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Exposición:”Caravaggio y los pintores del norte”

Título de la exposición
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Título de la exposición (Foto: José Belló Aliaga)

Exposición:”Caravaggio y los pintores del norte”

Del 21 de junio al 18 de septiembre de 2016

Por José Belló Aliaga
martes 21 de junio de 2016, 06:30h

Del 21 de junio al 18 de septiembre de 2016, el Museo Thyssen-Bornemisza presenta Caravaggio y los pintores del norte, una exposición sobre la figura de Michelangelo Merisi Caravaggio (Milán, 1571-Porto Ercole, 1610) y su influencia entre los pintores del norte de Europa que, fascinados por su pintura, difundieron su estilo.


  • La vocación de San Mateo, hacía 1617- 1619. Hendrick ter Brugghen


  • Muchacho mordido por un lagarto, hacía 1593- 1595. Michelangelo Merisi Caravaggio


  • El entierro de Cristo, 1617. Dirck van Baburen


  • La cena de Emaús, 1616. Hendrick ter Brugghen


  • Vista de la exposición


  • Pífano, 1621. Hendrick ter Brugghen


  • Flautista, 1621. Hendrick ter Brugghen


  • Joven cantante, 1622. Dirck van Baburen


  • Alegre compañía, 1622. Gerard van Honthorst


  • El martirio de San Mateo, 1617. Claude Vignon


  • David con la cabeza de Goliat y dos soldados, hacía 1615. Valentin de Boulogne


  • David vencedor de Goliat, 1621. Simon Vouet


  • La flagelación de Cristo, hacía 1640. Matthias Stom


  • El sacamuelas, hacía 1608- 1610. Michelangelo Merisi Caravaggio

Cabeza de joven, 1601- 1602. Peter Paul Rubens
Cabeza de joven, 1601- 1602. Peter Paul Rubens (Foto: José Belló Aliaga)

Comisariada por Gert Jan van der Sman, profesor de la Universidad de Leiden y miembro del Istituto Univesitario Olandese di Storia dell´Arte de Florencia, la muestra pone de relieve el legado del artista y la diversidad de las reacciones motivadas por su obra.

Cincuenta y tres cuadros
En las salas se exhiben cincuenta y tres cuadros, doce de ellos del maestro lombardo, procedentes de colecciones privadas, museos e instituciones como el Metropolitan Museum de Nueva York, la Galleria degli Uffizi de Florencia, el Museo del Ermitage de San Petersburgo, el Rijksmuseum de Ámsterdam o la iglesia de San Pietro in Montorio en Roma.

El recorrido abarca el curso de la carrera de Caravaggio, desde el periodo romano hasta las emotivas pinturas oscuras de sus últimos años, junto a una selección de obras de sus más destacados seguidores en Holanda -Dirk van Baburen, Gerrit van Honthorst o Hendrick Ter Brugghen-, Flandes -Nicolas Régnier o Louis Finson-y Francia -Simon Vouet, Claude Vignon o Valentin de Boulogne, entre otros.

Entre 1600 y 1630, se establecieron en Roma más de dos mil artistas de los cuales una tercera parte eran extranjeros que convirtieron la Ciudad Eterna en un crisol artístico. Los pintores del norte de Europa estaban dispuestos, en igual e incluso mayor medida que los italianos, a seguir el estilo de Caravaggio, impulsados principalmente por dos motivos: la menor importancia del componente clásico en la tradición pictórica del norte y la facilidad para aplicar el estilo de Merisi fuera del contexto tradicional de un taller o una academia de dibujo.

Ad vivum
En los Países Bajos y las regiones germánicas trabajar del natural, basándose en los motivos visibles a nuestro alrededor, era una costumbre muy arraigada. Esto establecía un vínculo con la forma de trabajar de Merisi, cuyo origen lombardo le predisponía a pintar ad vivum, un método que los pintores de formación clásica consideraban inadecuado porque suponía un obstáculo para alcanzar la perfección en el arte.

