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VIAJES LITERARIOS

Biblioteca Municipal de Bitburg
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Biblioteca Municipal de Bitburg (Foto: Javier Oliaga)

La moda de las cabinas de teléfonos convertidas en bibliotecas nació en Alemania

La ciudad de Bitburg la pionera de esta moda

martes 10 de enero de 2017, 09:19h

Nos llega Inglaterra la noticia que están convirtiendo las antiguas cabinas telefónicas en bibliotecas públicas, pero esta moda no comenzó allí, si no que lo hizo hace ya unos cuantos años en Alemania, donde pequeñas poblaciones han convertido sus cabinas en bibliotecas municipales. La que empezó la moda fue la cabina de la pequeña localidad alemana de Bitburg, una de las capitales de la cerveza.


  • Biblioteca Municipal de Bitburg


  • El autor del artículo en la biblioteca


  • Centro de adiestramiento nazi de Vogelsang


  • Kino de Vogelsang donde tuvieron lugar numerosos mítines nazis

Biblioteca Municipal de Bitburg
Biblioteca Municipal de Bitburg (Foto: Javier Oliaga)

Recorriendo este verano, de sur a norte, la frontera alemana con Francia, Luxemburgo, Bélgica y Holanda para visitar varios cementerios aliados de la Segunda Guerra Mundial, entre otros lugares. El viaje comenzó en Trier, una de las ciudades más hermosas de Alemania, cuna de Karl Marx, donde pude visitar su casa natal y su museo. Terminaría en Maastricht donde participe en su universidad en una mesa redonda sobre literatura europea. Allí, mi amigo Edwin me mostró lo que calificamos en estas páginas como la librería más hermosa del mundo, la Boekhandel Dominicanen, de la que ya hablé en el artículo más visitado de Todoliteratura el pasado año.

En el largo viaje veraniego pude visitar cinco de los inmensos cementerios aliados que en aquellas tierras existen. También, en el Eifel National Park conocí el centro de adiestramiento nazi más grande del mundo, el Vogelsang. En aquellos bosques, todavía salvajes, caminé por donde caminó Adolf Hitler y sus monstruosos colaboradores, esa evocación todavía me hace ponerme los pelos de gallina. Allí los jóvenes cachorros nazis se entrenaban a unas temperaturas heladoras. Ese frío lo trasladaron a las conciencias de las personas que asesinaron. Vogelsang está en medio de un paraje maravilloso, rodeado de montañas y lagos, parece mentira que aquel idílico lugar fuese utilizado para lo que lo hicieron aquellos salvajes. Después de la guerra, las instalaciones militares, bastante derruidas, por cierto ya que fueron bombardeadas en numerosas ocasiones, fueron ocupadas por la tropas belgas y, posteriormente, por las británicas y no fue hasta hace unos diez años cuando comenzaron a rehabilitar las instalaciones como centro de conferencias. Si visitan aquella zona, no dejen de y visitar el kino (cine) del centro.

Saliendo de Trier y a medio camino de Luxemburgo nos encontramos con Bitburg, ciudad conocida por su cerveza de la misma marca. La fábrica de cervezas se puede visitar en horario matutino. Se recomienda antes de la comida para así ya aprovechar y tomar el aperitivo. La mayoría de los visitantes salen de esa fábrica-museo más contentos de lo debido y la búsqueda de algún restaurante es obligatorio para así apaciguar unos estómagos llenos de líquido espumoso con unas buenas salchichas de la tierra.

Buscando el consabido restaurante, mi amigo alemán Horst, cabecilla del grupo de amigos en aquellas tierras, ya que es de Freiburg y se conocía bien la zona, nos dijo que iba a enseñarnos algo realmente insólito. ¡La biblioteca municipal más pequeña del mundo! Y así fue, en una de las plazas de la población de Bitburg se encontraba una cabina de teléfonos morada llena de libros a rebosar, incluso había unos pocos bancos para poder leer quien quisiese y tuviese tiempo.

“Esta es la biblioteca de la que están especialmente orgullosos los 14.000 habitantes de la ciudad”, nos dijo Horst visiblemente orgulloso. “Esto en España no se podría hacer. Desaparecerían los libros en menos de un día y eso que en mi tierra casi nadie lee”, le respondí con humor, ya que los españoles del grupo áramos voraces lectores.

Si tienen en alguna ocasión tienen la oportunidad de viajar hasta estas tierras alemanas de la Renania-Palatinado no dejen de visitar la ciudad de Bitburg y sus alrededores y vayan a ver la biblioteca-cabina de teléfonos para que puedan asombrarse con la ciudadanía de unos pueblos que en cierta ocasión cometieron los crímenes más execrables que se hayan cometido jamás. A muchos, todavía les da vergüenza. Quizá por ello ahoguen las penas con la mejor de las cervezas y con la lectura de los libros.

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