Los cómicos o comediantes nunca mueren y siempre bailarán sobre su tumba. Afrontarán el frío de los huesos, harán el amor en los caminos (¿o en los camerinos?), cuando puedan, claro y su mejor premio es el aplauso.
Estamos buscando algo que no estaba y, de pronto, está. Alguien lo habrá puesto, pero no hay nadie, nadie pasó por aquí después de nosotros. Aun así, no debemos paralizarnos, aunque las cosas no tengan un porqué.