Por otro lado, la mayoría de los artistas holandeses, flamencos o franceses que se establecían en Roma habían recibido una formación básica en dibujo y pintura en su país de origen y estaban especialmente interesados en captar y asimilar rápidamente nuevas ideas. El arte de Caravaggio era atractivo para ellos, además de por la posibilidad de trabajar del natural, por el destacado uso de la luz, las sombras y el color. Los forasteros podían incorporar este estilo al suyo propio sin tener que ceñirse al corsé de un programa de estudios.

Caravaggio y los pintores del norte traslada al visitante a la época de Michelangelo Merisi y a las décadas que siguieron a su muerte, cuando su fama aún estaba en su punto más alto, un periodo especialmente rico en hitos pictóricos.

Dos salas
La exposición se abre con dos salas dedicadas a las obras que el pintor realizó durante sus años en Roma, en las que se pone de manifiesto su polifacética carrera. En las siguientes, se presentan cuadros de artistas del otro lado de los Alpes que contemplaron con sus propios ojos la obra de Caravaggio. El resultado de sus impresiones se muestra desde una perspectiva lo más amplia posible, pues cada uno aportaba su propio bagaje y, además, buscaba nuevos modos de expresión, tanto en el arte religioso como en el profano. Las dos últimas salas están dedicadas a la producción de Caravaggio y sus seguidores extranjeros en Nápoles y el sur de Italia.

Caravaggio en Roma (1592 -1606)
Durante sus primeros años en la ciudad, Caravaggio realiza cuadros que vende a través de marchantes por importes modestos. Se trata de escenas de género y naturalezas muertas con frutas y flores, una especialidad que trae consigo desde Lombardía. Con “Muchacho mordido por un lagarto” hacia 1593-1595 consigue asombrar a sus contemporáneos tanto por las cualidades miméticas del jarrón con flores, como por la expresión melodramática del joven.

Sus representaciones de tipos populares de las calles de Roma, como “La buenaventura” de 1595-1596, llaman la atención de pintores y coleccionistas. El cardenal Francesco María del Monte, su primer benefactor, le ofrece alojamiento en el Palazzo Madama, donde pinta “Los músicos” de 1595-1596 y “Santa Catalina de Alejandría” en las que se puede apreciar la rápida evolución de su técnica, desde la paleta brillante y colorida del primero al marcado claroscuro del segundo. Su capacidad para dejar de lado las convenciones y abordar temas tradicionales con una sorprendente originalidad queda patente en “David con la cabeza de Goliat” hacia 1598-1599.

Punto de inflexión
Los años 1596 y 1597 marcan un punto de inflexión en su carrera gracias al encargo de dos lienzos para la Capilla Contarelli en la Iglesia de San Luis de los Franceses –La vocación y El martirio de San Mateo-, en los que el artista combina su predilección por la representación del natural y los tipos populares con un conmovedor dramatismo. Desde el momento en el que se muestran al público -durante el Jubileo de 1600-Caravaggio se convierte en el pintor más solicitado de la Ciudad Eterna y se suceden los encargos tanto públicos como privados para clientes como Maffeo Barberini, futuro Papa Urbano VIII, para el que pinta “El sacrificio de Isaac” de 1603 o el banquero Ottavio Costa, que le encarga “San Juan Bautista en el desierto” de 1602.

Los primeros admiradores en Roma: Adam Elsheimer y Peter Paul Rubens
En 1600, cuando el pintor alemán Adam Elsheimer (Frankfurt am Main, 1578 -Roma, 1610) se establece en Roma, Caravaggio está completando sus lienzos para San Luis de los Franceses. Peter Paul Rubens (Siegen, 1577 -Amberes, 1640) llega a la ciudad un año más tarde, cuando el lombardo está ya en boca de todos. Elsheimer y Rubens son los primeros pintores del norte de Europa que están en contacto con la obra de Caravaggio.

