Birmania, Bangla Desh y el golfo de Bengala; al oeste con el Mar Arábigo y el Pakistán Occidental. Sus ríos más destacados son el Ganges, el Yamuna, el Brahmaputra y el Indo. Dispone de descomunales montañas, extensas planicies, mesetas, desiertos y colosales llanuras. Su diversidad es excepcional.

ALGO MAS QUE INDEPENDENCIA

Era un revolucionario muy singular, Monadas Karamchand Gandhi. A su lado estaban sus gafas de montura de acero y, resplandeciente y limpia se encontraba la dentadura postiza que tan sólo utilizaba para comer. En un mundo abrumado por la violencia, Gandhi había propuesto otra vía, «la del ahimsa, la no violencia». Propagando esta doctrina, había logrado movilizar al pueblo indio para expulsar a Inglaterra de la Península. En Mohammed Alí Jinnah, a parte de su nombre y de que sus padres predicaran la religión de Mahoma, no había nada de musulmán. Bebía alcohol y no frecuentaba la Mezquita los viernes. Lograría ser más tarde el líder del futuro Pakistán. Dos hombres, dos destinos completamente diferentes. Jinnah se sentía incómodo en las masas de la India. Mientras que su rival hacía de su sencillez un culto, Jinnah adoraba la pompa.

Hindúes y Musulmanes, La India y Pakistán, lo que Gandhi nunca hubiera querido se produjo, la separación. De las ideas de Gandhi hoy en día poco queda, tan sólo, un liderazgo, un carisma... En la noche del 14 de Agosto de 1947 Jawaharlal Nehru, primer jefe de gobierno en el Parlamento indio, decía: «Hace muchos años establecimos una cita con el destino, y ha llegado el momento de cumplir nuestra promesa... A medianoche, cuando los hombres duermen, la India despertará a la vida y a la libertad. Se aproxima, un instante, un instante rara vez ofrecido por la Historia, en que un pueblo sale del pasado para encontrar el futuro, en que finaliza una época, en que el alma de una nación, durante largo tiempo sofocada, vuelve a encontrar su expresión»

Pero en todo esto nos hacemos una pregunta inquietante: ¿Porqué a Gandhi no se le concedió el Premio Nóbel siendo el mayor representante de la Paz?. Menuda pregunta. Cientos de documentos conservados en una minúscula caja, en los sótanos del Instituto del Nobel en Oslo, y facilitados a la agencia Reuter tras cincuenta años de dormir en el secreto, muestran que Gandhi fue nominado para el Nobel de la paz en 1937, 1947 y 1948, pero nunca llegaron a darle el galardón. Los archivos revelan que Gandhi fue preseleccionado en 1947 frente a otros cinco candidatos cuyos nombres, hoy en día, parecen quedar lejos de lo que el noble pacifista hindú representaba; Sir Alfred Zimmern, Natanael Berksow, Edvard Beles y Eleanor Roosevelt, además de un grupo pacifista cuáquero que ese año recibió el galardón. En 1948, el comité del Nóbel fue bombardeado con nominaciones a favor de Gandhi pero su asesinato se produjo dos días antes del 1 de Febrero, fecha limite para la presentación de las candidaturas. En ese año el premio quedo desierto y el comité emitió un comunicado en el que afirmaba que: «No había ningún candidato vivo elegible» pese a que los estatutos de la época permitían conceder un Premio Nóbel póstumo.

LOS AÑOS HAN ...

Desde entonces. Indira Gandhi que llegó al poder en 1966 recurrirá a las enseñanzas de Gandhi cada vez que las necesitó. Es conocida una foto en donde se ve a una pequeña Indira Gandhi acompañando al líder de la «No violencia». Sobre la India, Indira Gandhi decía: «No ha sido nunca un país fácil de comprender. Quizás sea demasiado profunda, contradictoria, y poca gente en el mundo contemporáneo tiene el tiempo o la predisposición para ver más allá de lo obvio»

