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Manuel Longares
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Manuel Longares (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Manuel Longares, autor de “El oído absoluto”

“La literatura tiene que tener el poder de cambiarte la vida”

martes 12 de abril de 2016, 07:35h

Manuel Longares es uno de los escritores más originales y divertidos de nuestro país. Interesado en el siglo XIX y en el XX, sus novelas han tratado estos siglos con una visión muy rocambolesca. Escribe con la fuerza de un Valle-Inclán del siglo XXI y con la minuciosidad de Pérez Galdós. Esa mezcla le hace sentarse en el Olimpo de nuestras letras, quizá por ello haya querido escribir “El oído absoluto”, una novela sobre los cultivadores de nuestro patrimonio literario.

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Manuel Longares (Foto: Javier Oliaga)

Hablar con Manuel Longares siempre es una gran experiencia literaria porque conoce a la perfección ese patrimonio sobre el que ha querido escribir en su octava novela. La idea de “El oído absoluto” ya le rondaba desde hace diez años en su mente, desde los tiempos de “Nuestra epopeya”. La comenzó a escribir, la dejó y la volvió a retomar hasta que por fin “te impones terminarlo y que todo quede bien”, nos dice a Guillermo Loren y a mí en una larga conversación que tuvimos en la sede de la agencia que lleva la comunicación de su editorial Galaxia Gutenberg.

Para que el libro quede bien y funcione a la perfección, Manuel Longares es capaz de corregir una página hasta 500 veces.”Yo siempre corrijo, si escribes una página literaria tienes que cuidarla bien. Es tu tarjeta de visita”, expresa comedidamente. El escritor madrileño busca la perfección de la literatura; ya el título de su nueva novela nos indica algo de eso y estoy convencido de que si el editor no le pusiese un tope de tiempo seguiría corrigiendo su texto, como si de una Penélope se tratase, modificando, mejorando y corrigiéndolo.

“Siempre le estoy dando vueltas al mundo de la literatura, a la vida del escritor y la transmisión de la literatura”, reconoce. De ahí que el protagonista de su nueva obra, Max Bru, -su nombre tiene claros ecos literarios-, sea un poeta un tanto fracasado y extravagante. “Todos los personajes de la novela son muy extravagantes porque en mi opinión sólo el 30% de las personas que se dedican a la literatura son sensatas”, señala con humor el periodista madrileño que no va a ganar muchos amigos con semejante declaración.

En “El oído absoluto” hay continuas menciones al filósofo y escritor Ortega y Gasset. “Me parece el escritor más potente que hemos tenido en España. Para mí es dios”, apunta sin ningún género de dudas. “En la novela le reivindico, como también lo hago con los escritores de la época en que me he formado, como Ramón J. Sender o Arturo Barea. El ejercicio literario es el estar a la altura del patrimonio que hemos recibido”, explica con lucidez. Por supuesto, Manuel Longares no sólo la mantiene sino que va a ser difícil que las nuevas generaciones lleguen a su altura. “A mí nunca se me ha ocurrido poner a parir a la generación de escritores anterior”, remacha con acierto.

Para el escritor madrileño, “la literatura ha que tener el poder de cambiarte la vida. A mí me la cambió la lectura de ‘Diario de un cazador’ de Miguel Delibes”, confiesa con humildad. Delibes es un escritor que según pasa el tiempo se va convirtiendo en más imprescindible. Fue un gran analista de nuestro país, sobre todo de las tierras profundas de nuestra piel de toro que estoy seguro irá creciendo cada día más.

Pero no sólo de Miguel Delibes ha aprendido Longares su técnica literaria. “Mi padre tenía una pequeña biblioteca, pero bien surtida, de clásicos del siglo XIX. Allí leí a Palacio Valdés, a Cecilia Böhl de Faber -más conocida como Fernán Caballero- y a otros. Esa fue mi entrada en la literatura”, expresa con precisión.

“Soy un escritor lento”, reconoce sin problemas. Tenemos que esperar entre tres y cuatro años, normalmente, para poder leer sus libros. Ese afán de perfeccionismo le hace que corrija más que escribe y, a veces, no se siente muy confiado con el resultado y pregunta si sus textos son fáciles de leer y si se leen con fluidez. “Esta novela es un caso muy peculiar de mi producción. Estuve esos diez años dándole vueltas a la trama pero ha sido en este último año, muy intenso, por cierto, cuando ha tomado forma. La estructura se ha impuesto casi al final de la novela”, detalla.

La novela tiene muchas citas de clásicos que el autor transforma en versos con rimas divertidas. Canciones de la época, bien sean populares o de zarzuelas, algo que le gusta mucho al escritor. Consigue con estos recursos un ritmo endiablado y una musicalidad cantarina. Siempre buscando lo auténtico. “En la novela busco la autenticidad”, comenta.

Manuel Longares no se pone a escribir hasta que no tiene escogido el título. “Es lo primero; si no, desbarro”, indica. También se muestra crítico consigo mismo. “Mis primeras frases suelen ser una gilipollez, por eso tardo tanto en escribir y hasta que no estoy convencido no lo doy por bueno”, nos revela. Se preocupa por la calidad de los textos porque cree que “hay un descrédito con la literatura y hay que aumentar la calidad”, asevera. Cree que el periodismo se debe especializar y ello contribuiría a mejorar la literatura. “Los libreros están cobrando cada día más importancia en este papel de asesor que asumen, como antes”, descubre.

“He pretendido hacer una radiografía del panorama literario español”, atestigua. Y creemos que lo ha conseguido. Una novela sobre la literatura y los literatos. Se ha centrado en los años veinte del siglo pasado y en la posguerra española para hacer notar el ascenso del nivel de vida, pero también los sinsabores y las arbitrariedades de un tiempo oscuro al que Manuel Longares ha sabido darle color. “Para conseguir buenos textos tiene que haber mucho trabajo detrás. Todo es trabajo”, concluye, pero también inspiración y de ambas cosas tiene de sobra el autor.

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