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"La conquista de Sevilla (1248) y el burgalés Ramón Bonifaz", de José Fernando González Romero y José Luis Costa Hernández

Ediciones Trea. 2021
viernes 22 de septiembre de 2023, 17:16h
La conquista de Sevilla (1248) y el burgalés Ramón Bonifaz
La conquista de Sevilla (1248) y el burgalés Ramón Bonifaz
Tras la victoria cristiana en la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), el camino quedaba expedito para finalizar la Reconquista; de ello se iba a encargar un infante leonés y, ahora, Rey de Castilla y de León, el cual pasaría a la posteridad como Fernando III “el Santo”. La conquista de la capital hispalense será uno de los momentos clave de la Reconquista medieval hispánica; con ella se crearía una base formidable para el incremento comercial y económico de los Reinos de Castilla y de León, siendo su epicentro la ciudad de Burgos, caput Castellae, y desde los puertos cantábricos llegarían sus materias primas a Flandes, mientras que desde Sevilla llegarían hasta Las Indias. No se puede olvidar que apareció una nueva ola de mestizaje, que sirvió para el enriquecimiento de todo tipo de manifestaciones artísticas.

«La batalla de las Navas de Tolosa (1212), la conquista de Sevilla (1248) y la guerra de Granada (1482-1489) fueron tres victorias decisivas en el avance cristiano en la península ibérica y la caída definitiva de al-Ándalus, la cohesión de los reinos cristianos frente a las tendencias centrífugas y la posterior onda expansiva que convirtió al Pacífico en un océano español. La toma de la capital de Andalucía es mucho más que la conquista de una ciudad: se convierte en un hito de incalculables proporciones para los coetáneos, que adquiere dimensiones míticas. El cerco y el asedio de Sevilla por las tropas de Fernando III el Santo merecía un estudio detenido, que tuviese en cuenta la historia como factor, procesos de fondo como la expansión territorial de los reinos occidentales, el enfrentamiento ideológico con el Islam y la necesidad de reforzamiento de la monarquía cristiana; la historia como signo, el nivel de los acontecimientos, patente en las estrategias militares, tecnología y avatares de la batalla; y finalmente la historia como consecuencia, el dominio primero del Guadalquivir, el estrecho y la posterior expansión oceánica. Otro de los núcleos del presente trabajo consistió en abordar la biografía de Ramón Bonifaz, conocido como el Primer Almirante de Castilla. Su figura pareció desvanecerse después de su intervención al frente de la flota real en el desenlace que llevó a la conquista de Sevilla y su personalidad permanece todavía sumida en la oscuridad, alterada por narraciones un tanto idealizadas. La revisión de las escasas fuentes disponibles, el papel de sus biógrafos, sus posibles matrimonios, el origen de su riqueza o su procedencia fueron otras cuestiones a tratar. Finalmente, un tercer conjunto de contenidos se refiere a las cascadas genealógicas a las que dieron lugar sus distintos matrimonios, que como la decoración de sebka con sus rombos superpuestos y entrelazados propios de la arquitectura islámica generaron una retícula de lazos de parentesco, cuyos ecos llegan incluso a nuestros días. Aunque el número de ancestros en un árbol familiar se multiplica hasta el infinito, como los granos de trigo que se duplican en cada una de las casillas del ajedrez, solo unas pocas ramas atesoran sus recuerdos, cada vez más debilitados por el paso del tiempo. Las villas asomadas al Cantábrico no olvidaron su papel en la gesta sevillana, decisiva para la cohesión de los reinos peninsulares y la posterior proyección universal hacia las Indias. Avilés, Santander, Laredo, Santoña y Comillas no dudaron en incorporar a sus escudos la Torre del Oro, la cadena que obstaculizaba el cauce del Guadalquivir y las naos mercantes, que con sus poderosas proas redondas y velas impulsadas por el viento al mando del burgalés Ramón Bonifaz lograron introducirse en el corazón mismo de la capital andaluza».

Se califica como Primer Almirante de Castilla al marino burgalés, pero aquí existe la primera discrepancia con el autor, ya que la titulación de estos magnates tiene dos partes titulares que se omiten ahora en esta obra, y que en la ulterior familia de los Enríquez es prístina, y más, si cabe, cuando estamos en un momento histórico en el que existe un soberano para dos reinos independientes, con cortes y economías más que diferenciadas, y que es el que se refiere a ‘Adelantado Mayor de León’. Pero este intento de orillar al Reino de León agota a uno, sobre todo y por todo por ser anhistórico y acultural. El esfuerzo de los monarcas Alfonso VIII de Castilla “el de Las Navas de Tolosa”, Pedro II “el Católico” de Aragón y Sancho VII “el Fuerte” de Navarra en dicha batalla tuvo sus frutos esperados y necesarios, sin olvidar las poderosas tropas leonesas mandadas por el infante Sancho Fernández y las portuguesas enviadas por Alfonso II “el Gordo”, consiguió aplastar a las mesnadas almohades del khalifa Miramamolín o Muhámmad al-Násir, este hecho muy destacado por la historiografía de la época dejó bien claro que ya estaba despejada la ocupación cristiana del valle del río Guadalquivir.

En 1215 el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, asistió al cuarto concilio lateranense, no como un convidado de piedra, sino con un destacado protagonismo. Entre otros temas, se abordaron las medidas que debían adoptarse con minorías como los judíos, el impulso de cruzada y la profundización en la doctrina eucarística, todos ellos asuntos relevantes para el gobierno de su propia diócesis. Pero el prelado logró además el permiso papal para que los reinos peninsulares realizaran su propia guerra santa, contra los invasores musulmanes”.

En este momento histórico de la Plena Edad Media existen dos prelados, de enorme prestigio, aunque paradójicamente solo se suele citar a uno de ellos, y esto profusamente, sin que este medievalista le niegue su prosapia, me refiero al metropolitano toledano, nacido en el Reino de Navarra, y que es Ruy Ximénez de Rada, quien se anticipa al Renacimiento, por su capacidad de hombre de acción y de intelectual preclaro. Aunque, hay que saber que, asimismo, en el otro gran Reino occidental, que es el Reino de León, existe en la curia regia del gran soberano Alfonso IX de León “el Legislador o el de las Cortes” otro prelado de igual categoría o raigambre, y que no es otro que Lucas de Tui, “el Tudense”, quien se encarga de dejar las cuestiones historiográficas muy claras, en relación con la importancia capital del Reino de León, y de sus soberanos, incluyendo a la Reina-consorte Berenguela I. Deseo citar la eximia obra literaria del Toledano, De rebus Hispaniae, que fue escrita bajo el designio del soberano Fernando III “el Santo”. Estamos, por consiguiente, ante otra de las muy cuidadas obras de la editora sita en la urbe de Munuza, su bereber gobernador. Y, por lo tanto, la recomendación la realizo sin ambages, ya que es una delicada y necesaria biografía sobre el almirante conquistador de Hispalis-Sevilla. Obra excelente. «Confusa ebrius est non iens ut producat ex optimis in sobrii sint mulier».

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