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"Don Blas de Lezo. Biografía de un marino español", de Gonzalo M. Quintero Saravia

EDAF. (8ª Edición) 2021
martes 25 de octubre de 2022, 17:00h
Don Blas de Lezo
Don Blas de Lezo

Tal como indica el autor, el prof. Quintero Saravia, el genial guipuzcoano Blas de Lezo, nacido en Pasajes de San Pedro en 1689, durante el reinado del último de los Habsburgo, Carlos II “el Hechizado”, era hasta hace muy poco tiempo, casi un desconocido en las Españas, salvo para los historiadores muy eruditos, y considerado con cierto tufo de crítica en la América Hispana; hoy la cuestión ha cambiado, y para ello está este magnífico libro biográfico sobre uno de los grandes militares hispanos de la Edad Moderna.

No obstante, si fuese británico tendría hasta una estatua de tamaño colosal, y figuraría en el conocimiento global; pero es un hispano, y ese complejo de culpa y de anhistórica leyenda negra todavía campa por algunas conciencias de españoles. Este libro, que presenta su fenomenal 8ª edición, deja las cuestiones rituales historiográficas en su sitio. «La vida del general de la Armada española, don Blas de Lezo y Olavarrieta, tiene todos los ingredientes de una novela de aventuras: un protagonista de recio carácter que no se doblega ante la adversidad y que como prueba de su valor fue dejando en la mar pedazos de su cuerpo; batallas navales contra piratas en la mar del Sur; y con envidias y maniobras palaciegas en la corte de un rey loco. Un marino que combatió en el Mediterráneo, el Atlántico, el Pacífico y el Caribe hasta convertirse en el decisivo defensor de Cartagena de Indias ante el ataque de una descomunal fuerza inglesa que pretendía controlar las rutas comerciales de las colonias españolas. Esta biografía de Blas de Lezo, basada en una amplia investigación en archivos de varios países y cuya anterior versión fue en su día distinguida con una mención de honor por la Armada española, relata uno de los episodios más destacados de la centenaria rivalidad entre España e Inglaterra por el dominio de los mares».

Contra todo pronóstico, la populosa urbe de Cartagena de Indias resistió el ataque de los ingleses. Con únicamente seis navíos de guerra y poco más de tres mil soldados pudieron frenar los ímpetus de un ejército diez veces superior. La prepotencia inglesa no encajó esta derrota, y a continuación trataría, con la siempre simpar ayuda de los españoles, que vilipendian a sus mejores ciudadanos, de que ese hecho se conociera lo menos posible. «Este feliz suceso no esperado según lo consternada que estaba la tropa, no debemos atribuir a causas humanas si no a las misericordias de Dios, por que en lo natural debían con la fuerza que trajeron, y la poca que había en el cerro, haberse hecho dueños de él». Las tropas inglesas estaban mucho más sorprendidas; el vicealmirante Edward Vernon estaba claramente enrabietado, intentando conocer cómo explicaría ante su exigente gobierno aquel desastre. Sea como sea, Vernon siguió durante más de un año navegando por el mar Caribe, que hasta ese momento era un mar absolutamente de dominio español, buscando algo que conquistar y así lavar su honor; lo que no consiguió, por lo que en septiembre de 1742 recibió, por medio del capitán Fowke y su fragata Gibraltar, la orden de presentarse en Londres ante el gobierno de Su Majestad Jorge II de Hannover.

El 14 de enero de 1743 ya estaba ante las costas británicas, donde: «…el gran Vernon llegó a la patria, pero no encontró las iluminaciones y fuegos artificiales con que en otra época prometía ser recibido, …ha sobrevivido a su popularidad». El fracaso ante la preciosa urbe hispanoamericana de Cartagena de Indias había sido de dimensiones colosales, con pérdidas de vidas y de armamento muy importantes. Los muertos británicos se elevarían a cuatro mil quinientos, aunque a estos seres humanos el orgullo británico solo los consideraría como carne de cañón. Además de perder: 6 naves incendiadas, y de 17 a 20 tan averiadas que serían imposibles de reparar; el resultado nefasto de esta derrota conllevó que los británicos se vieran en la obligación de dedicar el resto de su marina a la defensa de las Islas Británicas. Nunca jamás se atrevieron los orgullosos británicos, sobre todo la habitual prepotencia inglesa, a preparar una expedición a gran escala para atacar a las posesiones españolas en Hispanoamérica.

Se equivoca el prof. Quintero Saravia en lo relativo a que fuese Joseph Göbbels el inventor de la tan manida frase de que: «una mentira repetida con convicción el número suficiente de veces acaba por convertirse en verdad»; ya que la mentira o la calumnia como arma política y social a utilizar, aparece en la obra de Beaumarchais, ‘El Barbero de Sevilla’, y consiguientemente en las óperas, bien de Paisiello, de Rossini o de Mozart. A continuación, el utilizar esta frase o similar, más que justificada por él para la argumentación política, fue realizada por uno de los grandes criminales políticos de la historia, es decir Vladimir Ilich Ulianov ‘Lenin’. Vernon tuvo la mala suerte de que a bordo de uno de sus barcos fuese el joven Tobias Smollett quien, sin ambages, relató en su obra ‘Roderick Random’ todo el horror de la expedición y el repugnante trato otorgado por Vernon a los heridos, y las condiciones infrahumanas a las que se vieron sometidos los tripulantes y la tropa. Entonces, conocida, la burda mentira y la farsa sobre la pseudovictoria de ese militar inglés, el pueblo británico se volvió contra él, ensañándose contra su falsedad; ya que había indicado que había ganado la guerra e, incluso, se habían acuñado medallas conmemorativas de lo que, en realidad, no había existido nunca jamás.

En el bando de los españoles, los muertos habían sido unos 600, pero estos soldados se podían substituir con las casi inagotables reservas de los hispanoamericanos. No obstante, lo más grave era la destrucción sistemática de los fuertes y de los castillos de la bahía, que dejaban a la ciudad desguarnecida frente a cualquier otra aventura similar; por ello tratará, el genial Blas de Lezo, de que el virrey Eslava y la Corona (Felipe V de Borbón) subsanasen estos hechos. Estamos ante una obra extraordinaria, sobre un personaje fuera de serie. Hasta aquí mi modesto, pero entregado análisis sobre un volumen literario histórico que merece lo mejor de los parabienes, y del conocimiento de todo el máximo de lectores hispanos a ambos lados del Atlántico. ¡Extraordinario! «Virtus et vitium sunt contraria. ET. Ab imo pectore».

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9788441436398
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