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"Yo Julia", de Santiago Posteguillo

Ed. Planeta. Reedición 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
jueves 16 de marzo de 2023, 00:55h
Yo, Julia
Yo, Julia
Estamos ante una novela-histórica, estupendamente escrita, con más de 700 páginas, y sobre la inteligente y hermosa emperatriz Julia Domna [Emesa, c. 160 d.C.-EMPERATRIZ-CONSORTE desde el año 193 hasta, Antioquía, suicidio, en el año 217 d.C.], casada con el emperador Lucio Septimio Severo [Leptis Magna, Cartago, 11 de abril de 146-EMPERADOR DE ROMA desde 193 d.C. hasta Eboracum, Britania, 4 de febrero de 211]. El matrimonio imperial tuvo dos hijos: Publio Septimio Geta [Roma, 7 de marzo de 189-EMPERADOR DE ROMA entre fines de 209 o inicios de 210 d.C., hasta Roma, asesinado por su hermano Caracalla, 19/25/26 de diciembre de 211], y Marco Aurelio Antonino ‘Caracalla’ [Lugdunum/Lyon. Galia, 4 de abril de 188-EMPERADOR DE ROMA desde el año 198 hasta Lugdunum, 8 de abril de 217]. El prof. Santiago Posteguillo enaltece, con otros muchos autores, la esencial existencia de la Historia, en forma de novela-histórica.

«192 d. C. Varios hombres luchan por un imperio, pero Julia, hija de reyes, madre de césares y esposa de emperador, piensa en algo más ambicioso: una dinastía. Roma está bajo el control de Cómodo, un emperador loco. El Senado se conjura para terminar con el tirano, y los gobernadores militares más poderosos podrían dar un golpe de Estado: Albino en Britania, Severo en el Danubio o Nigro en Siria. Cómodo retiene a sus esposas para evitar su rebelión, y Julia, la mujer de Severo, se convierte así en rehén. De pronto, Roma arde. Un incendio asola la ciudad. ¿Es un desastre o una oportunidad? Cinco hombres se disponen a luchar a muerte por el poder. Creen que la partida está a punto de empezar. Pero para Julia la partida ya ha comenzado. Sabe que solo una mujer puede forjar una dinastía».

Este libro presenta un claro equilibrio entre la parte novelada y la histórica; esta última sujeta con mano firme todo el edificio de una narración, qué por tener el apellido de histórica, no puede dejar de lado ese hecho, que para mí tiene que corresponder al 75% de cada novela-histórica. Los personajes novelados deben ocupar un lugar importante, para abrazar a los históricos, sensu stricto; todo ello ocurre en esta obra, ya que está escrita con tanta maestría que se puede leer varias veces, sin perder el interés de la trama, la cual además engancha de inmediato, ya que el hecho imperial de Julia Domna y Septimio Severo, con sus dos atrabiliarios hijos, Caracalla y Geta, es de un interés casi novelesco, per se. Más si cabe, cuando el emperador Septimio Severo era un africano, del dominio púnico, lengua que sabía hablar y sintiendo, además, una gran admiración por Aníbal Barca “el Grande”, cuya tumba enalteció y enriqueció de forma suntuaria. Yo estimo que la novela-histórica debe servir para aprender, fehacientemente, el hecho histórico narrado. Las licencias historicistas están permitidas, para adornar la narración.

El profesor Santiago Posteguillo utiliza unas secuencias narrativas pormenorizadas, lo que para mí es admirable; utiliza términos latinos necesarios para el hecho a narrar. Sus apéndices son de una inteligencia exquisita, y también alabo el que utilice bibliografía, que enriquece el hecho histórico narrado. La delineación del personaje imperial de Julia Domna es exquisita, y nos muestra sus características intelectuales, tal como nos las refieren los historiadores que, sobre ella, escribieron; en un mundo familiar plagado de mujeres, que se apoyan y tratan de defender su identidad femenina. El comienzo del capítulo LVIII la define: “Julia intuía que algo se le escapaba, pero seguía sin identificar qué era exactamente. En ese instante solo alcanzaba a percibir desasosiego en su interior. Quizá por eso se le ocurrió aquel plan definitivo. Cortar por lo sano. Ir al origen de todas las preocupaciones y solucionarlo todo de una vez por todas. Su esposo yacía medio desnudo a su lado. Acababa de llegar al éxtasis y estaba a punto de dormirse, pero ella sabía que no había mejor momento para persuadir a su marido de algo que los instantes posteriores a haber yacido juntos. Y disfrutado. Ambos. Y ella ni siquiera tenía que fingir. La pasión era mutua. El objetivo final que anhelaban ambos también. Estaban unidos de tantas formas… De esa unión nacía su fuerza. Julia se tumbó de costado, ella desnuda por completo, y pasó una de sus piernas de piel tersa y suave por encima de uno de los muslos de su esposo”.

Como es de rigor existen enemigos de la emperatriz, el más significado es la esposa de Clodio Albino, llamada Salinatrix, que la cualifica de prostituta y extranjera. La pareja Septimio Severo y Julia Domna forman, y así lo define la Historia Antigua, un binomio perfecto. Esta novela-histórica es muy rica en personajes, y está muy trabajada; siendo ilustrativa, en grado superlativo, sobre esa época romana de la dinastía de los ‘Severos’, donde las mujeres, repito, fueron muy importantes. La narración o la forma de narrar es muy fluida, alternando escenarios históricos y situaciones con una enorme agilidad y viveza. Capítulo XXXIII sobre la defensa de Roma: “Juliano había convocado a todos los miembros del Senado para una sesión de especial relevancia. Así lo había anunciado, pero sin especificar el contenido exacto de los decretos que iba a proponer a votación. El emperador de la ciudad, como lo llamaban algunos ‘patres conscripti’ en voz baja -como contraposición a los autoproclamados emperadores Septimio Severo en Panonia o Percenio Nigro en Siria-, había enviado a los pretorianos a cada casa senatorial para asegurarse su presencia en el Ateneo aquella jornada de abril. Pocos senadores eran favorables a Juliano. La mayoría de ellos acudieron forzados, por miedo a las armas pretorianas, aunque algunos combinaban obligación y curiosidad. Entre estos últimos estaba Dion Casio, que se sentía como un observador privilegiado de una gran tragedia griega que estaba teniendo lugar en tiempo real ante sus asombrados ojos: un espectáculo del que, no obstante, su prudente ánimo lo animaba a distanciarse. Para un senador, sin embargo, salir de Roma era del todo imposible pues estaban vigilados por la guardia. Así pues, vería la tragedia hasta el final y, según las circunstancias, intentando implicarse lo mínimo en los acontecimientos que iban desarrollándose.

¿Debería escribir algún día todo aquello que estaba viviendo y contarlo para que quedará testimonio de aquellos meses de locura en tiempos futuros?”. El Dion Casio que aparece en este texto, y que he escogido por ello, fue un político-cónsul con Septimio Severo, militar e historiador romano de prestigio, (c.155-d. 235), quien escribió la obra ‘HISTORIA ROMANA’. Por consiguiente, una obra muy interesante, que recomiendo vivamente, y que presenta todos los ingredientes necesarios para ser un magnífico libro, que contiene todo lo exigible a una novela histórica prestigiosa. «Glaudius Domini super terram cito et velociter».

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