www.todoliteratura.es

"El juego de Odín", de Kim Hjardar

Desperta Ferro. 2024
martes 16 de diciembre de 2025, 22:21h
El juego de Odín
El juego de Odín
Un libro paradigmático nos presenta esta editorial, que tanta calidad ofrece en todas sus obras. Estamos ante una monografía, extraordinariamente rigurosa, sobre uno de los pueblos más interesantes de todo el Medioevo; hasta tal punto es así el hecho que los medievalistas escribimos y hablamos sobre la Era de los Vikingos. Este pueblo deseaba, está más que claro, prevalecer a lo largo de la Historia, y el hecho se subraya en la importante cantidad de hallazgos arqueológicos que dejaron, desde armas, joyas, barcos, y esqueletos, entre otros restos de mayor o menor enjundia.

Con el global de todos estos restos, poseemos información conspicua y suficiente como para tener la consciencia de cual era su modus vivendi et operandi en relación con las relaciones con Europa, y porque realizaron todas sus actividades de viaje, de saqueo y de guerra, y, sobre todo, como llegaron a evolucionar hasta su incorporación, sensu stricto, a la civilización cristiana europea. Las fuentes narrativas de estos belicosos y complicados hombres del norte, se suelen dividir en dos partes, los textos creados por ellos, o los que escribieron sus aterrorizados enemigos. Las sagas islandesas son de gran importancia y, es preciso destacar las sagas o listas de los numerosos monarcas vikingos, que estos historiadores islandeses escribieron entre los siglos XII y XV.

En ellas, los autores se llevan al lector de viaje por todo el mundo conocido, de saqueo y de conquista. Abundan los conflictos, las batallas sangrientas y los hechos sensacionales. Pero, como estos creadores vivieron más de doscientos o trescientos años después de los acontecimientos que relatan, en realidad, no son fuentes coetáneas. Además, los escritores de sagas eran cristianos. Por tanto, no es seguro que todo lo que escribieran fuese verdadero; puede haber quedado impregnado por su religión. Cuando un historiador quiere reconstruir el rompecabezas de los vikingos y desea usar las sagas como fuente, ha de cuestionarse varias cosas: ¿Existen fuentes contemporáneas que atestigüen lo mismo? Si es así, aumentará su credibilidad”.

Los vikingos eran unos esforzados guerreros, y, es obvio, que su vida era muy peligrosa, hasta poder llegar a la muerte, ya que los enemigos, tras los primeros tiempos de sorpresa y pavor, comenzaron a defenderse, por lo que el caos que se produjo en Irlanda, Inglaterra, Francia, Reinos de Oviedo y de León y, hasta en el Islam andalusí, se pudo revertir en bastantes ocasiones. Deseo destacar el discurso de Odín, estrofa-58/Havamal, por ser sumamente esclarecedor: “Pronto ha de levantarse aquel que desee riqueza y vida; raro es que el lobo yaciente hinque el diente a un muslo o que el hombre durmiente logre la victoria”.

Los niños de los vikingos ya comenzaban a relacionarse con el uso de las armas desde que cumplían cinco o seis años. Los niños y los jóvenes se dedicaban, desde su infancia, a las artes marciales. Todo iba dirigido en pos de prepararse para los múltiples y difíciles desafíos que les esperaban. Como buenos y eficaces guerrero eran muy hábiles en el manejo de diversos tipos de armas, desde espadas, hachas, lanzas, hondas, arco y flechas, con los pertinentes escudos para poder defenderse. El uso y la posesión de armas eran un derecho y un deber. Y así lo expresa, de forma prístina, el profesor Kim Hjardar: “En las Leyes del Gulathing, cuyas partes más antiguas datan de antes del siglo X, consta que todos los hombres libres debían poseer lanza y escudo, y además una espada o un hacha. Se multaba a los que les faltase algo o no poseyeran ninguna arma. Lo primero que adquiría un joven era un hacha: era bastante asequible y se podía utilizar como como herramienta y como arma. Las espadas, sin embargo, podían ser armas costosas, y portar una sugería que se poseían tierras y sirvientes. Si uno era un hombre libre con propiedades, constituía un deber tener una hoja, aunque fuese de baja calidad. Muchas espadas de la Era Vikinga estaban mal fabricadas y no eran aptas para su uso en guerra. Otras, no obstante, estaban forjadas por maestros herreros y sus empuñaduras estaban decoradas con oro y plata. La lanza era el arma más importante en el combate. Tenía un alcance amplio, con ella se podía atacar a un enemigo antes de que se acercase, o bien se podía arrojar. Por ello, todos llevaban lanza. Para defenderse, los vikingos usaban escudos redondos y planos de madera y cuero, decorados con colores vivos; con el tiempo también hubo escudos en forma de cometa o lágrima. Se esperaba que un hombre utilizase las armas con ambas extremidades, pues una lesión en el brazo con el que se combatía era algo bastante probable y habitual en cualquier situación bélica. Por tanto, un luchador que pudiese cambiar de brazo en combate era un enemigo peligroso. Además, durante la práctica del lanzamiento de lanza, solía usarse un asta sin la punta de hierro, lo que era muy útil cuando se entrenaba atraparla en el aire y volver a arrojarla”.

