Tus mejores amigos también pueden ser tus peores enemigos. Es tal la costumbre, la cotidianidad de unos días y noches sin alicientes, que cualquier situación ajena a lo habitual se convierte en excusa para ocultar otras carencias.
Estamos buscando algo que no estaba y, de pronto, está. Alguien lo habrá puesto, pero no hay nadie, nadie pasó por aquí después de nosotros. Aun así, no debemos paralizarnos, aunque las cosas no tengan un porqué.