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“El monasterio”, de Luis Zueco

sábado 18 de agosto de 2018, 01:00h
El monasterio
El monasterio

Luis Zueco se ha convertido en muy pocos años en uno de los escritores de novela histórica más reconocidos de España. Con “El monasterio” vuelve a demostrar nuestro aserto. La novela con la que concluye su trilogía medieval es una pequeña obra maestra del thriller histórico, algo que está a la altura de muy pocos autores.

En su trilogía medieval trata los tres estamentos más importantes de la Baja Edad Media: nobleza, clero y tercer estado. La nobleza vivía en los castillos, que a su vez servían de puntos de defensa de las tierras feudales; el clero, vivía en los monasterios y el tercer estado en los burgos que en el medievo se comenzaron a construir y comenzaron a tomar, cada vez, más importancia y preeminencia.

Luis Zueco ha tratado en sus tres novelas: El castillo, La ciudad y El monasterio, esos tres estamentos fundamentales que gestaron una época donde la vida valía muy poco y estaba en manos de los nobles. “El monasterio” es, quizá, su novela más sólida y mejor urdida de su trilogía medieval porque escribe, además de una buena intriga, sobre la tierra que le vio nacer y que conoce tan bien. A su dominio de la historia une, en esta ocasión, el factor sentimental de un terreno que ha mamado desde su nacimiento.

Si la lectura de su libro nos da una visión de la vida en los monasterios en el siglo XIV, además añade una intriga casi detectivesca que nos mantiene en vilo durante buena parte de la novela y que no se resolverá hasta el capítulo final y muy al final. La novela está dividida en siete apartados que se corresponden a los siete días que tarda el protagonista, Bizén de Ayerbe, un ayudante del notario real del reino de Aragón, que tendrá que resolver un crimen cometido dentro del monasterio de Santa María de Veruela.

El autor borjano ha situado la acción de su novela en el monasterio cisterciense de Veruela que tan bien conoce. De arquitectura románica en sus inicios, pasó por el gótico y hasta el medieval, como demuestra su claustro. Sorprende que sea un monasterio fortificado, aunque al estar en un terreno fronterizo no nos debería asombrar en demasía. Detrás de sus muros, las pasiones humanas se desbordaban en contra de lo que la regla de San Benito estipulaba.

Las descripciones de los lugares son afinadas y de una gran riqueza prosística. Lo mismo ocurre cuando describe a los protagonistas de la novela, que bien podríamos denominar también como coral, llegando hasta lo más profundo de su alma. Estos hermanos cistercienses escondían más de lo que mostraban. Son muchos los secretos que guarda el abad y varios de los hermanos del monasterio, que llegan a tener ramificaciones con otros reinos allende de los Pirineos.

A la vera del Moncayo, dicen que el cierzo vuelve locos a los habitantes de aquellas tierras. No sé si locos, pero, desde luego, las pasiones estallan hasta en las personas más comedidas. Algún pasaje tiene claras influencias becquerianas, homenaje que hace el autor a uno de sus escritores más queridos.

La trama de la novela va ganando en complejidad según avanza su desarrollo, hasta tal punto que sus ramificaciones se convierten en un tour de forcé para el lector, lo que hace que el disfrute sea aún mayor. Al final, todas las piezas encajan de manera milimétrica con lo que Luis Zueco consigue una novela que funciona con una precisión asombrosa. El autor hace que seamos un poco menos ignorantes sobre este periodo de la historia que forjó una nación que no conocemos muy bien.

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