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"Las guerras médicas (I y II)", de Heródoto (traducción Carlos Schrader)

Ed. Gredos. 2023
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 20 de febrero de 2024, 17:16h
Historia (I y II), de Heródoto
Historia (I y II), de Heródoto
La presente obra forma parte de la exposición global de un hecho histórico esencial en la Antigüedad, y como ha ocurrido en toda la Historia de la Humanidad, narra un hecho imperialista de dominio de un pueblo sobre otro. En este caso, además, se produce una situación paradójica incrementada, y que consiste de forma repetida hasta la actualidad, en como el Imperio asiático de Persia pretendía introducirse en la Europa del momento que narra esta obra.

Se refiere a como Darío I “el Grande” y su hijo Jerjes, este último llamado con el nombre de Asuero en el Antiguo Testamento de la Biblia, concretamente en el Libro de Esther, pretendieron derrotando a los helenos llevar su forma sociopolítica de existir hasta la Europa de esa época. Frente a los persas estaban los griegos, todas aquellas poleis luchando juntas para oponerse a ese concepto asiático. Los griegos tenían diferentes formas conceptuales de vivir, pero sabían perfectamente lo que era el ‘demos o pueblo’ y su consiguiente, con todas las salvedades posibles, dominio o democracia, y no era, en ninguna circunstancia, lo que les ofrecían los persas. Los griegos ganaron y, por una extraña forma de semántica denominaron como ‘Guerras Médicas’ a su enfrentamiento con los persas, cuando los medos ya no dominaban, sino que habían sido conquistados por los persas. Detrás de la narración de los extraordinarios libros sobre Las Guerras Médicas estará uno de los grandes historiadores de la Edad Antigua, es decir Heródoto de Halicarnaso.

«Heródoto, I, 87, 3-4: Creso, entonces, respondió: ‘Majestad, he obrado así en razón de tu buena suerte y de mi mala fortuna; pero el responsable de ello ha sido el dios de los griegos al inducirme a emprender la guerra. Pues nadie es tan estúpido que prefiera la guerra a la paz, que, en esta, los hijos sepultan a los padres, mientras que, en aquella, son los padres quienes sepultan a los hijos’. La vida de Creso, el hombre que pronunció estas palabras, había sufrido un vuelco. Poco antes, disfrutaba exhibiendo las enormes riquezas que le reportaba su reino: Lidia, en el oeste de la península de Anatolia (actual Turquía). Ahora, derrotado y esclavizado, acababa de escapar de una muerte espantosa. Lo había perdido todo a manos del poderoso vecino a quien tuvo la temeridad de atacar: Ciro el Grande (600-530 a.C.), fundador del imperio persa».

En este primer volumen de la obra de Heródoto se incluyen los libros V a VI de la narración de las guerras médicas; en el segundo, del VII al IX. Conforman ambos volúmenes la segunda parte de la Historia del autor griego; el cual se remonta a la causa inmediata del conflicto entre griegos y persas, que es la denominada como revuelta o revolución de los jonios; los cuales habitaban en las ciudades griegas de expansión y de emigración situadas en el Asia Menor, lo que hoy sería parte de Turquía. En esas ciudades y en sus islas adyacentes creaban un importante problema social y político, y de reivindicación de identidad, que los persas no estaban dispuestos a tolerar. Heródoto no escribió una historia al uso, sino que realizó un estudio pormenorizado sobre sobre la sociología de los griegos y de sus enemigos persas, se regodeó en el análisis importante de la religión de ambos pueblos, dejando bien claro como ambos pueblos globalmente y los individuos per se, sensu stricto, buscaban la seguridad y la certeza de la ayuda de las divinidades, realizando oráculos, sacrificios y otras formas de culto. Además, llenó su narración de una importante cantidad de anécdotas bien dramáticas, o incluso, jocosas o humorísticas, todo ello conlleva un relato muy entretenido.

Ciro y sus sucesores dominaron un imperio que abarcaba desde Chipre, Turquía, Irán e Irak hasta Siria, Líbano, Israel, Palestina y Egipto, e incluía áreas de Asia central en Afganistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán. A principios del Siglo V a.C., los persas se toparon con la resistencia de los griegos. El choque apenas hizo mella en el imperio persa, que mantuvo su integridad territorial y su influencia sobre los asuntos griegos durante más de cien años, hasta la conquista de Alejandro Magno de Macedonia en el siglo IV a.C.

Heródoto en su obra histórica se encargó de crear una conciencia prístina entre los griegos, con respecto a lo que ocurrió en las guerras médicas. En su Historia, el historiador o cronista de Halicarnaso realiza un estudio pormenorizado, muy riguroso y sumamente esclarecedor, en el que realiza una mezcla, sumamente inteligente, de la etnografía, la geografía, la medicina y, asimismo, la lingüística, demostrando que incluso es un historiador tan normal, que hasta se puede equivocar. En su obra alternan los comportamientos de reyes, reinas, políticos de nivel elevado e incluso los esclavos, todos ellos son especialistas en astutas maquinaciones, debates políticos densos, y campañas bélicas amplias y ulteriormente incluso colonizadoras. Heródoto de Halicarnaso conduce al lector por un camino que va limpiando de hojarasca y simplifica lo intrincado, para conseguir llegar a un fin, que no es otro que el de tener todos los datos del hecho histórico que se narra.

En cambio, para los griegos, enfrentarse a los persas y vencerlos supuso un punto de inflexión. En el imaginario colectivo, esta victoria adquirió categoría de hazaña y los griegos que la obtuvieron, una pátina de gloria semejante a la de los héroes homéricos. Fue precisamente Heródoto de Halicarnaso, el autor que puso en boca del rey lidio vencido el potente alegato antibelicista que acabamos de leer, quien narró las denominadas ‘guerras médicas’ o ‘guerras persas’ (490-479 a.C.). En realidad, su narración es mucho más que eso. Él asumió la ingente tarea de investigar y preservar por escrito los antecedentes, las causas y el desarrollo del enfrentamiento. Lo hizo en la única obra que se le atribuye, la Historia, la primera en su género. De hecho, el orador, abogado y político romano Cicerón (siglos II-I a.C.), en las Leyes dio una definición de nuestro autor que lo ha acompañado hasta hoy: padre de la historia”.

Heródoto vivió durante el período de tiempo que transcurre entre las guerras contra los persas y el enfrentamiento civil entre atenienses y espartanos o guerras del Peloponeso, quienes lucharon hasta el final, aunque fuesen los lacedemonios o espartanos los vencedores finales, entre los años 431 y 404 a.C.; de todo se puede colegir que Heródoto pasó a mejor vida entre los años 430 y 425 a.C. Su ciudad de nacencia era una polis muy importante en su época, ya que contenía el eximio y maravilloso Mausoleo (una del siete Maravillas de la Antigüedad), que había sido construido en el siglo IV a.C. para el sátrapa persa Mausolo. Por lo tanto, libro y obra sobresalientes. «Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum».

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