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resena de teatro

20/05/2025@11:11:00
Ibsen planteó su obra dramática de una forma contestataria frente a la sociedad victoriana que le tocó vivir. Y, uno de los conflictos que planteó en ella, fue el de dar a la mujer la posibilidad de ser ella misma a la hora de decidir acerca de su vida y de caminar por una senda de libertad impensable en el siglo XIX.

Un personaje peculiar

Todo acaba en la muerte. Pero, parece ser que, Orlando es imperecedero, y cuando tenga que desaparecer, dejará un vástago que, quizás, viva otros trescientos años, como él.

Blanco sobre blanco, verde sobre verde, incluso negro sobre negro. Todo se expande sobre un imaginario tablero de ajedrez que se retroalimenta de sabias palabras sobre la juventud, el deseo o el amor. En ese suelo sin fondo es donde la libertad es expresada bajo la fervorosa manifestación de la belleza. Una belleza única; una belleza que se apropia de nuestros sentidos como el mejor de los láudanos. Luces. Colores. Sonidos. Danzas. Todos juntos crean nuevos espacios donde caemos rendidos sin más.

Poniéndonos en antecedentes, es 1943, en plena II Guerra Mundial y durante la ocupación nazi en Francia.

El equivocado sentido de la propiedad

Una sombra se cierne sobre la mujer durante siglos y siglos. No solo sobre su cuerpo maltratado, al servicio de la lujuria y la erección de quien se cree superior y por encima de ella. También en forma de palabras, de desprecios, de ninguneos, de no escucha… es el intento del triunfo de la fuerza, de la posición ancestral que hemos ido arrastrando desde que la sociedad agrupa a seres humanos. Pero a algunos no se les puede etiquetar con esa condición de humanidad.

Igual que las tempestades se tornan en calma, el amor se diluye entre los recuerdos que nos proporciona el paso del tiempo. Exigua mirilla de la verdad que nada más que nos deja ver un plano corto que lo enfoca todo en una única imagen. Los antiguos amantes, así, se pierden en la plenitud de un presente que no comparten. Y lo dejan todo en manos de las exiguas muecas de un pasado borroso e inapetente.

"Hay cosas que yo recuerdo que quizá nunca sucedieron, pero como las recuerdo, suceden”

El eco de las palabras queda suspendido en el aire, hasta que se rescata en forma de recuerdo y, entonces, esas palabras cambian, modifican la realidad, dejan de ser el reflejo de lo que ocurrió o, por el contrario, reflejan lo que no ocurrió nunca, pero así se sienten en forma de vivencia pasada.

Mundo onírico mezclado con la realidad

Hemos venido aquí a conocer cuál es El cuarto de Atrás, de Carmen Martín Gaite. Para entender un mundo onírico mezclado con la realidad, los recuerdos con el presente, para conjurar la vida, porque, como bien dijo la propia autora en otra de sus obras, “Lo raro es vivir”.

Que tengo miedo…

“Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches”

Dámaso Alonso – Mujer con alcuza

Nuestras historias

Hay un lugar en el recuerdo que se queda grabado para siempre. Hay una situación personal que se queda en la memoria cuando se evoca a la nada. Hay un sueño que parece convertirse en realidad y muchas realidades que se asemejan a los sueños.

Nos cuenta la libertad

Nace de la oscuridad, posiblemente, aunque, por otra parte, como todos. Pero Cris Balboa, además, nace o viene o se presenta casi como diosa galaica inventada a partir de un Roland, teclado piano electrónico, para incendiarse en el escenario.

Guada y Julieta

Crecieron las rencillas desde tiempos ancestrales. Son rivalidades que vienen de antaño y, aunque se quiera pasar sobre ellas como de refilón, acaban apareciendo las desavenencias, los odios, las críticas y, sobre todo, los intereses. Y, en medio de todo ello, el amor, la fragilidad de dos pechos que se han encontrado, aunque pertenezcan a familias enconadas.

Desahuciados

“Ganarás la luz”, decía León Felipe en uno de sus libros escritos a raíz del destierro, del exilio obligado por las circunstancias adversas de la derrota en la guerra civil española.

A ti no te tiene porqué pasar

Un epitafio en forma de teatro. Cuando la matriarca de una familia fallece, todo lo que parecía atado y bien atado, lo que hacía que esa familia se congregase y mantuviera las formas de la concordia y la aparente unidad, de pronto, se desmorona, surgen las verdades ocultas, las rencillas calladas, las críticas que antes eran veladas.