En más de 700 páginas, el autor, con un enorme amor hacia esa ciudad, valiosa como pocas, nos aproxima, sin ambages, a la gran urbe de Toledo, y todo lo que representó en la Historia la ‘Toletum’ de los carpetanos prerromanos. No obstante, desde el punto de vista historicista más riguroso, los toledanos no son castellanos, sino, sensu stricto, del REINO DE TOLEDO, con personalidad propia, reconquistados, paradójicamente por dos REYES DE LEÓN o del Regnum Imperium Legionensis; ya que Castilla o el mismo Reino de Castilla no existía como entidad independiente, sino que estaba subsumida en la CORONA DE LEÓN; guste o no guste esta esta es la realidad histórica rigurosa en el Medioevo, ad infinitum. Me estoy refiriendo a: RAMIRO II “EL GRANDE o EL INVICTO o el MAGNUS BASILEUS” DE LEÓN, y luego por ALFONSO VI “EL BRAVO” DE LEÓN; sin olvidar lo que representó, esa ciudad, para el soberano de ‘las cuatro religiones’ ALFONSO X “EL SABIO” DE LEÓN, DE CASTILLA Y DE ANDALUCÍA, que era tal como el propio monarca signaba o firmaba todos sus documentos. El rigor, tan microscópico muchas veces en lo referido al análisis del Alto, Pleno o Bajo Medioevo, no debe faltar nunca, más bueno sería que sobrase. Y, no se debe olvidar, en ninguna circunstancia, que el neogoticismo toledano es heredado y difundido, de ahí la calificación de emperadores para todos sus REYES, por los soberanos del historicista Regnum Imperium Legionensis, y no por otros. «Nuestra Jerusalén, nuestra Roma. Urbs regia del reino visigodo, corazón de un reino taifa, referente de la Reconquista, ciudad de muchas culturas, rebelde e imperial en un mismo siglo, baluarte de las artes y las letras y cabeza religiosa del Reino. Desde los primeros asentamientos a orillas del Tajo, como el del cerro del Bú, hasta la Toledo de nuestros días, pasando por Toletum, Tulaytula o la Ciudad Imperial, Daniel Gómez da vida, con rigor y pasión, de forma meticulosa pero entretenida, a todos los pueblos y personajes que dejaron su legado a través de los tiempos para recomponer y rescatar del olvido la ciudad más importante de nuestra historia, solo comparable, tal y como defiende el autor, a Jerusalén o Roma. Una biografía reveladora, novedosa y brillante de la ciudad sagrada». En las páginas 191 y 199 ¡nada de lo que se escribe!, erróneo absolutamente: “… frenar al ejército leonés y castellano… O …el rey cristiano Alfonso VI”; si partimos de la base histórica muy rigurosa y seria de que, tal como el propio soberano de intitulaba, y que era como de ‘REY DE LEÓN o EMPERADOR DE ESPAÑA’; obviamente su titulación imperial es siempre inherente a los soberanos de León; por lo tanto, en este caso, Castiella y lo castellano huelga por inexacto, tozudez historicista al margen. Dejando de lado la época esencial de su relación bélica contra los púnicos o cartagineses de Aníbal Barca "el Grande", en el camino seguido por el Bárcida para poder conformar un ejército, lo suficientemente solvente, y de esta forma estar en condiciones de plantar cara al enemigo del SPQR, opresor siempre, y que trataba de arruinar la identidad de los púnicos, siempre y sobre todo de los partidarios mayoritarios de los Barca; me voy a dedicar al capítulo medieval, por antonomasia,, y en el que se realiza el estudio, pormenorizado, sobre el calificativo, que asumo de ‘CIUDAD SAGRADA’, ya que por mi titulación académica medievalista, y leonesista de esencia, es de mi interés primigenio. De nuevo, la urbe está en poder del Islam, aunque ya es una taifa que tributa al Reino de León. Este tipo de estructura económica sería inventado por los reyes legionenses Sancha I, que es la titular, y Fernando I de León, lo que servía a los mahometanos para que pudiesen seguir habitando en la Península Ibérica, siempre que abonasen los oportunos tributos exigidos y, además, estos dineros, siempre importantes, servían de maravilla para conseguir enaltecer la Corona de León, y de sus territorios siempre dependientes de: las Galicias y de los condados mal llamados castellanos, ya que sus condes siempre firman como señores condales de Saldaña, de Carrión, de Monzón, de Grajal o de Burgos, entre otros territorios a citar. La reina Urraca I de León firma siempre como: IMPERATRIX LEGIONIS ET REGINA TUTA SPANIA, y en la CRONICA ADEFONSO IMPERATORIS, esta última que se refiere a la vida de su hijo Alfonso VII “el Emperador” de León, no figura Castiella ni una sola vez. Mientras que su padrastro, Alfonso I “el Batallador” signa como ‘Emperador de León y Rey de Aragón y de Pamplona’. Navarra nace con Sancho VI “el Sabio”. Cuando tras la segunda batalla de Golpejara, Alfonso VI se ve obligado a marcharse al exilio, por ser su hermano Sancho II de León y I de Castilla el vencedor, de forma torticera; el monarca de León escoge su taifa de Toledo, allí se dedicará a estudiar, de forma prolija, como son las defensas de la ciudad, ya que sabe que volverá a esa urbe sagrada y la reconquistará, porque en la urbe imperial legionense, sus ‘mayores’ le han enseñado el significado de Toledo. En el año 1084, los musulmanes de Tulaytula comprendieron, con asombro y miedo, que el monarca de León deseaba fervientemente su ciudad, y la iba a reconquistar; por el contrario, los hebreos y los mozárabes contemplaron el hecho como un milagro para sus deseos fervientes de volver al redil del Reino de León. El emir taifa Al-Qadir decidió rendirse, para poder salvar su vida y sus tesoros; tampoco Alfonso VI de León presionó muy violentamente. “El 25 de mayo del año de Nuestro Señor de 1085 el rey cristiano Alfonso VI entró en Toledo, permaneciendo a partir de entonces esta fecha grabada en el corazón de la esencia toledana”. Como es de rigor, sí existió una capitulación, stricto sensu, que se puede resumir, y así se hace, de forma estupenda y palmaria en este libro: 1º) Los musulmanes mantenían su mezquita mayor. 2º) Alfonso VI de León apoyaría a Al-Qadir en la conquista de Valencia; protegido por el fidelísimo Alvar Fáñez de Minaya, quien moriría en Segovia, apoyando a la reina Urraca I de León. El musulmán citado sería depuesto y ejecutado por los propios agarenos en 1092. 3º) El Alcázar y la muralla serían del dominio directo de Alfonso VI. 4º) Los agarenos, si así lo deseaban, podrían abandonar Tulaytula, los que se quedasen respetados en sus personas y en sus posesiones. 5º) Alfonso VI de León donaría 100.000 dinares para remediar todos los daños, hambre incluida, provocados por la reconquista. El resto está en este libro, de completa recomendación, para conocer la gran Historia de Toledo. «Romani ueteres peregrinum regem aspernabantur». Puedes comprar el libro en:
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