Con anterioridad, el nómada de Joaquín Campos, que si no me equivoco lleva dieciséis años residiendo fuera de España en lugares y países en los que a más de uno nos daría miedo no sólo vivir, como hace él, sino incluso visitar, porque, entre otras cosas el miedo a lo desconocido, que es libre, pero también infundido por quienes manejaron y manejan los hilos del poder tanto en Oriente como en Occidente -para mejor gobernarnos-, nos han inoculado un sinfín de supercherías y de añagazas que nos tiene el ánimo acobardado ante lo raro, lo extraño o lo diferente, y esto es válido para cualquier sociedad de las existentes en el orbe, dado que en nuestros días, estamos viviendo un control exacerbado del individuo a través de lo que se ha venido a llamar la inteligencia artificial, y todos los artilugios que la misma conlleva para hacerlo posible, desde su teléfono móvil, hasta los satélites de geolocalización, los rastreos a través de Internet, la masificación de cámaras de vigilancia en calles y carreteras y hasta en su propio vehículo, asuntos que, de verdad, si lo pensamos, sí que son para que nos dejaran espantados y sin embargo, aquí estamos, tan panchos. Bien, decía, que Joaquín Campos con anterioridad, había publicado Faltan moscas para tanta mierda, Doble ictus, Cartas a Thompson, La verdad sobre el caso Segarra, Maëlys y todas las mujeres, Veinte brotes, Catres, Últimas esperanzas, Poeta en Pekín, Demasiado humano, Ajuste de cuentas y Diccionario, antes de este diario que ahora nos presenta: Pedagogía, que tiene como subtítulo Cómo ser un mejor escritor, y que es la continuación de lo que principiara con Ajuste de Cuentas, y que ya avisa que continuará en próximas tiradas.
Por tanto, nos encontramos ante un escritor que cultiva la poesía, el periodismo de investigación y la narrativa en sentido amplio, con una obra que ya comienza a ser extensa y que no pareciera que vaya a venir a menos, dada la afición a las letras -a la lectura y a la escritura- demostrada por Joaquín Campos en el último decenio.
He leído buena parte de los libros de Campos y sobre alguno de ellos he hablado, y en el caso que nos ocupa, Pedagogía, tampoco me privaré de hacerlo.
Pedagogía, según consta al final del diario, fue finiquitada en Bali, el 18 de julio de 2022, y llevada a las librerías por Sr. Scott Libros en marzo pasado. O sea, que las peripecias que se cuentan comenzaron en Santa María, Isla de Sal, el 4 de noviembre de 2020, y se dieron por acabadas en la fecha descrita, en total y si no he contado mal, veintiún meses de la vida de este escritor inquieto e inquietante a veces, por la forma que tiene de contar lo que piensa y lo que hace, que, no obstante, no dejará indiferente a nadie por estar a favor o en contra de lo que manifiesta, pero, sobre todo, en cómo lo hace: “En mi eterna caída libre, sustentada solamente por los sueños cumplidos y los que están por llegar -como los sueños de la sociedad son colectivos no entienden los míos-, me apresuro a decir que conjugo a la perfección mi dicha infantiloide y las puertas que no sólo abro, sino que traspaso, hacia dimensiones que no sé cómo podré superar.”
Y es cierto que no tiene pelos en la lengua Joaquín Campos, que la lectura de cualquiera de sus obras puede alarmar a conciencias cándidas, pero, estamos hablando de literatura, y en ella, si está bien escrito lo que se nombra, y Pedagogía lo está, lo demás lo dejaremos al albur de esas mentes doctrinarias y censoras, sean del jaez que fueren, que intentan coartar la palabra. Y en última instancia, siempre queda la réplica, que para eso está también la crítica, aunque a veces la misma en nuestro país, se conforme las más de las veces con halagar a los amigos o a los libros publicados por tal o cual de la misma editorial, que de eso van la mayoría de las revistas literarias que van quedando en este país, en las que priman más los intereses personales o grupales, que la calidad literaria.
Pero, ese no es el caso de quien escribe. Pedagogía es un diario que he leído desde la primera hasta la última página (323 en total), y que contiene exactamente 872 entradas, y que alguna me ha chocado por su crudeza, por la descarnada forma de narrar que el escritor utiliza, pero, reitero, más allá de eso, la he leído con gusto y no seré yo el que venga a enmendar la plana a persona alguna, a estas alturas de mi existencia. Está bien escrita, y basta.
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