Cuando hace tres años me invitaron, por primera vez, a cubrir el certamen ubetense no sabía bien a lo que iba. Me bastaron unos pocos minutos en Úbeda para comprender a lo que me enfrentaba. En mi primer paseo por la ciudad, que ha visto nacer a Antonio Muñoz Molina, Jesús Maeso de la Torre o Joaquín Sabina, comprendí lo que allí se cuece cada noviembre de todos los años. Al doblar la primera esquina me encontré con una decuria de romanos del Imperio -no confundir con los republicano-, a pocos metros al salir a la plaza del ayuntamiento me topé con varias compañías de soldados de la Segunda Guerra Mundial de diferentes países. “Creo que me he metido, por casualidad, en una máquina del tiempo y yo sin enterarme”, pensé con los ojos desorbitados y la mente no menos.
Fue todo un descubrimiento conocer Úbeda en los días de su certamen, lo pasamos tan bien, con autores como Jesús, Álvaro Arbina, Chani, Massimiliano Colombo que cuando al año siguiente me volvieron a invitar no pude decir que no. Al contrario, estuve deseando durante meses que llegase el momento de pasar unos días en la ciudad jienense que desde el primer día ocupa un lugar preeminente en mi corazón. Además, le saqué mucho partido a la estancia porque tanto las presentaciones, como las conferencias, fueron fantásticas. Y realice varias entrevistas que publiqué en Todoliteratura.
El año pasado volvieron a pasear por Úbeda centurias romanas de la mano del escritor italiano Valerio Massimo Manfredi, también acudió Maeso de la Torre, factótum del certamen, que presentó nuevo libro y nos anticipó a David Yagüe y a mí, teniendo como testigo al escritor Leon Arsenal, de lo que trataría su libro recién publicado esta temporada. Escritores como Sebastián Roa, que se hizo acreedor al premio a la mejor novela histórica del año con “Las cadenas del destino”, Emilio Lara, un auténtico superventas con su “El relojero de la Puerta del Sol” y por su bonhomía, Yolanda León, escritora y recreadora histórica, Luis Miguel Sánchez-Tostado y Claudia Casanova, a la que tuve el honor de presentar su penúltimo libro, participaron en la edición del pasado año. Compartimos momentos intensos en amenas charlas literarias y de regocijo para el alma.
Casi al despedirnos para una próxima cita, Pablo Lozano, director del certamen, nos lanzó un desafío a David Yagüe y a mí, “¿a qué no sois capaces de vestiros el año que viene en el certamen?”, nos dijo entre risas. Por supuesto, cogimos el guante que nos arrojó y este año que pronto acabará, nos ha visto participando en la recreación de las sufragistas británicas, por cierto con un cierto acento andaluz y mucho de las sufragistas de Mary Poppins, deambular por las calles de Úbeda a empujones de esas intrépidas sufragistas.
Pero no sólo, nos tuvimos que vestir de bobbies, tanto David como yo, tuvimos que desdoblarnos y realizar entrevistas durante los desayunos, presentar libros, ser miembros de los diferentes jurados de los premios y participar en las recreaciones. Pablo me dijo, meses atrás a quién de los autores participantes me gustaría presentar. Yo, sin dudarlo, escogí a Sebastián Roa, un grandísimo escritor que me sorprendió con su “Enemigos de Esparta”, y una no menos grandísima persona. Nada más publicar su libro, ya le había entrevistado y me hacía mucha ilusión presentarl. A los pocos días, Pablo me preguntó si había leído el último libro de Jorge Molist. Ya lo había leído y entrevistado y me volví a arrojar otro guante al rostro. “Pues preséntalo, por favor”, me dijo. No podía decir que no, conozco a Jorge desde hace años y su libro me parecía el mejor de los que ha escrito hasta el momento, con el que ha ganado el Premio José Manuel Lara de Novela.
Loa hados quisieron que en una misma tarde tuviese que presentar a Sebastián y a Jorge y casi sin darme tiempo a terminar, vestirme de bobby, esos policías británicos conocidos como tales, es como si la policía autonómica madrileña llamase a sus miembros isidros; todo un tour de forcé para el que esto escribe. Entre nervios y stress pasó aquella tarde-noche que concluyó entre empujones. “No veas como empujan las jodías y tiran las piedras a dar”, me informó un David porra en mano. Por supuesto, que tenía razón. Me vapulearon, me empujaron, me dieron con una pancarta en la cabeza y menos mal que el casco me libro de algún que otro golpe más. Empotrado entre aquellos policías de hace un siglo, la experiencia fue gratísima, ya que me hizo vivir un tiempo que en ninguna de mis reencarnaciones anteriores viví.
Pablo Lozano al despedirnos, nos volvió a retar. “Ya veremos de que os vestimos el año que viene”, nos soltó rotundo. “De espartanos”, gritaron a coro las periodistas que cubrieron el certamen, esperando reírse de nuestros flácidos cuerpos haciendo de protagonistas de película de Hollywood. Este año, han sido más los medios de comunicación que han cubierto el certamen, Canal Sur, ABC, 20 minutos, Zenda, Todoliteratura, La historia en mis libros de Eva María Martín, etc.
La nómina de escritores no ha podido ser, este año, mejor. Rompieron el fuego, Álvaro Arbina y Fernando Martínez Laínez, ambos repetidores. David Yagüe, que en 20 minutos lo arregla todo, moderó una mesa redonda con los escritores de novela histórica japonesa David B. Gil y Sergio Vega. Durante el certamen serían conocidos como los japoneses. También Francisco Narla, alias el aviadro, podría haberse unido al grupo, ya que tiene varias novelas de japoneses aunque en esta ocasión presentó “Laín. El bastardo”. Martínez Laínez estaba encantado con él, “soy Laínez, el hijo de Laín”, no paraba de repetir en toda recepción que se producía, también hizo muy buenas migas con Jorge Molist y su encantadora esposa Paloma. Jorge manifestó su deseo de volver en próximas ediciones a presentar sus nuevos libros. Estoy seguro que “Canción de sangre y oro” tendrá una próxima continuación con las andanzas de Pedro III de Aragón.
Emilio Lara, como buen jienense, estuvo en su salsa. Actúo de cicerone con Isabel San Sebastián, y fue el encargado de dar el premio Ivanhoe a nuestro querido Jesús Maeso de la Torre, uno de los más grandes escritores de novela histórica del país, que ha visto como otros autores se han basado en sus libros para escribir novelas bastante inferiores a las suyas. Por la noche, descansábamos tomando una copa en el pub “La Beltraneja”, no podía ser menos histórico este lugar con dicho nombre de la rival de Isabel la Católica. Allí charlábamos de lo acontecido durante el día y de lo bien que el equipo que encabeza Pablo L. Antonelli funciona. Pedro, Sebastián, Alberto y muchos más consiguen que todos los participantes se encuentren como en su casa. Este año la familia ha crecido y no sólo con uno más, sino con varios escritores como Olalla García, Agustín Tejada, algunos de los anteriormente mencionados y Marcelino Santiago. Una familia que seguirá creciendo y que se merece un puesto de honor entre los certámenes literarios del mundo. Si nos dejan y no hemos hecho mucho el ridículo, el año que viene volveremos a estar presentes en Úbeda, que ya ocupa un lugar destacado en nuestro corazón. Ya sabemos lo que es el amor y esperemos que Pablo se apiade y no nos vista ni de espartanos ni de comanches. ¡Que sea lo que el destino quiera!