SUS GENTES

La variopinta religiosidad en la India nos muestra un mosaico de creencias: hinduistas un 83%, un 11% musulmanes, entre católicos y protestantes un 2%, los sijs en torno al 1,8%, jaínistas y budistas el 1% respectivamente y los parsis y los judíos el 0,4% haciendo un esquema muy resumido. Hay que tener en cuenta que en la India existen desde arios todavía puros (en el Punjab) a Bengalíes (cruce de mongoles y drávidas), afganos, lepchos, bhotias, tibetanos en general, euroasiáticos, beluches, árabes y europeos. Es un país en donde existe una gran diversidad de razas, costumbres, formas de vida, lenguas, castas y más de trescientos dioses y diosas. Dicha diversidad, por un lado, la enriquece enormemente y, por el otro, es también su máxima dificultad en cuanto al orden y al progreso.

Y DE ESOS

Mil millones de habitantes mas de cien millones son dalits (intocables). Se hablan catorce lenguas oficiales, mil lenguas no oficiales e innumerables dialectos. Existen grandes ciudades pero el 70% de la población vive esparcida en mas de seiscientas mil aldeas. «Cuando vas a la India intentas mezclarte con las gentes, eres uno más. Tan sólo estas ahí”. Estas palabras podían haber estado sacadas de una novela, o de un gran documental que nos acercara a este país. Recuerdo la anécdota de un fotógrafo que suele ir a la India una vez al año. Cuando llega, lo primero que hace es dar su ropa nueva y cambiarla por otra. Coge su cámara de fotos y comienza a caminar: “Si vas de un lado a otro, si hablas con las gentes, es una forma de conocer la India. Ahora bien, si vas en plan cómodo te pierdes la dulzura de la India».

Los indicadores sociales son muy tristes: al menos un 36,7% de los mil millones está hundido en la pobreza; el 53% de los niños menores esta mal nutridos y el 48% de la población adulta es analfabeta. El sistema de castas, aunque teóricamente eliminado por la constitución de 1950, sigue impregnando toda la realidad social y económica. Desde hace miles de años el libro sagrado de Las Vedas establece una división social, según la cual, a cada casta le corresponden unas determinadas prerrogativas y humillaciones. Según el Jati o nacimiento hay Brahmanes (sacerdotes), Kshatriyas (guerreros), Vaisyas (comerciantes) y Sudras (Obreros); en este sombrío panorama, hay un nuevo rayo de esperanza: la designación de presidente de la India de un intocable, K. R. Narayanan. Nacido en una familia de intocables, la más inferior de las castas en la que está dividida la sociedad hindú, un 27 de Octubre de 1920 en Uzhawoor, un pequeño pueblo del estado de Kerala. Los hindúes de las demás castas estaban convencidos de que los intocables eran tan impuros que tan solo el roce la sombra de uno de ellos los contaminaba. Los intocables son fácilmente identificables, según la religión hindú, por ser quienes retiran los cadáveres de los animales de las calles o quienes cargan con la basura...

