Vicente Ferrer, diputado en Cortes, fue el encargado de introducir el turno de Sebastián Roa, y sucedió así en su labor a Santiago Posteguillo, que llevó a cabo el bautismo de la novela en Valencia, y a José Luis Corral, quien ejerció de maestro de ceremonias en Zaragoza. Corral, además, es el autor del prólogo de la novela. Vicente Ferrer centró su discurso en el reconocimiento de la épica historia protagonizada por la Corona de Aragón en la Edad Media, así como en el estilo narrativo, ágil y adictivo, que usa el autor. Como en el caso de los demás presentadores, Ferrer remarcó el acierto en la narración de las batallas, el equilibrio entre el rigor histórico y la calidad literaria, y la cruda descripción de los avatares políticos que protagonizan reyes, príncipes y papas que contribuyeron a decidir nuestra historia.
Por su parte,
Sebastián Roa incidió en los valores caballerescos que se ponen de manifiesto en su novela, y se refirió específicamente al actual ejemplo japonés, y en cómo un pueblo amante de sus valores es capaz de preservarlos y servirse de ellos para reponerse de un desastre sin parangón en su historia. A este respecto afirmó que, desgraciadamente, los valores positivos de nuestro pasado han sucumbido al mismo tiempo que los negativos. También puso de manifiesto la importante carga épica de la historia española, y en cómo una aventura como la expansión mediterránea de la Corona de Aragón supera, salvando las distancias, a otras epopeyas ajenas pero más celebres, como los desembarcos norteamericanos en Guadalcanal o Normandía. De hecho lamentó que episodios como estos sean más conocidos y ensalzados por los españoles que otros propios que por desgracia desconocemos, y se quejó de que el estudio de la Edad Media sea tan limitado en nuestra enseñanza, pues hay bastante más que contar aparte de la resistencia de Pelayo o de las cabalgadas del Cid Campeador. También quiso romper una lanza a favor del protagonismo valenciano, aragonés y mallorquín en la peripecia de la Corona de Aragón, y afirmó que no solo Cataluña tiene historia medieval.
Venganza de Sangre, novela publicada por la editorial Tropo, arranca en el año 1283 y en la isla de Malta, disputada por las casas de Anjou y Aragón. El protagonista es Duran, hijo de un noble angevino, que asiste a la muerte de su padre en la terrible batalla naval de la Gran Bahía, y acto seguido presencia cómo su madre es forzada y asesinada. El felón, villano por excelencia en la novela, es el almogávar Ferrer Zintero, sobre quien pesa a partir de ese momento el deber y el derecho de venganza que ata al linaje de Duran. El pequeño es adoptado por un caballero de la aragonesa villa de Ejea y educado en los valores de la caballería. La novela nos referirá sus dudas, su evolución, sus amores y odios, sus alegrías y sufrimientos, y nos paseará por los últimos años de existencia de la orden del Temple, por la persecución que sufrieron sus miembros, por las maquinaciones de reyes, cortesanos y clérigos, por las ansias de independencia y de expansión, y por los campos de batalla de la época. El autor construye el argumento alrededor de varias tramas convergentes y aderezadas con episodios de acción, misterio y romanticismo. Se trata de una historia que trasciende lo español, puesto que el protagonista viaja por todo el Mediterráneo, Provenza, Francia e incluso Escocia, y en la que existe una constante reflexión sobre lo moral y lo útil de la venganza.
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