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"Manual de estoicismo. Sabiduría estoica para el lector actual", de Epicteto (Prólogo, traducción y notas de Óscar Martínez García)

EDAF. (2ª edición) 2022
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 04 de noviembre de 2022, 17:00h
Manual de estoicismo
Manual de estoicismo

Estamos ante un volumen sumamente interesante, referido a uno de los filósofos estoicos más conspicuos; lo paradójico es que su vida transcurre durante el período del principado imperial de Nerón, extraña época donde ocurrió de todo y poco bueno. La degradación familiar del trono imperial de la dinastía julio-claudia ya era más que evidente.

«A través de las cincuenta y tres piezas que componen el ‘Manual’, Epicteto –crecido como esclavo en la turbulenta Roma de Nerón- nos ofrece los principios de la filosofía estoica, corriente de la que, junto al emperador Marco Aurelio y el filósofo Séneca, es su máximo representante. Por medio de unas reflexiones afiladas y certeras y un lenguaje claro y sin concesiones, Epicteto nos propone la ética estoica como un punto de partida en la búsqueda de la tranquilidad de ánimo y de la felicidad. La unión entre la reflexión moral y su vertiente práctica que se produce en el ‘Manual’ y en las dos piezas de sus diatribas incluidas en este volumen (Cómo actuar ante los tiranos y Contra los conflictivos y salvajes) contribuye a que el estoicismo sea percibido como una corriente filosófica capaz de influir en las acciones del día a día».

Epicteto nació en Hierápolis, una polis situada en la provincia romana de Frigia, en lo que hoy es el Asia Menor. Sería esclavo en Roma, a donde fue enviado en su infancia, tras tiempo allí alcanzaría la situación social de liberto, y donde lo sería de Epafrodito, el notorio liberto-secretario del emperador Nerón. Recibiría enseñanzas de filosofía del maestro del estoicismo Musonio Rufo. El emperador Domiciano, de la dinastía Flavia, lo desterró por medio de un decreto del año 89 d.C., fundando una escuela de filosofía en Nicópolis, hacia el año 94 d.C. Entre sus alumnos o seguidores se contarían desde el emperador Adriano, hasta el militar y polígrafo romano Arriano, quien transcribió las lecciones filosóficas de Epicteto bajo el título de ‘Diatrabaí’. Los tres filósofos estoicos más paradigmáticos serían: Lucio Anneo Séneca, el propio Epicteto, y el mismo emperador Marco Aurelio.

«Todo problema tiene dos asas, una que lo hace llevadero y otra no llevadero. Si tu hermano es injusto contigo, no lo tomes por el lado de ‘es injusto’ (pues esa es el asa que lo hace no llevadero); sino más bien por el de ‘es mi hermano’, ‘nos hemos criado juntos’, y así lo tomarás por el lado llevadero». El que hubiese sido esclavo siempre debió ser un baldón en la biografía del propio filósofo Epicteto, donde todas las fechas que delimitan su existencia cronológica aparecen muy borrosas. Es muy curiosa la cita que se realiza, en la obra de Diógenes Laercio sobre las opiniones de filósofos ilustres, en la que se refiere que Epicteto calificaba de pornógrafo a Epicuro, siendo el epicureísmo la teoría moral que identifica el placer con el bien. El filósofo estoico nació como esclavo hacia el año 50 d.C., o bien fue vendido por su familia en la niñez; su nombre significa ‘ADQUIRIDO’. Asimismo, estaría presente en el suicidio del emperador Nerón, en el año 68 d.C. Epicteto cita, de una forma muy ambigua, al gran y poderoso liberto-secretario del emperador citado. El nítido rechazo hacia Epafrodito está fundamentado en un hecho, que hoy sería considerado grave, y de una clara tortura hacia un esclavo. Por algún motivo no citado, Epafrodito castigó retorciendo la pierna a su esclavo hasta que se la rompió, de esa manera Epicteto sería ya cojo de por vida. “¿No te decía yo que me la ibas a romper?”. La escuela filosófica del estoicismo había sido fundada, en Atenas, en el ‘pórtico decorado’ o ‘poikíle stóa’; siendo Zenón de Citio quien comenzaría a impartir las enseñanzas de esta nueva teoría filosófica llamada estoicismo, hacia el año 312 a.C.; esta nueva filosofía se centraba en la ética o moral y en la idiosincrasia interiorizada del ser humano, sin dejar de lado todo lo que rodeaba al hombre, como los influjos cosmológicos, físicos y metafísicos.

«Dicho de forma inevitablemente apresurada, la doctrina estoica sostenía que el universo (la naturaleza) está controlada por un logos identificado con la divinidad, y que todo lo que ocurre está de acuerdo con dicha razón divina, de manera que el hombre ha de aspirar a vivir en armonía con la naturaleza, aceptando que las cosas suceden justo como suceden. Adicionalmente, en el hombre residiría cierta porción del fuego divino que igualaría a todos los seres humanos».

Musonio Rufo trataba de imbuir a su alumno, esclavo en ese momento de su devenir vivencial, que ese estado social en el que se encontraba no era una marca de estatuto social denigrante, sino que debería ser contemplado desde el plano intelectual. De esta forma, el joven Epicteto, se iba a sentir libre intelectual e interiormente, y así ya estaría preparado para cuando le llegase la libertad legal y externa, por medio de la manumisión, y estuviese preparado para asumirla. Y, en efecto, así sería, hasta tal punto que cuando ya era un filósofo afamado y respetado, se vería concernido y afectado por el bando de expulsión promulgado por el senado del emperador Domiciano, en contra de la existencia romana de filósofos y de astrólogos.

Sería, por consiguiente, más que necesario poder trabajar, para enseñar y subsistir, y en estas condiciones, Epicteto, fundaría una escuela en Nicópolis, polis fundada en el pasado por el Emperador César Augusto, para conmemorar su victoria sobre Marco Antonio en la batalla naval de Accio; la ciudad significa ‘ciudad de la victoria’, por el nombre de ‘NIKÉ’, diosa helénica de la victoria; y que no tiene nada que ver con la falsa y ridícula pronunciación anglisizada de este vocablo divino. Sus discípulos se henchían de valores morales que les servirían, a posteriori, para comenzar su cursus honorum o carrera militar o funcionarial romana. Se dotaban de un propósito existencial, que les era posible aplicar a sus acciones y relaciones personales, y de esta forma poder conducirse en la vida. Acudían muchas personas a aprender de aquel hombre, que ya era un eximio maestro de la sabiduría. En suma, estamos ante una obra más que necesaria para conocer al filósofo y a su filosofía, en un libro que recomiendo sin ambages. ¡Sobresaliente! «Senatorii ordinis, sed qui non dum honorem capessisset».

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9788441441033
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