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“Frío de muerte” de Manuel Nonídez

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Por Javier Velasco Oliaga

Hace escasas fechas el escritor madrileño Manuel Nonídez ganó con su última novela, Frío de muerte, el prestigioso Premio de Novela Negra Francisco García Pavón que organiza el ayuntamiento de Tomelloso (Ciudad Real), homenajeando a uno de sus más insignes ciudadanos.


Francisco García Pavón fue un conocido escritor que escribió, en el franquismo, novelas policíacas con un fuerte sentido humorístico, no exento de crítica social. En nuestra infancia solíamos ver la serie Plinio, centrada en Tomelloso, donde un Jefe de la Policía Local investigaba crímenes cometidos en los rededores de la población manchega, desplazándose con un amigo en un SEAT 600 blanco, o quizá fuese de otro color pero las pantallas de televisión de blanco y negro no nos dejaban percibir el tono gris, muy característico de esos coches y de esa época. El actor Antonio Casal daba vida a ese original investigador que nos deleitaba con su inocencia y sagacidad.

Sin embargo Manuel Nonídez ni es inocente ni trata ese tiempo gris. Ha escogido para su último libro un pasaje de la historia, el final del reinado de Isabel II, en la que la corrupción política y social estaba muy extendida. Estos pasajes de la historia ya han sido tratados por escritores de la talla de Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales o Ramón María del Valle Inclán, éste de manera muy esperpéntica, aquel de manera más fiel a la historia.

Nonídez trata este pasaje de la historia desde una perspectiva policial y con fuerte contenido y crítica social. La trama policial la protagoniza el inspector Isaac Arribas, comisario del distrito de Avapiés, barrio donde se ubicaba la antigua judería en Madrid y donde en esas fechas 1866 al 68 en la novela se produjeron una serie de asesinatos de niñas púberes que habían pertenecido o bien a la Casa de Expósitos, donde permanecían hasta los siete años de edad, o bien al Colegio de los Desamparados, donde acogían a niños procedentes del Colegio Nuestra Señora de la Paz o de la Inclusa.

Como comisario de zona, era Arribas el encargado de resolver esos crímenes cruentos que traían de cabeza a las autoridades monárquicas y al pueblo llano por la crueldad con que se cometieron. Fueron degolladas y rajadas como animales del matadero, por eso las primeras pesquisas condujeron hacia los trabajadores del mismo. Las autoridades eclesiásticas, encabezadas por monseñor Navarro, arzobispo de Toledo, se mostraban preocupadas, ya que habían sido pupilas suyas desde la más tierna infancia.

El doble encargo, eclesiástico y ministerial, conducen a Arribas a una investigación dificultosa y llena de peligros. A su vez, él está viviendo un drama personal. Su esposa, enferma terminal, se debate entre la vida y la muerte, consumida por fuertes dolores que sólo puede aguantar con los cuidados de un amigo de Arribas, el boticario don Godofredo y, posteriormente, con la morfina suministrada por el higienista dental escocés recomendado por su Ilustrísima el Arzobispo.

El mandato de Isabel II se caracterizaba, si no por su crueldad, sí por la holganza que vivía el reino, víctima de la promiscuidad sexual de la reina, a la que tenía que proteger el ministerio de amantes advenedizos y oportunistas. La casta gobernante vivía enriquecida por los negocios de la corona y la opinión que tenían de sus gobernados era ínfima. Juan Bravo Murillo, primer ministro del gobierno monárquico en la década ominosa llegó a señalar que “aquí no necesitamos hombres que piensen, sino bueyes que trabajen” de lo que el autor hace reflejo en la página 19.

Con este panorama, que Nonídez va desgranando de forma precisa, el protagonista se hace cargo de una investigación que le exigen resuelva de forma pronta y eficaz. El caso se va complicando y según avanza va sufriendo el atropello de bandidos y sospechosos, siendo asesinados las posibles fuentes y testigos del caso. Según va avanzado en la investigación, se le ponen más piedras en el camino: tanto de los que él creía aliados como de los que no lo eran.

Según discurre la investigación, en la trama se van mezclando personajes históricos con los ficticios, personajes como Larra, los hermanos Bécquer o Tomás Bretón cobran un protagonismo de paso, aunque los Bécquer son interrogados en la búsqueda de unas caricaturas ofensivas hacia la reina. La trama se va complicando, siendo el comisario destituido, pero él continúa la investigación llegando a un final sorprendente, inesperado y muy original, que no desvelaremos en aras de mantener el misterio.

La novela fue presentada al premio como Perro de ley, descripción de Arribas, pero cambiado a su publicación por Frío de muerte, quizá más apropiado para describir una trama y una época. La forma de narrar de Nonídez es sorprendente. Es probablemente el único autor español que escribe como se haría en la época en que se desarrolla la acción, con un estilo romántico y decimonónico parecido al que utilizaban sus queridos Larra o Bécquer, lo cual es de agradecer porque da una credibilidad a la novela sobresaliente. Recupera pues palabras y expresiones añejas de la época, caídas ya en el olvido, pero que nos gusta leer para imbuirnos en una forma de pensar y escribir de un tiempo pasado.

El protagonista nos lo describe el propio autor de forma certera “Arribas no sentía aprecio por ningún estamento humano o divino” (pág. 123), es por tanto un ser descreído, que proveniente del hospicio, es adoptado por un notario y su mujer. No llegando a terminar sus estudios ejerce de comisario en un barrio popular donde convive el lumpen más miserable. Él de ideas liberales, se muestra crítico hacia las instituciones que le dan trabajo y de las que vive, pero siempre con un punto de comprensión hacia ellos, hacia todos los estamentos, sean gobernantes o gobernados. Para él nada es totalmente cierto, todo lo cuestiona y eso es lo que le hace continuar una investigación donde nadie le ayuda y todos le ponen trabas.

Estamos pues ante una obra profundamente original, de lectura singular por sus características y ante un autor que escribe sin concesiones, que escribe como se debe hacer siendo coherente con la época que describe y los acontecimientos que narra. Por cierto, quien disfrute con esta original novela negra, escrita a la manera del XIX, no puede dejar de leer su obra El aliento negro de dios, originalísima novela sobre los conquistadores españoles del siglo XVI.


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