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Antonio Gamoneda y Joan Tarrida
Antonio Gamoneda y Joan Tarrida (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Antonio Gamoneda: “Me pregunto si la posguerra ha terminado”

Autor de “La pobreza”
viernes 27 de marzo de 2020, 20:12h

Antonio Gamoneda publicó antes de la pandemia del coronavirus el segundo tomo de sus memorias, y no sabemos si el último, “La pobreza”. Título premonitorio de lo que está por venir; en unos días vamos a volver a esa pobreza que se instaló en España después de la guerra civil si este gobierno, que está demostrando ser completamente incompetente, no lo remedia. De ahí que el poeta se cuestione: “me pregunto si la posguerra ha terminada”. Está claro que no.

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Antonio Gamoneda
Antonio Gamoneda (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Seguimos viviendo en un mundo profundamente injusto donde los políticos no respetan ni la Constitución. “Si todos tenemos derecho a una vivienda digna por qué siguen habiendo desahucios”, se sigue cuestionando el vate leonés y abunda más “hay dinero para salvar a los bancos, a las grandes empresas y a las grandes fortunas, pero son incapaces de salvar al pueblo llano”. Un panorama desolador que en estos días se está universalizando debido al coronavirus.

“En La pobreza comienzo por el año 1945 cuando entro a trabajar en el Banco Mercantil de León. De la noche a la mañana dejo mi infancia y mis estudios para contribuir al sustento de mi familia”, evoca el poeta que se afincó en León con su madre en 1934, su padre había muerto un año después de su nacimiento. Desde entonces ha estado ligado a la capital del Regium Leonensis. “Posteriormente, trabajaría en la Fundación Fray Bernardino de Sahagún, que dirigía el padre de mi amigo Luis Mateo Díez”, apunta con ojos melancólicos.

En el libro, “he querido hablar no sólo de mi pobreza de aquellos años sino de la pobreza que sufríamos todos gracias a la cartilla de racionamiento que nos hacía mal comer. Vivíamos en un estado vigilado. A veces sigo teniendo miedo de lo que es nuestra España”, analiza con una visión que muy pocos escritores españoles tienen en la actualidad. Por desgracia, ahora seguimos viviendo en un estado vigilado en el que apenas nos podemos mover y asistimos con los ojos desorbitados a las estanterías vacías de los supermercados, como si estuviésemos en posguerra.

“Escribir La pobreza ha sido un encuentro conmigo mismo”

Para Antonio Gamoneda, “escribir la segunda parte de mis memorias ha sido un encuentro conmigo mismo. Había cosas que desconocía sobre mí personalidad. ¡A estas alturas! Esta introspección me ha servido para ir encontrándome y reconociéndome por esas esquinas de la memoria. Mi mecánica más trabajada es la poesía, que tiene la cualidad de realizar la introspección. Si no la tienen la poesía, no la tiene ningún otro género literario”. Todo un ejercicio de volver al pasado con los ojos del presente.

Estamos viviendo el fracaso de las ideologías

“Si en algún momento, esperábamos algo de la llegada de la democracia, la decepción no ha podido ser mayor. Creo que la espera no está agotada”, apunta con decisión y agrega “en España permanecen los mismo componentes del reparto de la riqueza de siempre. Esperar la llegada de la democracia social es una simpleza. Yo esperaba que hubiese una solidaridad más grande y que el bienestar fuese general, pero ya estamos viendo los resultados”.

En el libro, se habla hasta el año 2000, “aunque hay alguna referencia al momento actual”, especifica el poeta. “Lo más chocante del presente es el fracaso de las ideologías y la Constitución es un reflejo de ello. Vivimos en una dictadura económica. La democracia es una conquista que todavía no hemos realizado”, concluye Antonio Gamoneda que cree que los dos poetas fundamentales del siglo pasado fueron Federico García Lorca y Claudio Rodríguez. Sostener eso le ha traído más de un quebradero de cabeza.

Antonio Gamoneda nació en Oviedo en 1931. Al año siguiente murió su padre, y en 1934 su madre se trasladó con su hijo a León. Las dos figuras atraviesan su poesía: el padre, también llamado Antonio y también poeta (publicó un único libro en 1919, Otra más alta vida), como el latir silencioso de un vacío; la madre, como presencia permanente del primer al último texto, núcleo esencial de los procesos afectivos y de conocimiento.

En León, madre e hijo vivieron en el extrarradio obrero, en el límite permeable del mundo urbano y el rural, en medio de dificultades económicas, testigos próximos de una sangrienta represión durante la Guerra Civil y la posguerra. Sin haber podido completar sus estudios, Gamoneda entra en 1945 como recadero en una oficina bancaria, en la que siguió trabajando —en distintos puestos— durante veinticuatro años. Mientras suele darse como rasgo característico de los poetas españoles de su edad una condición burguesa y universitaria, en su caso la condición obrera —no solo en lo laboral, sino también como conciencia— parece decisiva en la cristalización de su personalidad y su obra.

Durante los años cincuenta y sesenta, un doble esfuerzo se añade a la vida de Gamoneda: por un lado, una formación cultural y literaria autodidacta y una tarea intensa de escritura, iniciada desde muy joven; por otro, la militancia antifranquista asociada a un grupo de amigos que acabó disuelto por las «desapariciones» (suicidios, locura, accidentes, envilecimiento). Todo ello se va decantando como otro de los núcleos que subyacen a su poesía y la alimentan.

Colaboró desde fuera con las revistas leonesas Espadaña, integrada por poetas mayores que él, y Claraboya, promovida por otros más jóvenes. En 1969 empezó a trabajar en la Diputación Provincial, encargándose de poner en marcha sus servicios culturales; creó la colección «Provincia», que dirigió en su época más brillante, e impulsó también una prestigiosa sala de exposiciones. Con posterioridad, fue gerente de la Fundación Sierra-Pambley, entidad creada en 1887 por los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza y consagrada a la educación de campesinos y obreros.

La recepción de su obra se normalizó en la segunda mitad de los ochenta, cuando Antonio Gamoneda recibió el premio de Castilla y León de las Letras (1985) y el Nacional de Poesía por Edad en 1987 (volumen que recogía su poesía hasta entonces). En 2004 Galaxia Gutenberg publicó una nueva edición de su poesía reunida con el título de Esta luz, objeto en 2019 de una reedición corregida y ampliada en dos volúmenes.

En 2005 fue galardonado con el Prix Européen de Littérature y en 2006 con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Ese mismo año obtuvo el premio Cervantes, el más alto reconocimiento literario en lengua española. En 2009 Galaxia Gutenberg publicó Un armario lleno de sombra, primer volumen de sus memorias que ahora, en 2020, se completan con la publicación de La pobreza en la misma editorial.

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