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"Overlord. El día D y la batalla de Normandía. 1944", de Max Hastings

Ed. La Esfera de los libros
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 26 de octubre de 2021, 18:00h
Overlord
Overlord
El 6 de junio de 1944, denominado como el Día D, y bajo la música del comienzo del primer movimiento de la 5ª Sinfonía de Ludwig van Beethoven, marcó el comienzo de la denominada Operación Overlord, que fue el inicio del fin de la caída y derrota de la Wehrmacht. Esta obra magistral realiza un casi definitivo análisis de lo que ocurrió en Normandía. Devastadora y terrorífica, con una enorme crueldad, así se desarrolló esta conflagración europea.

Tras una introspección de larga evolución, el jefe-comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa; el gran general de cinco estrellas Dwight David Eisenhower (1890-1969), paradójicamente descendiente de inmigrantes alemanes (Hans Nicolas Eisenhauer, 1741), asentados en Pensilvania, decidió la invasión. “La lucha por Normandía fue la batalla decisiva de la Segunda Guerra Mundial en el oeste; quizá, la última vez que el ejército alemán pudo haber salvado a Hitler de la catástrofe. La generación de posguerra creció con el mito de la triunfal campaña aliada de 1944-1945 a través de Europa, desconectada en cierto modo de la terrible, aunque decisiva, lucha que había tenido lugar en el este. Hoy en día reconocemos que los rusos hicieron una contribución determinante a la guerra en el oeste con la destrucción de lo más granado del ejército alemán y la muerte de unos dos millones de hombres antes de que los soldados aliados pusieran el pie en las playas el 6 de junio de 1944”.

En este momento histórico existían concepciones diferentes, en el bando y en la consciencia de los mariscales alemanes, en relación de cómo se podía hacer frente al desembarco aliado. Adolf Hitler tampoco se lo tomó muy en serio, y permitió divergencias, ya que era su comportamiento habitual del divide y vencerás, entre sus oficiales: von Kluge, Rommel, y von Rundstedt. Pero, en ninguna circunstancia los soldados alemanes y sus armas estaban por debajo de las de sus enemigos, consiguiendo estos soldados del canal de La Mancha llevar a los Aliados casi a la derrota, mientras esperaban la llegada de las tropas de élite de las SS y de la Wehrmacht. “En las semanas que siguieron, a pesar del dominio absoluto aliado del mar y del aire, sus ataques fueron repelidos unas y otra vez con fuertes pérdidas por unas unidades alemanas en gran inferioridad numérica y armamentística”. La lucha fue el ser o no ser para los alemanes, que ya estaban en regresión absoluta en el este, frente al terrorífico y crudelísimo ejército rojo. Se estima que no se hicieron, a posteriori, estudios correctos sobre lo que ocurrió. Verbigracia el capitán Basil Liddel Hart, en 1952, indicó tímidamente que: “Ha habido demasiada glorificación de la campaña y muy poca investigación objetiva”.

Está claro que, a causa de la megalomanía del mariscal del Reich, Hermann Göring, la aviación de guerra alemana, la Luftwaffe, había sido ya masacrada y reducida a la mínima expresión, en la batalla de Inglaterra. La confrontación bélica fue tan enorme, que existieron muchas unidades de infantería británicas y norteamericanas que fueron diezmadas casi al 100%. El choque bélico fue terrible y masivo; está claro que los Aliados tenían la convicción de que era preciso vencer como fuese, ya que dos concepciones diferentes de vivir se enfrentaban, y el nacionalsocialismo debería desaparecer; todo hubiese mejorado, para la humanidad, al máximo y total, si el comunismo-estalinista hubiese desaparecido conjuntamente con los hitlerianos. Los Aliados volcaron todo su poderío en hombres y armamento en la guerra de occidente, los alemanes hicieron lo mismo. El autor realiza un estudio riguroso y pormenorizado sobre las tácticas de los ejércitos enfrentados, inclusive dejando al descubierto verdades incómodas, muchas veces tapadas, sobre lo que sucedió, sensu stricto, en Normandía. “Esta es la historia de la mayor operación anfibia de la historia militar, un acontecimiento decisivo en el teatro occidental de la Segunda Guerra Mundial. Aunque es cierto que España no fue un país beligerante, los sucesos acaecidos en ese tiempo ejercieron una profunda influencia en toda la humanidad y, de modo muy especial, en los europeos. Debido a que ya sabemos cómo terminó la guerra en 1945, resulta lógico asumir que el resultado era inevitable, especialmente el de la Operación Overlord”. Se puede realizar historia-ficción, en relación con que el planteamiento hitleriano hubiese sido diferente, por ejemplo si no hubiese existido un doble frente, a lo que el staff militar alemán se opuso siempre.

Por ejemplo si el Führer hubiese llegado a un acuerdo con Francisco Franco Bahamonde, para la conquista de Gibraltar, o conquistar Malta en vez de Creta; entonces los británicos hubiesen sido expulsados, sin el más mínimo problema de Oriente Medio; Erwin Rommel hubiese entrado en El Cairo y Alejandría, y los británicos hubiesen negociado, sine qua non, una paz necesaria con Hitler, que saldría fortalecido y, repartiéndose Europa con el otro criminal de Stalin; y el futuro de Europa no existiría. Pero los hados decidieron otra cosa muy diversa, y la locura megalomaniaca del Führer les acompañó, haciendo un favor a los europeos. Los soviéticos perdieron 27 millones de seres humanos de todo linaje y condición. Para complicar más la cuestión, Hitler tuvo la infeliz ocurrencia, para Alemania, de declarar la guerra a los EE. UU. del presidente F. D. Roosevelt, en diciembre de 1941. En suma, les presento un libro fuera de serie, que en cerca de 600 páginas deja todo prístino sobre el Día D y la Operación Overlord. ¡Sobresaliente!Quam diu etiam iste furor tuus eludet nos? ET. Labor omnia vincit

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