Está, asimismo, documentado que las mujeres tenían iguales derechos y deberes que los hombres, y participaban en las guerras de conquista y depredación. Deseo realizar un alto en el camino, para referirme, aunque solo sea de forma sucinta, a la extraordinaria calidad de las fotografías que presenta la obra, lo que incrementa su indubitable categoría literaria. En el año 844, un 11 de noviembre, 25 de safar de 230, el Emirato omeya de Córdoba se enfrentó a los vikingos, cerca del territorio del Aljarafe. El emir Abd Al-Rahman II los aplasto, hasta tal punto fue así la debacle de los hombres del norte, que fallecieron entre mil y dos mil vikingos, y solo 20 de las 54 naves regresaron al Norte de Europa. Tras saquear, en su huida, Niebla, algunos fueron capturados y obligados a servir en la guardia personal del emir omeya. Se asentaron cerca de Sevilla, en una isla del río Guadalquivir, donde se convirtieron al Islam, y se dedicaron a fabricar quesos de excelente calidad. No obstante, esta campaña de al-Magus, que es como los define el historiador musulmán Ibn Idhari, es muy probable que tuviese como deseo final, el de llegar, por el Mediterráneo, hasta Roma o hasta Constantinopla. En el año 858, los caudillos vikingos Bjorn “Costado de Hierro” y Hallstein recibieron más de 600 libras de oro por eliminar a otros caudillos vikingos que operaban en el río Sena, de esta forma el Rey de los francos Carlos II “el Calvo” estaba utilizando ese pecunio para enfrentar a unos vikingos con otros, y así tener su trono más o menos seguro. En el año 859, tropas vikingas de Dinamarca y de Irlanda, ya que conviene no olvidar que la actual ciudad de Dublín fue fundación vikinga. En ese año citado saquearon y asaltaron la ciudad de Al-Yazira Al-Jadra, la actual Algeciras. Tras ese asedio, todo se debería reedificar y reconstruir por orden del Emir omeya Muhammad I.

«‘¡Pertenecéis a Odín!’, clamó un grito de guerra en cientos de gargantas en la batalla de Fyrisvoliene, en el sur de Suecia, a finales del siglo X. Un grito que refleja bien el espíritu de los vikingos, guerreros paganos que durante más de dos siglos conmocionaron a la Europa cristiana. Fieles a Odín, se consideraban parte de su comitiva, por lo que la muerte en el campo de batalla no era algo que hubieran de temer: el Valhalla esperaba. Y si bien hacia el final de la era vikinga los exhaustos dioses nórdicos fueron sustituidos por la palabra de Cristo, el furor en el combate y una ética que privilegiaba el honor de morir en batalla no marcharon con ellos. Kim Hjardar, autor de ‘Vikingos en guerra’, obra ya de referencia, repasa en su nuevo libro cómo la incesante búsqueda de gloria y botín que llevó a los vikingos desde Escandinavia hasta el Mediterráneo, y desde Irlanda hasta el mar Caspio, desató innumerables conflictos, que aquí destila en las más destacadas batallas de la era Vikinga: los salvajes choques por tronos y reinos en Suecia o Noruega, los durísimos ataques contra ciudades francas como París o Nantes, las incursiones que hicieron tambalearse a los reinos anglosajones, el increíble asalto contra Constantinopla, Miklagard, ‘la ciudad luminosa’, o la batalla de Tablada, cuando los hombres del norte mordieron el polvo en al-Ándalus…Arteras triquiñuelas como la que empleó Hallstein para tomar lo que él creía Roma, cuando era la pequeña ciudad de Luna, o épicos choques como Stamford Bridge, donde Harald Hardrade ganó siete pies de tierra inglesa, todo narrado de tal manera que casi parece que estemos leyendo una saga de la época. Cada batalla está contextualizada en su época y lugar, y se acompaña no solo de cartografía sino de un enorme caudal de exquisitas fotografías de objetos arqueológicos y de vívidas reconstrucciones históricas que zambullen al lector en la acción. Así, mientras uno lee casi se siente arrojado en el inmisericorde juego de Odín y danzando el baile de las lanzas».

Estamos, por lo tanto, ante una obra literaria de referencia sobre el pueblo de los vikingos, quienes tras su carnicería realizada contra los pacíficos monjes de Lindisfarne (8 de junio de 793), conformaron toda una época histórica, que no se debe ocultar, ni olvidar, ya que incluso consiguieron llegar, desde Groenlandia, hasta las tierras del Labrador, donde no les fue posible mantener buenos relaciones con los indios. ¡Obra Sobresaliente y ejemplificadora! «Gutta cavat lapidem consumitur anulus usu. ET. Aequat omnes cinis».

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/4hjF2YV
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios