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Mario Pérez Antolín
Mario Pérez Antolín

Entrevista a Mario Pérez Antolín: “Hacerse ermitaño hoy, como el héroe de mi novela, es una decisión radical que tiene mucho de utópica, de quijotesca y de subversiva”

Autor de "Vida de ermitaño"
Por Francisco J. Castañón
viernes 07 de abril de 2023, 11:55h

Mario Pérez Antolín es autor de una decena de obras repartidas entre los dos géneros que ha venido cultivando hasta la fecha: el aforismo y la poesía. Sus libros de aforismos (Profanación del poder, La más cruel de las certezas, Oscura lucidez, Crudez y Contrariedades) le han valido el reconocimiento como destacado aforista de nuestras letras y los elogios de eminentes pensadores como Eugenio Trías, Victoria Camps o Joan Subirats. Por otro lado, su obra poética (Semántica secreta, Yo eres tú, De nadie, Esta ínfima parte de infinito y Cada vez que muero), sobresale por la fuerza expresiva de las imágenes y la profundidad reflexiva de las ideas.

Vida de ermitaño
Vida de ermitaño

A finales del pasado año 2022 conocimos su primera incursión en la novela con Vida de ermitaño, publicada por Editorial Páramo, un libro que “tiene un estilo experimental, poético y meticuloso; combina humor, fantasía, introspección, aventura y crítica social; trata sobre la imposible soledad de un ermitaño en un tiempo indefinido y en un lugar indeterminado. El hombre frente al mundo, asumiendo sus defectos y sus virtudes: el destino trágico, cómico o heroico de la existencia”. Con motivo de la aparición de ‘Vida de ermitaño’, conversamos con Mario Pérez Antolín sobre esta novela y otras cuestiones de interés…

-Desde la aparición de su primer libro, Semántica secreta (2007), usted ha sido más de poesía y aforismo, ámbitos en los que ha obtenido la consideración de la crítica y el aplauso del público lector. ¿Por qué ha querido adentrarse ahora el campo de la novela?

Yo entiendo la escritura como una transversalidad que abarca todos los géneros literarios. De hecho, la micronarración siempre ha estado presente en mis libros de aforismos. Lo que tenía pendiente, desde hace tiempo, era abordar una novela que, partiendo de una buena idea de base, fuera capaz de entretener sin rebajar los estándares estilísticos y conceptuales. Una novela que fusionara clasicismo y experimentación partiendo de presupuestos innovadores en la concepción de la obra. De alguna forma, Vida de ermitaño ha sido todo un reto para mí desde el punto de vista formal y creativo.

-¿Qué puede comentar a los lectores y lectoras sobre lo que descubrirán en esta novela para que lleven ‘Vida de ermitaño’?

El que se decida a leer esta novela encontrará un personaje protagonista que irá evolucionando psicológicamente a medida que las diferentes situaciones lo pongan a prueba, una historia trepidante en la que se mezclan la realidad y la fantasía, un estilo depurado que no entorpece una lectura fluida, un texto irónico y con sentido del humor, una forma diferente de entender la naturaleza y el medio rural, unos capítulos (no la mayoría, que nadie se asuste) más reflexivos que profundizan en temas universales. En definitiva, encontrará básicamente esto: diversión, belleza y pensamiento.

-Su novela se lee con fluidez, pero no es una novela al uso, en sus páginas encontramos numerosos elementos que van desde el humor a la fantasía pasando por la reflexión sobre la amistad, el poder, el amor o la sociedad en la que estamos inmersos, también hay experimentación…

Aunque escribir una obra de un único personaje principal suponía un reto complicado, también me daba la oportunidad de experimentar con nuevos registros y subgéneros narrativos, adentrándome en la innovación creativa sin dar la espalda a la literatura clásica española. La única forma de hacer esto fue colocar al personaje principal dentro de una atemporalidad en la que lo contemporáneo y lo arcaico se mezclan. El resultado ha sido una novela tan cervantina como vanguardista, con momentos reflexivos y humorísticos que potencian una acción que va de la realidad a la fantasía. En los 37 capítulos del libro, el lector podrá encontrarse diálogos teatrales, descripciones, monólogo interior, crónica periodística, género epistolar, digresiones oníricas, ensayo, prosa poética, etc. La variedad temática corre en paralelo de la diversidad técnica.

