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"La mujer de sombra", de Luisgé Martín

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El escritor madrileño Luisgé Martín publica en Anagrama su quinta novela "La mujer de sombra". Novela turbadora que tiene por protagonista a Eusebio, una persona atraída por una obsesión que le puede conducir a los abismos más profundos del amor y el sexo. Una obsesión a la que se enfrenta y que puede llevarle a caer en una espiral que posiblemente le conducirá a la perversión.
La historia que cuenta en el libro es la de Eusebio, un extravagante millonario que no necesita trabajar para vivir y que si lo hace es para tener experiencias que enriquezcan su vida. Pocos días antes de morir en un accidente, Guillermo le confiesa a su amigo Eusebio que mantiene relaciones sexuales sadomasoquistas con una misteriosa mujer.

Eusebio decide buscar a esa mujer para contarle que Guillermo ha muerto. Y cuando la encuentra se queda hechizado por ella. No se atreve a decirle nada para no tener que desvelar los secretos que conoce, para no ahuyentarla. Poco a poco se van enamorando. Eusebio espera que ella le pegue, le humille y le maltrate sexualmente como hacía con Guillermo, pero Julia sólo le da caricias y ternura. Ése es el principio de la terrible duda que se abre paso en los pensamientos de Eusebio: ¿una y otra son la misma mujer?

Ante este planteamiento que corresponde a la primera parte del libro, Eusebio emprende diferentes acciones para saber si Julia es esa mujer de la que hablaba Guillermo. Esa investigación le lleva a embarcarse en la búsqueda de oscuridades en las que no termina de caer, ni practicarlas. Las drogas, el alcohol, el sexo con animales, el sexo con niños y el sadomasoquismo pasan por las páginas de la novela, pero siempre mirándolas con distancia, ajeno a ellas las ve pasar ante sus ojos como una posibilidad latente en la que él no cae, rehúye sin estar seguro de lo que hace.

Todas estas cuestiones las trata Luisgé Martín con elegancia, sin caer en el morbo, como si fuese un periodista de investigación que relata lo que ve y que en el último momento aparta de su camino, compuesto de perversión y humillación, pero también de congoja y ternura. Son cuestiones que en el mundo actual se dan, se ocultan y el autor las pone sobre el tapete para remover conciencias, para que nadie sea capaz de tirar la primera piedra porque nadie está libre de pecado, como un soldado que se enfrenta por primera vez a la guerra, a la muerte y no sabe cómo reaccionar; el protagonista se enfrenta por primera vez a unas prácticas sexuales que se dan, a veces, en lejanos y exóticos países donde se va a hacer turismo sexual, pero otras veces ocurre cerca de donde vivimos y eso nos inquieta. Es una historia que nos permite descubrir el monstruo que llevamos dentro, que en ocasiones controlamos y en otras, no.

Porque su obra es precisamente eso, inquietante; remueve la conciencia de cada uno y el lector ha de enfrentarse a esa introspección personal, la misma a la que se enfrenta Eusebio. Es pues un libro incómodo y valiente, al mismo tiempo, que no nos permite abandonar en ningún momento la lectura, ya que un pálpito se mantiene en el aire en todo momento hasta que la novela concluye y nos arrastra de forma obsesiva hasta la última página.

La maestría del novelista madrileño se percibe en su forma de escribir. Su prosa exuberante y eficaz nos va describiendo a los personajes con todo lujo de detalles, tanto en lo físico como en lo mental, con descripciones metódicas, puntillosas, que no pasan por alto ningún detalle. Es como si fuese un detective privado que va investigando a los diferentes personajes de la novela, los va desmenuzando, los va conociendo al mismo tiempo que el lector. Escritor y lector tienen las mismas armas, pues para eso el libro está escrito en tercera persona. Ese alejamiento que realiza deliberadamente es para no identificarse. Esto sí sucedería si estuviese escrito en primera persona.

Es un narrador omnisciente, pero no lo sabe todo, lo va descubriendo según va avanzando la trama, casi al mismo tiempo que el lector. Al mismo tiempo el protagonista va descubriendo cómo es. En ese proceso Eusebio va averiguando su atracción por lo oscuro y por lo sombrío. Un proceso que es contrario al que sufre Julia. El amor, para ella, lo puede todo. Ella puede abandonarlo todo, la transforma y la hace mejor persona. Eusebio realiza el camino contrario, partiendo del amor va derrumbándose llegando a una situación trágica para él, que le aboca a la depresión y, un poco más allá, a la destrucción.

Ese descenso parte de la búsqueda de la verdad, ¿conviene saber la verdad de la otra persona? No lo sabemos, pero Eusebio se obsesiona con ese querer saberlo todo de su pareja. Julia se redime con el amor y Eusebio cae en el delirio de querer conocerlo todo, para él el amor es una obsesión enfermiza que le conduce por los caminos de la infelicidad dejando a un lado los sentimientos que es lo que realmente importa.

Luisgé Martín ha escrito una obra redonda, de lo mejor que se ha publicado este último año. Una novela rompedora e inquietante que a algunos molestará e irritará, pero a otros les parecerá una obra moderna, actual y cotidiana. Con una intensidad de las emociones que nos subyuga y nos atrapa. Al final no sabemos si el título es el acertado y la mujer de sombra no se convierte en el hombre de sombra, ya que Eusebio tiene más claroscuros que Julia.

Luisgé Martín vuelve a indagar en los laberintos más oscuros del alma humana y a pintar esos dilemas existenciales en los que tanta importancia tienen las pasiones sexuales inconfesables que se hallan en la frontera de la moralidad y de la ley. En la frontera que unos cruzan y otros no. En la frontera de la genialidad de la escritura que solo escritores como él cruzan.

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