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Andrés Pascual
Andrés Pascual (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Andrés Pascual: "El planeta se está convirtiendo en una gran favela"

Autor de la novela "Edén"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Siempre hay alguien que está dispuesto a convertir una favela en una obra de arte y unas de esas personas son el colectivo Boa Mistura (www.boamistura.com) donde me cita el escritor riojano Andrés Pascual para hablar sobre su última novela Edén”, un thriller trepidante que ocurre en una semana por tierras brasileñas. Ahora que tan de moda están por la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol.

Andrés Pascual
Andrés Pascual (Foto: Javier Velasco Oliaga)

El mayor espectáculo del mundo, dicen ahora, como antes decían del circo ¡y yo que siempre creí que el mayor espectáculo del mundo es la puesta de sol en una playa leyendo un libro! Debo seguir siendo un iluso. No así el autor de esta curiosa historia, en la que una joven española, campeona de kárate, vive una increíble peripecia en las bonitas tierras brasileñas.

Aunque pueda parecer un contrasentido, los políticos hacen todo lo posible para que “el planeta se esté convirtiendo en una gran favela” y colectivos como Boa Mistura hacen lo contrario. Andrés Pascual los conoce muy bien porque uno de los cuatro miembros del colectivo es primo suyo. Ver lo que han conseguido en la favela de Brasilandia es sencillamente espectacular y el autor lo ha llevado a su libro denominándola Monteluz. Pintar diversos callejones de distintos colores y ayudados por los propios habitantes debió ser una experiencia inolvidable. Como ellos mismos dicen, es “un trabajo de acupuntura urbana”. Uno de sus últimos proyectos ha sido el diseño del último CD de Carlos Santana.

Andrés Pascual es un escritor insólito, proveniente del mundo del rock, del que guarda cierta estética. Es un personaje muy humano que busca el lado positivo de la vida. Sus historias tienen algo de autoayuda y autoconocimiento, pero siempre guardan algo más. “Si miras con el corazón en vez de con los ojos podrás conocer algún edén en el mundo”, afirma. Si bien es cierto que cada vez están más ocultos y cada vez son más pequeños, “ha llegado el momento de despertar”, dice y sus novelas nos ayudan a ello o, por lo menos, a mirar con otros ojos la vida.

La novela transcurre, entre otras ciudades brasileñas, en Sao Paulo, la capital económica del país. Es como Nueva York, con infinitos rascacielos, salvo que están rodeados de favelas por todos los lados. Una isla económica en medio del mar de la pobreza. “Lo que ocurre en Sao es muy representativo de lo que está pasando en el resto del planeta. Las grandezas y miserias viven juntas”, explica metódico y subraya lúcido que “la desigualdad, la inestabilidad y la crisis de sostenibilidad son la principales características del mundo de hoy”.

Brasil como país encarna esos tres problemas con unas zonas ricas y otras desfavorecidas. “Rio de Janeiro es la parte folklórica del país y Sao Paolo es la innovación, prosperidad y el centro de la creatividad. Viven un conflicto interior muy fuerte”, apunta. Con el Campeonato del Mundo de Fútbol se están viviendo contradicciones muy importantes. “Es verdad que el fútbol corre por sus venas, pero se rebelan contra el Mundial, están dispuestos a sacrificar a lo que más aman, ir contra su propia idiosincrasia y sus propias pasiones para buscar justicia”, analiza metódico. Su conclusión es clara: “El país necesita un cambio”.

Pese a que Edén está localizada en Brasil, no es una novela brasileña, podría haber ocurrido en cualquier país del mundo. Lo importante son los protagonistas que se ven en la tesitura de poder cambiar el mundo o, al menos, buscar una alternativa para hacerlo. Andrés Pascual utiliza viajes geográficos para convertirlos en literarios, para mostrar las pasiones y las frustraciones de sus personajes, todo ello, dice con delicadeza, “me han convertido en mejor persona”.

De ahí que utilizase el Tibet para El guardián de la flor de loto, su primera novela o la música en la corte del Rey Sol en El compositor de tormentas y una ubicación inusual como la isla de Madagascar. En su tercera novela, El haiku de las palabras perdidas utilizó Japón después de un viaje a aquellas tierras orientales. “En aquella ocasión no sabía lo que quería escribir, fue saliendo poco a poco, sin embargo, en Edén sabía la trama desde el primer momento y su estructura, solo le quedaba ir dibujando el desarrollo de la heroína basado en el Génesis, “dibujar el camino del héroe en una sola semana”.

La novela, como todas las suyas, es muy visual, muy cinematográfica, donde los diálogos sostienen la base. “El diálogo es la vía más directa hacia el ritmo narrativo que necesita la literatura para el gran público. Cualquier párrafo, por bello que sea, hay que eliminarlo si quita ritmo a la narrativa”, opina sobre su proceso creador y subraya “en el diálogo se detecta si una novela funciona o no”.

Aún así sostiene que “el futuro es de la imagen”. Pero en su novela la protagonista es Mika, la encargada de dar la vida y de preservarla. Es generosa y se entrega de forma absoluta por intentar cambiar el mundo. “Ahora el mundo está lleno de mineristas, cuando sean capaces de extrapolar su economía a nivel planetario todo empezará a cambiar”, cree. Y entonces será posible el edén, pero el de todos, no el de unos pocos.

“El modelo de civilización actual no sirve para el mundo que hemos creado. Hay que innovar, no a través de emprendedores mercantiles, sino a través de emprendedores sociales”, apunta convencido. Pero quédense con esta idea. Hay que ir hacia la consecución del beneficio social, ya lo estamos viendo en Brasil en estos días. Hay que tener una nueva actitud ética inquebrantable ante la vida, forjar cada uno su propio credo. Si no, nos pasará lo que está ocurriendo ahora que los adultos se frustran y buscan cada vez más el camino espiritual, que no religioso. En este papel Oriente nos viene bien como espejo, “ya que contempla nuestra propia realidad”, pero no la resuelve.

Para escribir su cuarta novela ha estado 16 meses escribiendo y corrigiendo, además de dos viajes a Brasil. Y para él es tan gozoso documentarse viajando como escribir las cuatro horas diarias que dedica. “Soy ultra metódico, no le quito horas al sueño ni a nada”, nos desvela. Lo que quiere aportar con su literatura es que nos libremos de pasar tantas horas viendo la televisión. “Están construyendo el futuro nuestro a través de la televisión, de ahí que anhelemos el modelo de éxito de nos muestra. Está caduca”, opina.

Su fórmula para salir de ese bucle obsceno, de este río sin principio ni final es “mirar con el corazón para ver qué es lo deseamos, qué es lo que nos satisface. Lo importante no es conseguir la felicidad, sino la serenidad”, concluye. Poco más se puede añadir, sólo que lean Andrés Pascual, un escritor dispuesto a no parar de crecer.

Puede comprar el libro en:

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