La influencia de Merisi puede detectarse ya en el primer encargo oficial de Rubens en Roma: los retablos para la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. Este acercamiento se pone de manifiesto en la intensa iluminación de algunos fragmentos. Rubens incluye, además, el tipo caravaggiesco del joven de aspecto seductor con rizos negros en “Cabeza de joven” de 1601-1602. Durante su segunda etapa en la ciudad, entre 1605 y 1608, pinta “La adoración de los pastores” de 1608, con un acusado claroscuro en la zona en la que están representados los ángeles. El pintor flamenco juega, además, un papel clave en la adquisición de la controvertida “Muerte de la Virgen” para las colecciones del Duque de Mantua. La obra había sido rechazada por los carmelitas de Santa María della Scala por el realismo con el que Caravaggio había representado a la Virgen. Tras su regreso a Flandes, Rubens se inspira en varias ocasiones en los cuadros del italiano, como en la famosa copia libre del “Santo entierro” de la que se muestra aquí un dibujo.

Artistas y amantes del arte: Quadri da stanza y quadri d´altare
Los hermanos Benedetto y Vincenzo Giustiniani, además de poseer quince obras de Caravaggio, ayudaron a muchos pintores extranjeros a conseguir encargos y acogieron en su casa a los artistas Gerard van Honthorst (Utrecht, 1592 -1656), David de Haen (Rotterdam, 1597(?) -Roma, 1622) y Nicolas Régnier (Maubeuge, c.1588 -Venecia, 1667). Dirck van Baburen (Wijk bij Duurstede c.1594 – Utrecht, 1624) también tuvo la suerte de contar con un mecenas al poco de llegar a Roma, el español Pedro Cosida, embajador de Felipe III en Roma, cuyo patrocinio culminó en la decoración de la capilla de Cosida en San Pietro in Montorio.

Una de las obras más admiradas del periodo romano de Van Baburen es “El entierro de Cristo” de 1617. Es posible que el artista estableciera contacto con su benefactor a través de José de Ribera quien, al igual que él, había llegado a la capital pasando por Parma.

Hendrick ter Brugghen y la Escuela de pintura de Utrecht
Hendrick ter Brugghen (La Haya (?) -Utrecht, 1629) fue el primero de los pintores holandeses que, tras su estancia en Roma, regresó en 1614 a su país e introdujo los temas y fórmulas estilísticas de Caravaggio. En “La cena de Emaús” de 1616 y “La vocación de san Mateo” hacia 1617-1619 adopta el esquema compositivo de Merisi con una paleta brillante, en la que destacan las sutiles gradaciones de color y el esmero con el que pinta las arrugas de la piel, los pliegues y los tonos de los tocados o el reflejo de la luz en los objetos.

El regreso de Gerard van Honthorst y Dirck van Baburen a Utrecht, entre 1620 y 1621, influye en la evolución estilística de Ter Brugghen, surgiendo entre ellos una sana rivalidad que les lleva a emularse o a intentar superarse en cuadros como “Pífano” o “Flautista”, ambos de 1621, que Ter ugghen pinta como respuesta a las figuras de músicos de medio cuerpo de Baburen, como “Joven cantante” de 1622. Con el tiempo, la paleta de Honthorst se vuelve más brillante y colorida en obras como “Alegre compañía” de 1622.

Los pintores franceses en Roma
Esta sala reúne obras de artistas franceses que trabajaron en Roma entre 1610 y 1630, un colectivo especialmente interesante por su diversidad social y cultural. Entre los pintores extranjeros que residían en la capital italiana, Simon Vouet (París, 1590 -1649) era el que gozaba de una posición más privilegiada. Hijo de un pintor de cámara, creció en París y tuvo acceso a la corte a edad temprana.

Después de un breve periodo en Venecia, en 1613-1614 se establece en Roma y empieza a recibir una asignación de la casa real francesa. El carácter oficial de su estancia le proporciona prestigio en los círculos artísticos, así como el favor de los grandes coleccionistas, para los que realiza obras como “David vencedor de Goliat” de 1621.

