La novela nos traslada inicialmente al Ducado de Alta Lorena en 1187. Tras la muerte de su padre, el joven mercader de sal Michel de Fleury se hace cargo de los negocios familiares. Son tiempos difíciles para los comerciantes, ya que la avaricia del clero y el despotismo de la nobleza gravan con abusivos impuestos a los mercaderes y sumen al pueblo en la miseria, y dicho empeño provocador desatará cruentas luchas de poder.
Es entonces cuando el carismático Michel decide desafiar a los poderosos para cambiar las opresivas leyes del comercio y abanderar las ansias de libertad de un pueblo. Sus medidas, revolucionarias para la época, lo envuelven en una mezquina lucha de poderes. Así que, cuando propone construir un puente alternativo para evitar las tasas de los señores feudales, sus enemigos harán todo lo posible por derrotarlo, hasta el punto que verá peligrar su vida y la de la mujer a la que ama...
La sal de la tierra es una apasionante epopeya en la convulsa Europa del siglo XII que nos relata con gran lujo de detalles cómo era la vida de los comerciantes en esta época. La gran precisión de
Daniel Wolf a la hora de describir el comercio, el funcionamiento de los gremios o las encarnizadas luchas para arrebatar algún derecho privilegio a los nobles o a los eclesiásticos es sin duda lo mejor de la novela y lo que hace, junto con su genial trama, que sea tan buena.
Dicha trama es muy interesante ya que nos relata una lucha de David contra Goliat, de un grupo de hombres que no tienen prácticamente poder y que luchan por su libertad con sus limitados recursos contra aquéllos que abarcan enormes poderes terrenales y pueden hacer lo que les venga en gana y que además disponen de una enorme cantidad de recursos a su alcance. Esta lucha cuyo resultado, en principio, podría anticiparse con aparente facilidad, se ve muy influida por el ingenio de unos pocos que logran plantear una cierta resistencia a las autoridades pese a su situación de inferioridad en el conflicto.
Daniel Wolf sabe cómo jugar con la tensión derivada de estas situaciones de un modo excepcional y consigue mantener una intriga que abarca no sólo las luchas de los mercaderes por justicia contra los abusos que sufren, sino también en tramas que abarcan las cruzadas, las dificultades derivadas de la monarquía electiva del Sacro Imperio Romano-Germánico o una historia de amor que parece destinada a un final trágico.
En definitiva,
La sal de la tierra es una apasionante historia de ideales y amor que muestra un magnífico retrato de la sociedad medieval del siglo XII a través de una trama que les resultará difícil de olvidar.
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