-Dígame, ¿la imposible soledad del ermitaño a la que se refiere en su novela es un inconveniente que viene de lejos o es un problema de los ermitaños de nuestros días?

Es algo consustancial al género humano. El conflicto entre lo individual y lo colectivo hunde sus raíces posiblemente en la prehistoria. El hombre masa frente al hombre solo. Lo paradójico del caso es que, cuando nos queremos aislar, topamos siempre con la compañía más o menos indeseada de los otros; y, cuando nos queremos socializar, tarde o temprano los otros resultan una molestia.

-¿Hacerse ermitaño en la actualidad tiene más de quimera que de empresa quijotesca, o ambas cosas?

Hacerse ermitaño, en la actualidad, lo considero una empresa de alto riesgo. Lo más probable sería acabar en un manicomio como le sucede a mi héroe en uno de los capítulos. Seguro que la sociedad lo tildaba de inadaptado peligroso. Todo lo que se sale de la norma crea rechazo. El biopoder sospecha siempre de los que van a contracorriente. Una decisión tan radical tiene mucho de utópica, de quijotesca y de subversiva también. Tres rasgos que caracterizan al protagonista de mi novela.

-¿A que teme más un ermitaño, al demonio que, como sucede en su novela, se le lleva por los aires, a los hombres o a sí mismo?

Sin duda, el peor enemigo de una persona, también de nuestro ermitaño, es su propia forma de ser, su personalidad cuando se sale de madre. El protagonista de la novela tiene que vérselas con rivales de toda condición, pero los peores fantasmas están dentro de su mente.

-Su ermitaño habla con los pájaros, los árboles, un cura, con las brujas, los muertos, con su alter ego…, ¿Con quién diría que se encuentra más cómodo el protagonista de su novela?

Uno de los aspectos diferenciales de esta novela es que su protagonista consigue comunicarse con individuos humanos y no humanos. Esa doble perspectiva refuerza intelectiva e imaginativamente la obra. Yo creo que el ermitaño se siente más a gusto cuando habla con la naturaleza que le rodea. De alguna manera es un ecologista heterodoxo y atípico, tal vez más cercano al Walden de Thoreau.

-Aprovechando la coyuntura, le pregunto: en el acelerado mundo de hoy, hiperconectado y repleto de contenidos audiovisuales, ¿cree que tenemos más miedo a la soledad o al silencio?

La soledad es un miedo atávico, que nos ha acompañado a lo largo de la historia. En cambio, el miedo posmoderno, el propio de la era de la información, es la irrelevancia y la invisibilidad. Nos aterra no tanto estar callados como desaparecer de las pantallas.

-Personalmente, solo he conocido un ermitaño y fue hace tiempo, en la ermita de San Saturio (Soria, para más señas). ¿Usted tiene habitualmente trato con ermitaños?

La verdad es que no he conocido ninguno personalmente; por lo menos, ermitaños en puridad. Ahora bien, sí que he podido charlar con personas que viven en un aislamiento parcial por distintas razones. De entre todas, aquellas que más me han enseñado fueron los pastores. La novela puede entenderse también como una reivindicación de los comportamientos eremíticos paganos y seculares.

-Por cierto, ¿se puede ser ermitaño sin ermita?

Perfectamente. Cualquier refugio es bueno para el que busca la serenidad separándose del mundanal ruido. Recuerdo una película española titulada El anacoreta y dirigida por Juan Estelrich. El protagonista, interpretado por Fernando Fernán Gómez, decide aislarse en su cuarto de baño.

-Cuando Pérez Antolín regrese al futuro, ¿volverá al aforismo y a la poesía o seguirá escribiendo novelas?

En breve publicaré mi sexto libro de aforismos con la editorial La Isla de Siltolá. Se titula La serenidad por fin y continúa desarrollando, de otra forma lógicamente, muchos de los temas que ya aparecen en la novela. Ahora mismo estoy terminando un libro de poemas en prosa. No descarto la posibilidad de escribir en el futuro una nueva obra narrativa. Me tientan los cuentos.

-Una cuestión más, ¿se le ha pasado por la cabeza hacerse ermitaño?

Muchas veces. Sobre todo cuando me da por meditar sobre el sinsentido de algunas prácticas sociales que en la actualidad nos imponen como modelo de sometimiento conductual. Si fuera posible ser un ermitaño intermitente o a tiempo parcial, seguro que me apuntaba.

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