Claude Vignon (Tours, 1593 -París 1670) también procedía de un entorno acomodado. Su padre era ayuda de cámara del rey, nació en Tours, lugar habitual de residencia de los reyes franceses, pero creció en París. Su estancia en Roma se inicia en 1609-1610, interrumpida por sus viajes a España y París (1616-1617) por lo que es probable que pintara su impresionante “Martirio de San Mateo” de 1617 en suelo francés. Su amistad con Vouet impulsó su carrera en Roma.

La situación de ambos contrasta con la lucha de Valentin de Boulogne (Coulommiers, 1531 Roma, 1632) por alcanzar el éxito. Pasarían varios años antes de que Valentin encontrara un mecenas estable en la figura de Francesco Barberini. Su biógrafo, Giovanni Baglione, vinculaba su manera de pintar del natural con su estilo de vida disoluto. Al igual que Caravaggio, realizaba grandes composiciones a base de pinceladas aplicadas directamente sobre el lienzo. A pesar de la complejidad de creaciones, como “David con la cabeza de Goliat y dos soldados”, c. 1616-1618, no hay indicios de que preparara la ejecución de sus cuadros con dibujos o estudios preliminares.

Caravaggio y sus seguidores en Nápoles y el sur de Italia
Entre los pintores extranjeros instalados en Nápoles e influidos por Caravaggio destacan dos: Louis Finson (Brujas, c. 1580 -Ámsterdam, 1617) y Matthias Stom ((?) c. 1600 -Italia septentrional (?) posterior a 1649). El primero es el único caravaggista del norte que muy probablemente conoció en persona al maestro, y Stom el último de sus seguidores, en cuya obra sigue detectándose su influencia hasta aproximadamente 1640.

Finson se establece en Nápoles en 1605, donde comienza a colaborar con Abraham Vinck, pintor especializado en retratos. Se considera que Caravaggio debió de entablar amistad con ambos y cuando se marcha a Malta, en 1607, les confía dos de sus obras, “Judith y Holofernes” y “La Madonna del Rosario”. En 1612, Finson se establece en el sur de Francia donde cosecha un considerable éxito pintando a la manera de su maestro. Muere en 1617 en Ámsterdam, en casa de su amigo y socio Vinck. Los cuadros que ambos llevan a su país son las primeras (y únicas) obras originales de Caravaggio que se pudieron admirar en los Países Bajos.

Veinte años después de que Finson abandonara Nápoles, Stom se establece en la ciudad. Se desconoce si nació en Amersfoort (cerca de Utrecht, Holanda) o en Flandes. Es posible que uno de sus maestros fuera Gerard van Honthorst, quien le inculcaría su predilección por las escenas a la luz de las velas. Los cuadros con figuras en primer término fueron una de las claves de la buena acogida de su obra en Nápoles, donde dirigió su propio taller desde 1635 hasta 1639 aproximadamente. En la década de los años treinta, su técnica se hizo más fluida y sus colores más vivos. Stom se trasladó a Sicilia, donde realizó algunos encargos públicos. “La flagelación de Cristo”, hacia 1640 es una composición llena de dinamismo, donde las figuras a tamaño natural están iluminadas con gran sentido del dramatismo y situadas en una escenografía, dominada por el claroscuro, en la que el desnudo idealizado de Cristo contrasta con el aspecto tosco de los verdugos y donde resuena el último eco de Caravaggio.

La exposición se cierra con “El martirio de santa Úrsula” de 1610, en el que Caravaggio se autorretrata sujetando una lanza en el momento en el que el rey de los hunos hiere con su flecha a la Santa. Pintado pocas semanas antes de su muerte, este cuadro constituye un punto culminante de la última parte del recorrido de la exposición.

Autor del vídeo y de las fotografías: José Belló Aliaga

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