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“El Edificio Yacobián”, de Alaa al Aswany

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El edificio Yacobián
El edificio Yacobián

La obra "El edificio Yacobián", novela del escritor egipcio Alaa al Aswany (El Cairo, 1957), describe a la sociedad cairota desde el interior de uno de los edificios más emblemáticos de la capital de Egipto.

Sus inquilinos, sus visitantes, las relaciones entre ellos configuran un mosaico característico de la sociedad egipcia que desató una fuerte polémica por su retrato sincero y detallado de una sociedad corrupta, donde el sexo, la represión policial, la miseria, el fanatismo y la hipocresía moral y religiosa campan a sus anchas.

El edificio, construido en 1934 en una de las principales avenidas del Cairo, es una imagen representativa de los últimos setenta y cinco años de la historia de Egipto y una virulenta radiografía de la sociedad egipcia contemporánea que se da cita, viviendo o de visita, en este emblemático inmueble.

La obra es coral, son muchos los protagonistas que entran y salen en la trama de la novela, como entran y salen del edificio. Sus moradores están divididos en dos clases. Unos, de extracción burguesa, ocupan los lujosos apartamentos del edificio. Otros, son el lumpen de la sociedad cairota y ocupan unas habitaciones metálicas en la terraza del tejado del edificio.

Entre los personajes figuran Zaki Bei el Desouki, un hedonista alcohólico, cosmopolita y mujeriego, aunque muy infantil en su comportamiento, que hecha pestes del presidente Nasser y la revolución del 52 que le hizo perder su fortuna y un futuro esperanzador como posible dirigente de la nación; Busayna Sayed, una joven dependienta que se deja manosear por unos pocos billetes por su jefe y que acaba uniendo su destino a Zaki Bei; Harem Rachid, periodista culto y homosexual con una turbulenta vida sexual que le hace recorrer bares de baja estofa buscando sexo por una sola noche hasta que conoce a Abd Rabbuh, joven soldado nubio del Alto Egipcio, al que ayuda con dinero que éste manda a su familia.

Hagg Ezzam es un corrupto empresario con múltiples negocios que consigue llegar, con la ayuda del Gran Hombre, al parlamento egipcio, donde consigue hacer grandes negocios que tiene que pagar a sus benefactores. Por último, Taha Shazli, hijo del portero del edificio, excelente estudiante que no consigue entrar en la policía por la posición de su padre, esto le lleva a entrar en la universidad, donde contacta con militantes islámicos radicales, se convierte en uno de ellos y, tras de sufrir múltiples vejaciones en una comisaría donde estuvo unos días recluido, se convierte en terrorista de la yihad islámica.

La novela mantiene un pulso narrativo in crescendo. Pese a ir cambiando de trama, según el protagonista que se trate, la tensión va aumentando hacia finales dramáticos, sin que la situación se reconduzca hacia soluciones positivas. El texto refleja los comportamientos de la sociedad de los años noventa, su lectura es fluida, profusamente documentada y quien no conozca El Cairo, después de leer la obra, no podrá resistirse a su encanto colonial. La traducción es soberbia. El libro ha sido publicado en español por la editorial Maeva, un acierto sin duda por la calidad de la novela.

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