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Alberto Ruy Sánchez
Alberto Ruy Sánchez

Entrevista a Alberto Ruy Sánchez, autor de “Quinteto de Mogador”

“El poder tiene miedo a los sentidos porque conduce a lo incierto”

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

El escritor mexicano Alberto Ruy Sánchez ha reunido en un único volumen cinco novelas suyas, “Quinteto de Mogador”, dedicadas cada una de ellas a los cinco elementos. Realmente tendrían que ser cuarto, pero para este insólito autor son cinco y sus razones son más que fundamentadas, como veremos en la entrevista que tuve ocasión de hacerle en la Casa Árabe de Madrid.

 (Fotos: Javier Velasco)
(Fotos: Javier Velasco)

No podría haber elegido mejor el sitio porque la ciudad de Mogador, hoy conocida como Essaouira-Mogador está situada en la costa atlántica de Marruecos y ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Sus murallas, su zoco y sus calles bien lo merecen, ya que es una ciudad que mantiene inalterable su esencia desde el siglo I de Nuestra Era.

Quinteto de Mogador está compuesto por la novela Nueve veces el asombro, Los nombres del aire, Los nombres del agua, Los jardines secretos de Mogador: Voces de tierra y La mano del fuego: Un Kama Sutra involuntario. Curiosamente, la primera fue la última en escribirse y es la ligazón de todas ellas. El último grano de una argamasa que diese sentido a todos los construidos anteriormente.

Además, su forma de construir una historia es muy peculiar. Escrito en tercera persona, el desarrollo de la trama es parecido al que realiza una cámara de cine hacia atrás, “es parecido a un juego de cajas chinas o de muñecas rusas que van profundizando en el meollo de la cuestión”, explica con un acento internacional, ajeno de ese mexicano que todos conocemos y que ha quedado como estereotipo. “Mi acento es del norte de México y cuando fui a la capital, los niños se reían por ello”, recuerda con un toque melancólico. Pero ahora podría pasar disimuladamente por un cosmopolita parisino en vez de por un mexicano.

Nueve veces el asombro es la novela más concentrada. Es un poema narrado con una prosa de gran intensidad. Pero eso sí, diferenciando el poema de la prosa”, puntualiza cuidadosamente. Su filosofía le lleva a decir que “no es necesario preocuparse por los géneros”, la literatura es literatura se escriba como se escriba. Para él, “escribir es un verbo intransitivo”, como le dijo millones de veces uno de sus profesores.

La escritura es una pulsión, “tienes que sentir la necesidad de escribir algo para hacerlo”, opina. Si no, es difícil escribir y cuando se tiene eso, encuentras “que hay música al escribir”, dice. Quizá por eso no hay una manera natural de escribir. En su caso, el narrador aparece como protagonista en sus novelas. Es un narrador que se implica en la trama, como lo hacía Pier Paolo Pasolini en sus películas.

Sus novelas son una aventura de tratar de comprender el deseo, que va parejo a la forma de escribir sobre el deseo desde el deseo, teniendo en cuenta que el narrador forma parte de esos personajes del relato. “Hay un principio de relatividad que surge después de muchas investigaciones en las que he preguntado tanto a mujeres como a hombres”, nos desvela con orgullo. En una ocasión llegó a preguntar a cinco amigas que se conocían, pero ellas no lo sabían y a cinco amigos a los que les sucedía lo mismo. “El mejor amante de una de ellas, había sido el peor de otra. Por lo tanto, cabe pensar que no existe el amante perfecto”, asevera, que el que para una persona puede ser el mejor, para la otra puede ser el peor. La relatividad de la que hablaba Alberto Ruy Sánchez es incuestionable.

Es para él, Mogador, muy parecido a los desiertos de México, en nada parecido a ciudades imperiales como Fez o Tánger. “En estas tierras no hay distracciones, no hay códigos, vas al grano espiritual, pero vas también al grano del deseo”, elucubra. Cree que los marroquíes que habitan estos desiertos son tan laberínticos como los mexicanos, no por ello mucho emigrante español procedía de estas tierras bereberes. Y también opina que es una ciudad engañosa en la que parece que no te puedes perder, pero lo haces.

Cuando se planteó su experimento con mujeres y hombres para conocer sobre el deseo, se dio cuenta que el género diferenciaba mucho el razonamiento de ellos, “a los hombres les cuesta más hablar de los deseos que a las mujeres; los hombres son más frágiles, quebradizos, inseguros y, para colmo, los hombres tienen peor educación. Tienen prisa por conquistar, suelen quedar más insatisfecho porque no les importa lo bueno vivido, siempre quieren más”, desmenuza el autor de esta magna obra que es un lujazo de edición, que incluye unos caligramas árabes que son una auténtica delicia.

“Un orgasmo es una satisfacción, pero también una limitación histórica y cultural. Siempre quieres más, siempre tienes más deseos y dar más dimensión a tus sentidos, pero el agua se escapa de las manos entre los dedos”, puntualiza. Su conclusión es que hay que educar los sentidos, vivimos en una civilización que está fracasando en la educación, precisamente en todos los sentidos.

Su opinión es iconoclasta en muchos sentidos y, hasta cierto punto, sorprendente. “La modernidad pertenece a la sencillez”, afirma y añade “el poder tiene miedo a los sentidos porque conduce a lo incierto”. Aquí podemos incluir a los poderes religiosos, ya que su opinión va por ese sentido cuando declara que “las religiones son las grandes constructoras del fundamentalismo”.

Aire, agua, tierra y fuego son los cuatro elementos que conocemos. Pero, como, ya hemos señalado, Alberto Ruy Sánchez tiene la certeza de que existe un quinto elemento, la quintaesencia o el asombro, que no es otra cosa que el conocimiento de la revelación poética. “En todas las culturas hay un bloqueo de la capacidad del asombro que la poesía debe rehacer. La poesía existe para renovar lo que los humanos hemos bloqueado”, enfatiza.

En pocas ocasiones nos encontramos con autores tan intensos y que tienen tanto que decir sobre literatura, pero que lo dice desde el alma poética. El autor, persona cosmopolita que divide su tiempo entre México, París y Marruecos, es un enamorado del barroco. México, sólo basta ver sus catedrales, sus edificios civiles, es barroco, es fruto de la Ilustración de una educación y civilización donde los sentidos cuentan donde “las cosas son y no son al mismo tiempo”, como en la propia vida.

Por todo ello, Quinteto de Mogador tiene una concepción contemporánea cuyo objetivo es abrir mentes. Quien crea que lo que hace es novela erótica no tiene ni idea de literatura. Lo suyo es más prosa poética o mejor aún, pura poesía, porque para él “la poesía existe para renovar la dimensión humana”. ¡Cuánta razón lleva!

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