LOS CHOQUES RELIGIOSOS

A pesar de la rampante corrupción, los choques religiosos, la suciedad o la destartalada red de infraestructuras, la India tiene buenas razones para confiar en su futuro: un subcontinente que es ya capaz de alimentar a todos sus habitantes; que lanza satélites; que su economía crece a un ritmo anual del seis por ciento desde que en 1991 se inyectasen importantes dosis de liberalismo en su tejido productivo; y que cuenta con grandes especialistas en informática. Se ha duplicado la esperanza de vida y triplicado el número de adultos alfabetizados. Dispone de una prensa y de un sistema judicial independientes. Maneka Gandhi, esposa de uno de los hijos de Indira Gandhi escribía: «Es un país de contradicciones la India. En donde coexisten diez mundos diferentes, religiones, estados distintos y lenguas. Tienen ustedes que desarrollar una sensibilidad distinta. No venir con prejuicios». Oímos hablar de Jerusalén, de Roma, o de Santiago de Compostela. Sin embargo, Bénares es el primer centro de peregrinaciones del mundo. Bajando a las orillas del Ganges, se siente uno tan perdido como en una masa. Para un hindú el morir a la orilla del Ganges equivale a coger un pasaporte para el nirvana -es la aspiración suprema-. Sus calles están abarrotadas de mendigos y peregrinos. Durante más de 2500 años Benarés ha atraído a peregrinos y eruditos de todos los rincones de la India. Sabios como Buda, Mahavira y Shankara vinieron aquí a impartir sus enseñanzas. Familias enteras llegan en peregrinación para traer las cenizas de un pariente difunto y arrojarlas al Ganges. En la India existen multitud de dioses; es fundamental que lo Divino, el Dios supremo (sólo puede haber un Dios), pueda representarse por medio de una gran variedad de formas. El hecho de que existan tantos dioses, no quiere decir que disminuya en nada su fuerza o significado. Cada uno de ellos, les sirve como una lente especial a través de la cual pueden ver claramente el conjunto. Lo absoluto. Y entre los muchos personajes que divulgan el amplio conocimiento indio nos encontramos con Juan Carlos Ramchandani que junto a un número de personas han creado la Federación Hindú en España. Un centro en donde las palabra divulgación e información hacen acto de presencia. Con catorce libros en su haber Ramchandani recorre la geografía española donde la palabra encuentro es una de sus señales de identidad. Y esas otras palabras ya muy mañidas por otros. Acercar Oriente a Occidente. En estos momentos se encuentra inmerso en la presentación de su nueva obra «Gita Dipika» Luz sobre el Bhagavad gita. Un estudio muy completo en torno a la Sabiduría y el Conocimiento que ya se puede encontrar en diferentes puntos de España. Y otro volumen que recorre también las pasiones que este pais y su cultura nos trasmiten es «India. Una pasión compartida» en donde un grupo de autores de distintos lugares establecen ese paralelismos entre la narración y en ocasiones sus propias vivencias. (La línea del horizonte) junto a los Amigos de Odisha. «Un paseo por la siempre asombrosa complejidad de la cultura de la India en compañía de grandes viajeros y escritores de otras épocas junto a especialistas de hoy y otras épocas»

ECONOMIA

Lo apuntaba el analista Martín Woollacoot, del diario británico «The Guardian», «La liberación económica es otro lamento de los indios. Si la India hubiese tomado antes el camino del capitalismo, en vez de pensar en ideas socialistas, el país estaría mas desarrollado». Siempre ha sido el crecimiento económico un objetivo en la India, pero preguntamos ¿de qué tipo y a que precio?: «Es una vergüenza que seamos el décimo de los países más pobres del mundo y uno de los más corruptos” declaraba el prestigioso escritor Kuswanta Sing. Quizás los pobres se están convirtiendo en menos pobres, pero la gente bien, se está convirtiendo desmesuradamente en más rica aún. Si la necesidad de crecer es obvia, también lo son sus peligros. Tal vez la India no sea como los tigres asiáticos, pero como decía Kipling «Los elefantes no galopan. Avanzan a distinta velocidad. Si un elefante quisiera coger un tren no galoparía, pero cogería el tren»

RABINDRANATH TAGORE

En septiembre de 1937, cuando el poeta bengalí Rabindranath Tagore tenía 76 años, cayó enfermo. Mientras llegaban los médicos de Calcuta, fue solicitada la presencia de un médico británico. Tras muchos ruegos acudió y, después de examinarle preguntó gruñón: ¿el señor Tagore entiende el ingles? El señor no sólo entendía el inglés, si no que era uno de quienes lo hablaban con más propiedad en el mundo, a pesar de que lengua natal era el bengalí. La escritora Harriet Monroe opinaba que el inglés de Tagore era mucho «mejor que el suyo» Así estaban las cosas. Esa tensión existente entre dos imperios. Tagore cuyo premio Nóbel celebrara Inglaterra en 1913 como si fuera un premio propio otorgado a través de una colonia, era ya un desconocido para los ingleses que vivían. No hay que extrañarse de que diez años más tarde lograra la independencia tras 190 años de dominio británico. Winston Churchill, decía en 1931: «La perdida de la India asestaría a Inglaterra un golpe fatal y definitivo. Haría de ella un país insignificante»

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