Una novela que narra un convulso periodo histórico apenas tratado en la literatura (años 316-317 d. C.), en la que su autor, con la maestría del que domina su oficio, ofrece al lector una parte decisiva de la interesante historia de Constantino el Grande, el primer emperador cristiano, como fruto de una ardua investigación. Muelas nos cuenta que tras la disolución de la Tetrarquía, el Imperio romano continúa dividido entre Constantino, que gobierna como augusto en Occidente, y Licinio, en Oriente, la ambición de ambos les abocará a enfrentarse en una cruenta guerra civil. Son tiempos convulsos, también en la antigua provincia de Dacia, en la que los godos avanzan hacia las últimas fortalezas romanas, defendidas por el dux limitis Valerio Valente; y en el norte de África, donde la violenta secta donatista amenaza la unidad de la Iglesia, una circunstancia que obligará a la devota Helena y a Constantino a enviar al poeta Optaciano a una arriesgada misión.
Con estos mimbres, comienza un apasionante relato donde cada personaje, tanto histórico como ficticio, se muestra abiertamente al lector paseándose por escenarios tremendamente visuales y trepidantes. Como en Caos I. El águila y la cruz, vuelve a conducir la narración Firminiano de Saguntum, alter ego del autor, como fiel testigo de la historia, para situar, explicar y dejar su legado escrito a merced de posteriores generaciones.
Con su característica prosa lírica, Muelas, de manera ágil y didáctica, consigue humanizar a Constantino el Grande, atribuyéndole una de las virtudes estoicas más destacables, la templanza, esa que hará que tome importantes decisiones para su vida y su mandato.
Son varias las subtramas que existen dentro de la trama principal, que, a su vez, engloban distintos géneros literarios: misterio, aventura, intriga palaciega y grandes batallas. En ellas veremos a Crispo, el primogénito del emperador, investigar un caso de asesinato junto a la dama de compañía de la emperatriz, Begonia; a Optaciano viajar a Cartago para localizar al obispo hereje Donato de Casas Negras; a Valerio Valente, lugarteniente del augusto Licinio, batallar incansablemente; mientras los dos augustos luchan por el poder hasta límites insospechados.
Las mujeres son otro plato fuerte de la novela. Mujeres astutas, inteligentes, piadosas, valientes, cultas, enérgicas y autoritarias, representadas por Fausta, emperatriz consorte de Constantino, Helena, madre del emperador, y Constancia, esposa de Licinio, que, entre otras, demostrarán su influencia en el devenir de los acontecimientos y dejarán su impronta al mundo.
Caos II. La templanza del emperador es una novela histórica altamente literaria, descriptiva y emocionante. Una novela con una ambientación exquisita que avanza a buen ritmo, que nos invita a reflexionar y que demuestra que el amor, las pasiones, las relaciones familiares, las grandezas, las crueldades y las ambiciones humanas apenas han cambiado a lo largo del tiempo. Todo es cíclico y la historia y los escritores con mayúsculas están ahí para recordárnoslo.
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