Sandra Barneda, en sus programas de televisión, se muestra mucho más seria y envarada de lo que es en persona. Al salir del plató deja su personaje agresivo y puntilloso para mostrarse cercana y solícita. Su personalidad se refleja claramente en sus novelas, aunque no puede por menos que hacer algunas críticas a estos gobernantes cegados por luz del poder que viven alejados a la ciudadanía y a sus problemas y sus inquietudes.
La tierra de las mujeres es “una novela afrancesada y costumbrista”, nos dice la autora nada más comenzar la entrevista que mantuvimos en la recién estrenada sede del grupo editorial donde se encuadra el sello en el que publica. “La novela es una vuelta a los orígenes de las personas. No puedes estar en paz contigo mismo si no conoces y no estás en armonía con tus ancestros”, dice la periodista con su característica voz televisiva, aunque quizá un poco menos aguardentosa y grave.
Gala Marlborough, la protagonista, es una neoyorkina acostumbrada a gobernar y no a ser gobernada, a mandar y no a ser mandada, que lleva a La Muga, un pueblecito del Ampurdán de la provincia de Girona. Allí sus costumbres exquisitas y frívolas están fuera de lugar y sufre una inflexión en su vida, donde se da cuenta que desconoce sobre su pasado y sobre sí misma hechos fundamentales de su vida. “Desconoce su línea de vida, de dónde viene en su evolución. Allí descubre que el campo es libertad y termina descubriéndose a sí misma”, explica concentrada la novelista.
“En La Muga, Gala afloja, se da cuenta de que gobernar es muy cansado e incómodo y empieza a descubrir que empieza a estar cómoda empezando a recibir, a ser gobernada”, descubre con parsimonia. Allí empieza su metamorfosis personal. “Normalmente solemos estar muy tensos en nuestras vidas. Tenemos un alto nivel de auto exigencia y hay que respirar más a la vida”, aconseja con naturalidad. Estas vidas que llevamos nos hacen sus rehenes y no permiten que disfrutemos de las pequeñas cosas que, por ejemplo, el campo y la vida en contacto con la naturaleza pueden proporcionar.
Sandra Barneda ve la vida con ojos naturales, lo repite, en su libro y en la charla que mantuvimos, nuestra falta de conexión con la naturaleza, con las cosas pequeñas y nuestro inmovilismo en la vida, que llega hasta el plano político, como veremos más adelante. En nuestra ansia por lo material. “Nos fijamos en lo que le damos físicamente a los hijos, y soslayamos lo que podríamos dar emocional y educacionalmente”, dice con convencimiento. Damos más importancia a lo material que a los temas del espíritu. De ahí que en su novela haya dado la vuelta a la tortilla y se fije más en lo que todos los humanos tenemos en común. “La metafísica es la vida”, afirma con una contundencia sutil.
“Como personas tenemos que abrir nuestros horizontes. No ser tan inflexibles, ser más tolerantes. Abrir más nuestros horizontes”, recomienda tanto en la conversación como en el libro. La tierra de las mujeres es un canto a la tolerancia, pero también es un canto a la vuelta a los orígenes, a lo importante. Un canto a la unión cuerpo-mente, al espíritu y al sistema emocional. “La educación que recibimos nos castra tanto a las mujeres como a los hombres”, afirma acompasando sus manos para dar más fuerza a lo que expresa.
“El hombre, hoy en día, está desubicado. La próxima revolución tiene que ser del hombre. El hombre, emocionalmente, se expresa menos que la mujer y no suele hablar de sentimientos. Quizá porque no lo ha necesitado, pero ahora tiene que mostrarse tal y como es”, desgrana con lucidez. En su novela hay hombres muy poderosos, muy modernos pero ante todo es un homenaje a la mujer y al ancestral matriarcado que gobernó el mundo.
A Sandra Barneda siempre le han interesado temas como los pecados capitales o los elementos. En el año 2008 fue cuando germinó la idea de la tetralogía de los elementos. “Quería hablar de otras cosas, quitar responsabilidad y extirpar la culpa en el mundo, lo cual nos hace más poderosos”, comenta. Así comenzó estos cuatro viajes transformadores a los que está dando forma de libros y que comenzó con Reir al viento.
En el libro no ha querido juzgar a sus protagonistas, solo exponer como son. “Con el libro lo que he querido reflejar es que las personas necesitan reconciliarse con sus familiares y amigos. Que los miren, se acerquen y los comprendan. Todos hacemos lo que podemos con nuestras vidas, traemos diferentes herramientas”, señala. Ha querido reflejar su laberinto emocional y que la lectura de su libro tenga varias lecturas. Una para cada lector, porque la escritura tiene mucho de inconsciente, aunque ella de por sí es consciente de lo que escribe. Tanto, que cuando está en periodo de escritura apenas lee otras cosas para no sentirse influenciada.
Cada persona pasa durante la vida por los diferentes elementos. “Unas veces estamos en el fuego, el más radical, otras en el agua, es más emocional y familiar, etc. Ahora yo me siento más cerca del agua, pero el país está en un momento de fuego, transformador”, opina. “España está viviendo un conflicto y todo son cortinas de humo. Nadie escucha, pero sobre todo no estoy de acuerdo con el menosprecio que el poder central ejerce sobre el periférico. Es un nacionalismo inmovilista que quizá se podría solucionar con un nuevo estado federal”, concluye la periodista televisiva que en la actualidad conduce un programa político los sábados por la noche.
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