Una historia en la que nos cuenta que Celia, una joven adolescente, conoce en su lugar de veraneo a Fer, del que se queda prendada, al coincidir ambos en la misma pandilla de amigos. A partir de ahí, con el paso de los años, Celia y Fer han construido una relación de amantes en la que se sienten cómodos; ella sabe que ser la segunda conlleva muchas renuncias, y un día se pregunta por qué él sigue eligiéndola pese a tener a otras mujeres y compromisos.
¿Ser la otra tiene su encanto? O ¿en realidad es solamente una burda excusa para no enfrentarse a la realidad?
La autora, con un lenguaje fresco y natural, nos adentra en el complicado mundo de las relaciones amorosas, en una trama tan bien hilada, donde cada frase se ajusta, a modo de engranaje, a la cronología de los acontecimientos, con escenas en las que hasta los silencios de nuestra protagonista serán escuchados por nosotros. Porque la historia de Celia y de Fer está repleta de palabras no dichas, de esperas, de autoengaños, de momentos maravillosos, de descubrimientos, y de carencias.
Nuestra protagonista se sincera, evoca y se desnuda ante un lector que empatiza y se identifica con ella, con la amiga, con la amante y con la mujer que es; de igual manera, que comprende, y llega a condenar, esa amistad que se confunde, ese amor que no es amor y esa pasión que solo es deseo. Porque una relación en la que una pareja no está al mismo nivel afectivo, es un mar de incertidumbre en el que enfrentarse a la verdad resulta, a veces, tan doloroso como liberador.
La segunda es una novela ágil, entretenida y reflexiva, con diálogos muy inteligentes, situaciones creíbles y personajes bien pincelados; destacan, sobre todo, las descripciones físicas y evolutivas de Fer y Celia, protagonistas absolutos, cuyas experiencias vitales marcan un ritmo ascendente en un texto de marcado carácter intimista. Es, también, una obra en la que existe un tesoro escondido en la figura literaria del metarrelato, un libro dentro de otro libro; un regalo que Mamen Monsoriu nos brinda con generosidad para mayor deleite del lector. Si al principio he señalado que la autora tiene el don de escribir con voz propia, ahora es el momento de añadir que si ya lo sentí con su primera novela, ahora, con la segunda, he vuelto a percibir ese pellizco en el corazón, que solo se produce cuando has leído una hermosa historia.
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