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Noticia y realidad
Noticia y realidad

Noticia y realidad

Por Ricardo Martínez-Conde
jueves 03 de noviembre de 2016, 10:23h

Consideremos que la noticia es el gran argumento inductor (especulativo en ocasiones) del poder, de los poderes. ¿Habrá comenzado ahí la devaluación de la palabra? ¿Deberíamos plantearnos como tema de reflexión la diferencia entre noticia y realidad, una y otra sustento de la politica y, por extensión, de la vida social?

No estaría de más reparar en tal cuestión, y así podemos constatar que cada dia, como lectores, entregamos buena parte de nuestra libertad y nuestra voluntad en favor de la noticia, que es, genéricamente, uno de los fundamentos de nuestro discurrir racional. La noticia (su exposición, su valoración implícita) como la referencia que abre y cierra a la vez un contenido. Que exhibe y roba. Que seduce y defrauda.

La noticia, pensemos, es la duplicidad. Más allá de sí misma es lo que es y lo que no es. (De ahí que, esencialmente, suscite en nosotros de un modo inevitable el contenido de la apariencia. La apariencia que despierta, que acucia, que alerta).

De ahí que la consuetudinaria realidad del periódico vaya, para el lector atento y solo, tántas veces más allá de su frugal presentación. Y aún perviva, por causa de alguno de sus contenidos, en el ánimo. Lo que ratifica una significación más honda y superior a lo que da a entender la pasajera disponibilidad que se le presta cada mañana.

Y todo por causa de la aportación sustantiva (reflexiva) que encierra la noticia. ¿O acaso las palabras a solas, por sí propio?. "Ocurre que las palabras, todas las palabras, tienen tantos matices secundarios, tantos dobles sentidos; evocan tantas sensaciones secundarias y tantas dobles sensaciones...". Tal escribió Musil en las primeras notas de su Diario. Lo hizo al modo de una auto-advertencia luego de elegir para sí el nombre de "monsieur le vivisecteur". Y, acto seguido, se inmoló en el fuego de esa bella duda que le inspiraron las palabras para hacernos llegar, a mi entender, uno de los los legados literarios más dignos que pueda desear la inteligencia.

¿Es real el significado que nosotros deducimos de lo que acontece o ha acontecido en Mexico, en Rusia, en Laos? ¿Qué grados de luz y de sombra poseen, qué noticia expresan y qué contranoticia guardan unos resultados electorales, por ejemplo? ¿Y qué intención real oculta la voluntad manifiesta de un gobierno? Mas en todo momento hemos de elegir un significado, incluso decidir una opinión al respecto, pues nos hemos educado para adoptar cada mañana la noticia como necesidad, como alimento.

Es curioso cómo algunos mensajeros se han disciplinado a fin de propagar la confusión como argumento. La inteligencia ha sido despertada, para bien, a través de los medios de comunicación; sin embargo solo alcanzamos a ver por lo común, a causa de la pericia de los decoradores, una parte del lugar donde hemos despertado. Lo que nos aboca, indirectamente, a ser injustos. Y ello porque, en esencia, hemos debido elegir sobre una parte de realidad y otra de apariencia.

El caso es que de la elección, de la decisión, debiera derivarse criterio, y sin embargo ahí es donde el alimento va a resultar escaso. Por dos razones: la una porque en toda noticia se guarda deliberadamente una parte de sombra de la que no alcanzamos a discernir su contenido por causa del engaño en que nos han sumido las palabras deliberadamente mal empleadas. La otra porque (como algo innato, por razön de vida de la propia realidad) en el transcurso de la duda ya ha nacido otra noticia que robará el sosiego que exigía la anterior, y a tal seducción cederemos.

Pero he aquí entonces que, llegados a este punto, la inteligencia quizás haya buscado ya refugio, a modo de redención. Tal como ha escrito el "vivisecteur" en su elegida soledad: "En cualquier caso, no se puede decir que yo busco, en definitiva, de ambas posibilidades la que me resulta más ventajosa desde el punto de vista psíquico (Ceder o superar. Hacer valer, tal vez, un imperativo). Pues, en muchos casos, la reflexión me llevará a ideas muy diferentes, y así la alternativa queda eliminada".

A fuer de ser sinceros habría que confesar que hasta este grado de especulación nos ha traido el manido ir y venir diario de noticias, sobre todo politicas, y de las lentas y vagas y profusamente matizadas (y espiadas, al parecer, unas de otras) especulaciones a que dan lugar, como si la realidad fuese tan elastica y deformable que pudiera adoptar la forma que quiera aquel que la transmite o analiza. Sensación que suele irrumpir en la conciencia del lector cuando el ánimo matinal está intacto y receptivo, sumiso a los contenidos del mensaje.

Con la voluntad a punto de los buenos propósitos al despertar, uno acude a las pequeñas exigencias de lo cotidiano, por ejemplo pasar las hojas del periódico, para dar al poco con la inevitabilidad de la información, de la noticia... La presencia, en fin, de ese mundo real en el que se agazapan una parte de ficción y las sombras más interesadas.

Gracias que la mañana a veces es virginalmente luminosa como para tener que ceder al pesimismo, razón por la cual uno, antes de levantarse de la mesa para enfilar el acceso al garaje, trata de recordar una vez más a "monsieur le vivisecteur" y su ironía: "Yo trato de conocer los caminos que llevan a la santidad, para saber si se puede ir en coche".

Un lujo de reflexión, obviamente.

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