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Felipe González presenta “Los laberintos del espejo” de Alfonso S. Palomares

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h


Por Joaquín Álvarez-Coque

Felipe González
en pocas ocasiones baja a la tierra, pero hoy sí ha descendido para presentar el último libro de su amigo y fiel escudero Alfonso Sobrado Palomares, titulado Los laberintos del espejo, en el que refleja el mundo periodístico que él conoce tan bien, por haberse desenvuelto a la perfección en ese mundo y donde ha desempeñado puestos de suma relevancia.


En la presentación de la Casa de Galicia de Madrid pudimos ver a rostros que últimamente estaban en un segundo plano, como guardaespaldas de los años en que gobernaba Felipe, que todos le siguen llamando Felipe, que trabajaban para el PSOE y que hoy deben de trabajar para él o para su jefe Carlos Slim. ¡Qué diferencia de tiempos, antes trabajaba en el gobierno para todos los españoles, ahora trabaja para una de las personas más ricas del mundo, que es un poder fáctico que hace y deshace a su antojo por todo el mundo económico!

También vimos a periodistas que no suelen cubrir este tipo de actos pero que han sido fieles lacayos cuando estaba en el poder, mamporreros de 20 minutos con preguntas extemporáneas y pueriles que llenaban de amarilleo un acto serio, precisamente sobre lo que va el libro pero dado la vuelta. Se ataca al enemigo cuando en realidad está en casa.

Felipe González dio la responsabilidad a Alfonso S. Palomares de presidir la Agencia EFE, una agencia que en la actualidad está casi en quiebra, precisamente por hacer un periodismo de agencia amarillento y partidario. En sus tiempos se respiraba mucha más libertad, aunque siempre al servicio de quien le puso al mando, como puso a su mujer al frente de la Delegación del Gobierno en Madrid. Matrimonios amigos que compartieron muchas experiencias juntas pero que al final se partió como se parte un queso en trozos.

Pese a los cinco libros que lleva publicados Palomares, ninguno de ellos fue leído por Felipe, ni siquiera el hagiográfico que le dedicó. Sin embargo éste, Los laberintos del espejo, sí lo ha leído, es más, lo ha entendido y, como siempre, sabe transmitir lo que contiene, habiendo cogido la esencia del mismo. “Nunca fui capaz de presentar un libro como los solaperos, que sólo leen la solapa del libro y dos críticas de prensa y con eso hacen la presentación”, afirmó un González en plena forma dialéctica y explicativa.

Para Felipe, todos le siguen llamando Felipe, menos algún sumiso que le llama Presidente del Gobierno, el “interés de presentar una novela es suscitar en los demás la curiosidad por meterse en ella”, la novela es una denuncia del periodismo que con la apariencia de seriedad esconde el peor de los “amarilleos”. Si nos encontramos con un periódico amarillo ya sabemos lo que vamos a leer, “el escándalo por el escándalo es el motivo fundamental de existencia de ese periódico”, describe Felipe. Y eso es, ni más ni menos, el periódico sobre el que va la novela “El espejo”. Título de claras referencias camusianas.



“Pasados los años vemos que la filosofía de Albert Camus está de plena vigencia, vigorosa y actual y, sin embargo, la filosofía de Jean Paul Sartre está cayendo en un olvido merecido”, señala puntilloso el ex presidente del gobierno. Y tiene toda la razón, con los años González está adquiriendo un poso de intelectual y estadista que se codea con los grandes personajes actuales de la política y sus comentarios entre líneas son auténticas cargas de profundidad para la actualidad más ramplona.

Para González lo más peligroso de la mediocracia en la que vivimos es que “algunos periódicos aparecen como serios cuando sólo producen amarilleo”, señala enfáticamente y ve a uno de los protagonistas, David Talmati, como contrapunto del director, ¿carga de profundidad hacia el director de “El Mundo”?, que trata de destruir a un director mentiroso que crea y dirije El Espejo desde una posición absolutamente ególatra y a su propio servicio.

Aunque el autor es sumamente respetuoso con las apariencias, el tufillo que desprende, aunque no quiera decirlo, es la crítica exacerbada a ese periódico que con aspecto de profesionalidad, se mueve en el mundo amarillo del periodismo, torciendo y retorciendo la información en su propio beneficio, favoreciendo a políticas corrompidas por los años de poder y a partidos mediocres, formados por personajes salidos de las cloacas de lo peor del partido socialista.

A Felipe no le duelen prendas en atacar a esa mediocracia en la que vivimos; mediocridad de los medios de comunicación y de los que gobiernan las distintas instancias del poder. Así, manda un misil envenenado al actual Presidente del Gobierno, “un político en activo, en mi etapa al frente del gobierno. Me decía que rectificar es de sabios y yo le decía que sí, pero de necios es tener que hacerlo a diario, le respondía”, las carcajadas sonaron intempestivas en la sala; todo el mundo interpretó que González no es partidario de un Zapatero que no sabe arreglar los agujeros de sus sandalias.

Alfonso S. Palomares agradeció las palabras que le dedicaron, se mostró emocionado por la presencia de tantos amigos que habían venido a la presentación, y orgulloso dedicó elogios a su mentor, que esta vez sí ha leído de cabo a rabo un libro suyo. Y Felipe, todos le siguen llamando Felipe, demostró que sigue siendo un gran vendedor, un encantador de serpientes, porque no hubo nadie en la sala que no manifestase la firme promesa de que lo primero que iban hacer al salir de la sala sería leer el libro de Palomares. Yo por lo menos así lo hice.

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