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Jordi Bru, Rafael Torres y José Ramón Vallespín
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Jordi Bru, Rafael Torres y José Ramón Vallespín (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Rafael Torres y Jordi Bru presentan el libro ilustrado “La armada real”

“Hasta el siglo XVII los barcos se construían sin planos; como las catedrales”
martes 16 de abril de 2024, 12:11h

Recientemente entrevistamos a los dos autores del libro “La armada real”. A Rafael Torres por “Historia de un triunfo” y a Jordi Bru por “Sangre en el frente”. Ambos forman un curioso tándem, donde el último se encarga de la iconografía y el primero de unos textos precisos sobre las fotografías que conforman un libro que “no tiene ninguna Armada del mundo”, señala José Ramón Vallespín, director del departamento de Estudios e Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval, que nos hace de cicerone en la visita.

  • Maqueta de navío español del siglo XVIII

    Maqueta de navío español del siglo XVIII

Mascarón de proa
Mascarón de proa (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Como bien apuntó el capitán de navío Vallespín, “la Armada española del siglo XVIII es de primera calidad mundial. A la altura de la inglesa y francesa. Existió un espionaje entre armadas, en España fue Jorge Juan el encargado de hacerlo, aunque se exageró su cometido”, dijo, y añadió “hasta el siglo XVII se construían los barcos sin planos, igual que las catedrales. No salían dos iguales. Se hacían a demanda; el propietario contaba al constructor para qué quería el navío y éste los diseñaba para tal fin”.

Sin embargo, a partir del siglo XVIII la construcción de barcos cambió. “Comenzaron a trabajar sobre planos. Se estandarizo el trabajo en los arsenales. En España, había tres muy importantes: Cartagena, El Ferrol y Cádiz, pero fue en el primero donde se revolucionó la fabricación. Se hizo una cadena de montaje como la que diseño Ford para la construcción de coches”, cuenta el catedrático Rafael Torres durante una visita al Museo Naval de Madrid.

Fue en ese siglo cuando majestuosos navíos surcando la mar, tremendos duelos artilleros, abordajes despiadados o el horror de la mesa del cirujano eran escenas que, hasta ahora, solo podíamos recrear con la imaginación. Pero ese anhelo por contemplar la Real Armada en su época de esplendor, el siglo XVIII, es ya posible.

Un proyecto que parecía quimérico, dada la dificultad –cuando no imposibilidad– de acceder a buques, armas o uniformes de la época, perdidos en los siglos. Y, sin embargo, el arte de Bru y el conocimiento de Torres se han conjurado para quebrar los tozudos límites del tiempo y regalarnos este libro único, que plantea un itinerario visual sobre los aspectos más evocadores, pero también más fundamentales, para comprender la Real Armada del siglo XVIII. A través de las composiciones fotográficas, minuciosamente documentadas, se exploran cuestiones que van desde el proyecto político, el diseño y la construcción de buques, a la vida a bordo. Se recrea con exquisito rigor y fidelidad desde la manera en que los marineros se alimentaban hasta los pormenores de una operación de amputación, con especial atención a la parte más épica, aunque más terrible, de la vida a bordo, la batalla: duelos artilleros, pelea a toca penoles, abordajes, enfiladas.

Además, se lleva a cabo una recreación sin precedentes de las condiciones particulares del combate en buques tan diferentes como un navío, un jabeque o una lancha cañonera. Todas estas composiciones requirieron una investigación exhaustiva y una ardua localización de objetos y escenarios, que ha llevado a los autores a visitar un astillero guipuzcoano en Pasajes, un bosque y serrería tradicional en Quintanar de la Sierra, los museos navales de Cartagena o Madrid, recreaciones como la de la batalla de Almansa, pero también el interior del HMS Victory, el navío con el que Nelson combatió en Trafalgar y que aún se conserva en Portsmouth, el Götheborg –el velero de madera más grande del mundo–, o una parada naval en la costa de Normandía. No ha sido singladura sencilla conseguir que el lector se sienta como un marino español del siglo XVIII.

Un barco de Guerra era lo más complejo que se podía construir

Para Rafael Torres, “un barco de Guerra era lo más complejo que se podía construir y era diferente su construcción para el cometido que iba a servir. No es lo mismo un navío para surcar el océano Atlántico que un jabeque para maniobrar en el mar Mediterráneo”. El navarro Jordi Bru apunta que “España sigue estando en el top 10 de la industria militar de la marina”.

“Lo primero que hicimos fue establecer un guion de lo que íbamos a tratar en el libro. Como acababa de publicar Historia de un triunfo todo lo tenía muy fresco. Después Jordi se encargó de buscar las mejores imágenes posibles y los recreadores más cualificados para preparar unas fotos con un realismo sorprendente. Cuida hasta el más mínimo detalle”, explica Torres, y Bru puntualiza que “la luz es muy importante para crear el ambiente adecuado. Además, mezcle embarcaciones con mascarones diferentes para dar una mayor verosimilitud”.

Como sostiene Rafael Torres en su libro anterior, “fue la sociedad española la que hizo la Armada. La sociedad apostó por ella y las mujeres realizaron un papel importante en ese trabajo. Alrededor de un 20% de los trabajadores en un arsenal eran féminas. Sobre todo, trabajaban en temas de telares, construcción del velamen, etc.”

Jordi Bru ha recreado a la perfección la vida dentro de un barco. “En esa época, estaba prohibido jugar a las cartas en los navíos de guerra, pero se jugaba. También estaba prohibido fumar en su interior, pero se hacía. Estaba mejor visto fumar en pipa. Casi toda la vida se hacía en la cubierta”, recuerda el fotógrafo. Y ambos reconocen que “no nos habríamos metido en un proyecto de esta envergadura si no hubiese estado detrás Despertaferro”, concluyen.

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