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"Franco y José Antonio", de Stanley G. Payne

Ed. Espasa. 2024
viernes 26 de septiembre de 2025, 21:20h
Franco y José Antonio
Franco y José Antonio
Estamos ante un libro especial, que está escrito por un hispanista preclaro, y carente de sesgo. En suma, una gran obra maestra, esclarecedora de 1997, y actualizada en la actualidad. En el inicio del siglo XX existen dos dictaduras, nacidas de conceptos de izquierdas, y que se pueden considerar dictaduras de corte fascista.

En el caso de ambas, una vez que se libraron de sus elementos de izquierdas, que en el caso de la satánica del partido NSADP de forma terriblemente sangrienta, cuando asesinaron a lo único medianamente decente que poseía, y que era el grupo dirigido por Gregor Strasser y Ernst Röhm, en la denominada ‘Noche de los Cuchillos Largos’, donde también cayeron miembros disidentes de la Wehrmacht y católicos comprometidos con la verdad cristiana, y que estorbaban a los vencedores nazis. Tal como dijeron Burgdorf o Meisel, generales nazis, o Martín Bormann, ‘cuando acabemos con los judíos, nos ocuparemos de los católicos’. El partido fascista italiano pretendía crear un autoritarismo de tipo normal; y las mentes retorcidas de los nacionalsocialistas ya poseían una base dogmática patognomónica, que provenía del luteranismo más flagrante. En el régimen del periodista socialista italiano Benito Mussolini se admitía un semipluralismo limitado, y nunca consiguió alcanzar un totalitarismo estructural. Refiero un texto literal del autor, para que muchos sabiondos pseudoizquierdistas conozcan lo que era el fascismo italiano.

Durante toda su historia evitó las ejecuciones por cuestiones ideológicas, en términos comparativos el régimen no hizo muchos prisioneros políticos, permitió cierta libertad de expresión y durante años cooperó con los pacifistas europeos, a veces desempeñando un papel notable. No solo evitó el antisemitismo antes de 1938, sino que durante años el Partido Nacional Fascista dispuso de una afiliación judía desproporcionada en comparación con la población semita del país. Es más, Mussolini fue el único estadista europeo que tuvo el atrevimiento y la determinación suficientes para impedir la agresión alemana. En 1934, cuando los activistas del partido hitleriano asesinaron al canciller austríaco Engelbert Dollfuss en Viena y ocuparon la sede de su gobierno con un golpe de Estado, Mussolini movilizó a su Ejército y situó seis divisiones en la frontera, lo que hizo desistir a Hitler de cualquier otro ataque. En años posteriores, ni Gran Bretaña ni Francia adoptaron una iniciativa similar. Hoy día, algún analista se pregunta si el fascismo italiano era el genuino ‘fascismo’. Este escepticismo refleja la confusión creada por el empleo indiscriminado en nuestro tiempo de esa palabra”.

En los primeros años, el fascismo tuvo un importante éxito en Europa, ya que era algo que defendía la identidad de cada pueblo o nación, resaltando la defensa de la idiosincrasia histórica; hasta tal punto es así que la teoría política italiana del Fascio, interesó muy mucho a los comentaristas bolcheviques del Moscú soviético. Consideraron, sensu stricto, que copiaba al comunismo por ellos defendido, e incluso sin aceptar el habitual genocidio comunista. Asimismo, estos leninistas también admiraron al nacionalsocialismo alemán, por todas las conquistas conseguidas, y sacar a la Alemania de los años-30 del marasmo social y económico en que se hallaba con la República de Weimar. Lo grave del caso se produjo cuando el Führer Adolf Hitler tomó el poder omnímodo en Alemania, el fascismo se fue eclipsando bastante rápidamente. Primero Mussolini sería asociado a su locura bélica, luego los italianos aportarían una milicia poco preparada y menos involucrado en la locura genocida del ‘cabo bohemio’ austríaco,y tras ser un satélite desprestigiado, acabaría siendo un títere. Si en 1933, Benito Mussolini era un líder hasta admirado y respetado, al final moriría colgado cabeza abajo, sin nadie que le apoyase lo más mínimo. En las Españas, el fascismo italiano tuvo un influjo especial, sobre todo por la afinidad social y geográfica existente entre las gentes de los dos países meridionales, a los que unía bastante la historia; inclusive un rey Amadeo de Saboya había sido italiano. No obstante, los falangistas españoles creados por un noble, José Antonio Primo de Ribera y Sáenz de Heredia, eran casi testimoniales en las elecciones españolas republicanas, verbigracia en 1936 obtuvieron el número de votos más bajo de todos los movimientos de dicho cariz político en Europa. Pero, sería una tragedia de límites insospechados, como fue el enfrentamiento bélico entre hermanos desde 1936 a 1939, el que otorgaría identidad y auctoritas a la Falange española. Cuando en septiembre de 1939, el taimado y aprovechado general Francisco Franco Bahamonde cambió sus planes, de forma urgente, y renunciando a instaurar una República con mayor autoridad del propio Gobierno, impuso un nuevo régimen apoyado en una dictadura nacional o franquismo.

«Un ensayo clave para entender el fascismo español en todas sus dimensiones. De todas las dictaduras europeas del siglo XX solo hubo dos ‘regímenes fascistas’ significativos y las diferencias entre ellos eran tan profundas que parecían no pertenecer a la misma tipología política: el italiano original y el nacionalsocialismo alemán. En España influyó especialmente el fascismo italiano, porque llegó primero y porque era un país más afín que Alemania, aunque no se desarrolló hasta la Segunda República. En esencia, el fascismo español, representado por Falange, era muy débil y la caída del gobierno de Mussolini en 1943 también inició un largo proceso de abandono, que se materializó con la transformación de Falange en Movimiento Nacional por Franco cuyo final no se produjo hasta 1977. Las figuras de José Antonio Primo de Rivera y Franco confluyeron en un momento crítico de la historia española. La victoria del segundo en la Guerra Civil sirvió, en parte, para difuminar la personalidad y la obra del fundador del fascismo en España».

Cuando el todopoderoso y fuliginoso Gran Consejo Fascista derrocó a Benito Mussolini en Roma, en España aquel personaje tan retorcido como era el Caudillo Franco se apresuró a la desfascistización de su régimen político. Los comportamientos más habituales del fascismo han ocurrido en un momento histórico concreto, y no se han replicado como si fuesen bacterias mutantes e invasivas. “Realmente produce sonrojo ver a un aventurero de la política como Donald Trump, dedicado al Gobierno federalista y a la paz internacional, ser tachado de ‘fascista peligroso’, lo cual demuestra el dominio de la ‘pereza mental’ que azota al mundo de hoy. La época de internet no conduce a la ilustración, sino a la estulticia”. Estimo que estamos ante una obra fuera de serie, que merece el máximo éxito público y de conocimiento que sea posible, ya que moverá muchas conciencias absurdamente dogmáticas, y que fundamentan su barniz cultural en la informática no analítica, ni histórica. En suma, obra conspicua. «Gutta cavat lapidem consumitur anulus. ET. Aequat omnes cinis»

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