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Equipo de El Marcapáginas de Gestiona Radio
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Viajes literarios: Cervantes en Valladolid

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Si hay un escritor español conocido en el mundo entero, ese es Miguel de Cervantes Saavedra, el insigne escritor de Don Quijote de la Mancha, pero también de numerosas novelas ejemplares y de bastante poesía. Con Cervantes comenzó la novela moderna, hay un antes y un después de su magna obra en la historia de la literatura, una de las más leídas en el mundo, una de las más conocidas y, probablemente, la mejor que se haya escrito nunca.

Sobre Cervantes se ha escrito mucho, pero no una obra popular que nos contase los muchos enigmas que hubo en su portentosa vida. Uno de ellos tuvo lugar en Valladolid, ya lo verán. El escritor alcalaíno tiene muchos viajes literarios, su ciudad de nacimiento, las ciudades donde residió o estuvo cautivo, el recorrido de su insigne y estrafalario Quijote que se movió por la península Ibérica a su antojo y siempre dejando su impronta.

Estas pasadas Navidades, el equipo del programa de radio "El Marcapáginas", que desde hace poco se emite en Gestiona Radio, encabezados por su director y presentador David Felipe Arranz, decidió realizar una excursión cultural a Valladolid, tierra del director y de alguno de sus más insignes tertulianos, como el novelista Alberto Curiel. Alguien dijo que las programaciones están hechas para cambiarse y la programación que teníamos se vino abajo desde el primer momento.

La ruta comenzaba en el Museo Oriental, pero no se pudo empezar por ahí porque nos encontramos con el museo cerrado. Hace apenas dos días, burlando todas las medidas de seguridad, unos ladrones asaltaron el tal original museo y se llevaron piezas únicas de incalculable valor. En esta ocasión parece que el atraco estaba perfectamente planificado y los frailes encargados de su vigilancia nada pudieron hacer para impedirlo. Es una lástima que las instituciones oficiales no intenten impedir atracos como ese. No ayuda el ministro de cultura y demás asuntos, cuyos presupuestos solo sirven para premiar a sus amigos y afines dejando la cultura a niveles de hace más de 100 años.

Como pueblo nos caracterizamos por una cualidad innata de improvisación y, rápidamente, planificamos un nuevo recorrido a la sombra de la escultura de José Zorrilla, como no podía ser menos. Mayoritariamente decidimos ir en peregrinación a la casa donde vivió en 1605 Cervantes y su familia. La casa museo se encuentra en perfectas condiciones de mantenimiento. Durante un tiempo su biblioteca fue lugar de encuentro de eruditos y curiosos que buscaban un lugar entrañable donde hacer tertulias y lecturas.

El que se supiera que en esa casa habitó el escritor fue debido a un incidente que le llevó a dar con sus huesos en la cárcel. La casa estaba ubicada en la Acera del Rastro, en lo que hoy se conoce como la calle de Miguel Íscar, en la orilla derecha del río Esgueva, hoy funestamente enterrado para que la expansión inmobiliaria, afortunadamente venida a menos, pudiese mancillar parajes preciosos. La casa, ubicada cerca del matadero y de los puestos donde se vendía la carne, no tenía precisamente buena fama.

Una calurosa noche de junio del año 1605, el caballero don Gaspar de Ezpeleta tuvo un altercado con un individuo desconocido que le produjo heridas de gravedad. Las sospechas recayeron sobre los vecinos de la zona y la familia Cervantes, debido a las dos hermanas del escritor, ya que se creyó que el incidente pudo haber sido motivado por problemas de faldas, precisamente de las hermanas. Recayeron sobre la familia, cuyos miembros dieron con sus maltrechos huesos en el calabozo. La humedad de la casa, al estar cerca del río era grande y toda la arpillera usada no daba para aislar la humedad de las piezas de la casa, que siglos después sería una taberna.

Cervantes escribió en esta casa gran parte del primer tomo de El Quijote y, también, otras novelas ejemplares como El coloquio de los perros, una de las primeras obras donde los animales son protagonistas y parlamentan entre ellos. Cervantes alude en sus obras diferentes edificios y parajes del Valladolid de la corte de Felipe III, hay que recordar que la corte se había trasladado a la ciudad bañada por los ríos Pisuerga y Esgueva. El Hospital de la Resurrección, la Iglesia parroquial de San Llorente o San Lorenzo, el Palacio Real, el río Pisuerga, la fuente de argales o el espolón se citan en sus obras.

Pasear por Valladolid, en una tibia mañana de invierno, visitando los edificios y lugares que describió el gran Cervantes es un placer único. La casa museo se encuentra perfectamente restaurada y se echa de menos la falta de un guía que explique la configuración de la casa, algo que se intenta suplir con una más que modesta guía fotocopiada. Afortunadamente, una vallisoletana que había sido guía de la ciudad se cruzó en nuestro camino y nos enriqueció la visita con agudos comentarios.

Después del paseo por donde caminó Cervantes, hicimos algo que él hacía también con suma dignidad y es comer un buen lechazo de cordero a precios estratosféricos. Aparte de alimentar el espíritu, también hay que alimentar el cuerpo. Aunque siempre es un placer compartir mesa y mantel con tertulianos del calibre de Sonia Villarroel, Myriam de Benito, Marina Casado, Mónica Iglesias, Guillermo Pescador, Luis Miguel Rodríguez, Ricardo Guerrero o Ricardo Martín, martillo de herejes en la tertulia del Gato al agua, o los anteriormente citados al comienzo del artículo.

Y qué mejor para hacer la digestión que un buen museo, uno de esos museos únicos que tenemos en España, como el Museo Nacional de Escultura, una joya espléndida no lo suficientemente reconocida en donde tuvimos de cicerone a Eduardo de Mata que supo explicar con pocas palabras las muchas joyas que en los edificios de gran valor arquitectónico en que está el museo atesoran.

Para otra ocasión quedarán los otros museos que la ciudad alberga y la casa de la India, otro pequeño diamante en bruto de rareza sin igual en las tierras castellanas. La compañía, la alegría de las calles, los tesoros de la ciudad, la charla sobre literatura y otros temas culturales conformaron un día idílico que trasciende de las páginas de los libros. Anímense y recorran los muchos parajes de nuestra literatura, los paseos merecen la pena y comiencen por Valladolid y nuestro gran Cervantes, él dio para muchos viajes.

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