El escritor muniqués lleva publicadas doce novelas en su país, muchas de ellas traducidas a otros idiomas, en España había publicado, aunque pasó prácticamente desapercibida, “La hija del verdugo”, que trata sobre un tema que conoce de primera mano porque sus familiares fueron verdugos. Los Kuisl, ejercieron su singular oficio en Alemania entre los siglos XVI y XIX. La saga “Die Henkerstochter” está compuesta de ocho novelas, siendo la primera de ellas la referida anteriormente. De la saga “Die Faustus” lleva publicados dos volúmenes y de esta nueva serie denominada como su nuevo libro lleva publicadas dos en Alemania. Esperemos que el éxito le acompañe y se sigan traduciendo sus novelas porque son más que interesantes. En esta ocasión, Oliver Pötzsch compone un thriller histórico vertiginoso que se centra en los inicios de la criminalística. “Todo el mundo supone que esos inicios son cosa del FBI o del CSI, nada más lejos de la realidad. A finales del siglo XIX nacieron y se desarrollaron nuevas teorías y nuevos métodos científicos que cambiaron para siempre el mundo de la investigación criminal. Uno de los grandes temas de la novela es el enfrentamiento entre esta nueva forma de investigar y los métodos obsoletos de la policía vienesa”, explica. En 1883, la policía francesa empezó a utilizar un nuevo método de identificación creado por Alphonse Bertillo: la antropometría. Entre 1892 y 1893, sir Francis Galton determinó los patrones de las huellas dactilares, quien verificó que son inalterables durante toda la vida. Pero fue en Austria, en el año 1893, donde se sentaron las bases de la nueva ciencia criminalística. El juez Hans Gross reunió todos sus conocimientos y experiencia en el “Manual para jueces de instrucción como sistema de criminalística”. Libro que siguen utilizando en el FBI y otras agencias, obviamente actualizado. Es justo en ese año cuando se desarrolla la trama de “El libro del sepulturero”. Oliver Pötzsch busca en todas sus obras la verosimilitud, “si no es así, mi mujer que es la primera lectora me lo dice. Siempre procuro escribir buenas historias mezclando personajes inventados con otros históricos. Al inspector, Leopold von Herzfelt, me lo he inventado, pero reconozco que me he basado en algún personaje de la serie más vista de la televisión alemana Tatort (La escena del crimen), cuenta en un excelente inglés, otros muchos son personajes históricos. “No basta con demonizar el antisemitismo, hay que entenderlo para luchar contra esa lacra”Viena siempre ha sido un centro cultural muy importante y en la novela es un protagonista más de la misma, hasta tal punto que el autor quiere que sepamos cómo olía la ciudad o qué comían sus habitantes. “A finales del siglo XIX era un ejemplo de ciudad y un modelo para otras. La transformación había sido muy importante en esos años y he querido dejar constancia de cómo se produjo. Pero una de las lacras de la ciudad fue el aumento del antisemitismo. De ahí que mi protagonista tenga raíces judías y su jefe y antagonista sea todo lo contrario”, expone con convicción. Los dos personajes son polos opuestos. “Había un aumento del antisemitismo por todas partes. Creo que no vale sólo demonizarlo. Hay que explicarlo para entenderlo, para saber de dónde viene y poder luchar contra esa lacra”, dice el autor que ha utilizado una gran documentación para escribir la novela. “Como periodista que soy, el trabajo de documentarme me es muy familiar y estoy acostumbrado a ello. No me puedo imaginar escribir un libro sin documentarme”, añade.
“Creo que un buen thriller tiene que empezar como un terremoto, por eso comienzo con la historia de una persona que entierran viva. Es uno de los mayores miedos que tenemos los humanos. En los demás capítulos, es bueno que el lector no sepa cómo van a acabar. Lo importante es que el lector quiera seguir leyendo el libro y no lo abandone”, indica el autor alemán que reconoce que se ha perdido en alguna ocasión por el Cementerio Central de Viena. “Hay muchas personas que se apuntan a hacer una visita al cementerio”, subraya con una sonrisa irónica. Oliver Pötzsch es un escritor que piensa en imágenes y eso lo traslada a las escenas que escribe. “Muchos lectores me preguntan si mis libros se van a llevar al cine. Ya me gustaría, pero de momento solo estamos en conversaciones”, apunta y continúa diciendo que “en mis novelas siempre sigo las tres condiciones indispensable para escribir un buen libro que son: conflicto, conflicto y… conflicto. Todas las novelas funcionan así. Voy buscando el conflicto en todas partes”. Para finalizar quiere puntualizar que “en mi novela quería tener a una mujer como protagonista, ayuda a que se comprenda mejor la trama gracias a su punto de vista, pero en aquella época no estaba permitido para las mujeres ser policías, por eso la hice telefonista”. La noche también juega un papel importante en el libro. Para Oliver, “la noche es el momento del miedo”. De ahí que aconseje leer la novela por la noche, a ver quién es el valiente que lo aguanta. Puedes comprar el libro en:
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