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Luz Gabás y la editora Raquel Gisbert
Luz Gabás y la editora Raquel Gisbert (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Luz Gabás presenta en la población alcarreña de Majaelrayo su nueva novela “El latido de la tierra”

"No hay tanta diferencia entre la vida en el campo y en la ciudad"

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 12 de septiembre de 2019, 22:33h

A la sombra del pico del Ocejón, de 2049 metros de altura, en la sierra de Ayllón, se sitúa el municipio alcarreño de Majaelrayo. La localidad tiene censados, en estos momentos, 42 habitantes, “pero a diario viven algunos menos”, me dice la alcaldesa socialista Sonia Atienza del Cura, que gobierna en minoría con dos concejales del Partido Popular, uno de ellos la apoyó para conseguir el cargo y el otro se abstuvo.

  • Sonia Atienza del Cura y Luz Gabás

    Sonia Atienza del Cura y Luz Gabás

  • Decoración de Majaelrayo

    Decoración de Majaelrayo

  • Aperitivo de la presentación de "El latido de la tierra"

    Aperitivo de la presentación de "El latido de la tierra"

Luz Gabás
Luz Gabás (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Sin embargo, Majaelrayo se llena de visitantes los fines de semana, gracias a los veraneantes y a las casas rurales que se atiborran de senderistas que quieren apreciar la arquitectura negra del pueblo y de sus alrededores. Cuenta una leyenda que a Dios se le hizo de noche el sexto día de la creación y fue entonces cuando puso estas tierras de Guadalajara en el mundo, las últimas.

Quizá por eso, el municipio se llene de visitantes todos los fines de semana para apreciar la belleza de estos pueblos negros, hechos de pizarra desde los cimientos a los tejados, buen ejemplo de la España vacía, porque el pueblo ha estado vacío durante mucho tiempo, sólo los pastores trashumantes y los mieleros pasaban por allí camino de otros lugares. El pueblo tuvo su momento de gloria cuando hace unas décadas se rodó un anuncio de una conocida marca de fabada de lata, luego quedó en el olvido hasta ahora.

Muchos de esos visitantes llegan a Majaelrayo para apreciar esta insólita arquitectura negra, otros para disfrutar de la tranquilidad de sus tierras y de sus gentes. En Majaelrayo se puede escuchar perfectamente el silencio que reina en sus calles de manera sobrecogedora. No sólo se puede oír, sino que se puede sentir y palpar. Se oye el latido de la tierra. Y el silencio tiene que ver mucho con la última novela de Luz Gabás porque en ella reina el silencio que se rompe cuando ocurre un asesinato y cuando unos modernos ocupas se establecen en una población abandonada de tan sugestivo nombre como Aquilare.

La novela trata del “arraigo” a nuestras yermas tierras y al resquemor de aquellos que vienen de fuera

Ha sido Majaelrayo la población escogida por Luz Gabás para presentar su novela “El latido de la tierra”, que no se sitúa en esta población sino en unos parajes más norteños, concretamente en Aragón, pero la esencia es la misma: la despoblación reinante en muchos de los pueblos de la península. Y la novela trata del “arraigo” a nuestras yermas tierras y al resquemor de aquellos que vienen de fuera. "Yo quiero subrayar que la vida no es tan diferente entre el campo y la ciudad", dice la autora de Monzón.

No podían haber escogido un lugar tan idóneo para presentar “El latido de la tierra” y hoy la tierra de Majaelrayo ha latido al compás de un más de centenar de visitantes que se han acercado al pueblo para conocer a Luz Gabás y para ayudar a decorar el pueblo con aperos de tiempos pasados, dejando el pueblo con ese sabor de hace unos años que tanto nos gusta. Entre periodistas, lugareños y vecinos de alguna que otra población cercana se han llenado las calles de color y alegría. Todos compartieron fraternalmente un reponedor aperitivo con productos de la tierra.

No han faltado los torreznos, los chorizos, las morcillas y las migas de la zona; incluso, papas arrugas, extraña comida para un pueblo serrano, pero todo tiene su explicación, el cocinero que ha preparado el almuerzo es canario, casado con una mujer de la zona. Hace unos meses el matrimonio se quedó sin trabajo en las islas afortunadas y se enteraron que el mítico mesón “El jabalí” llevaba años cerrado. Ni cortos ni perezosos alquilaron el local y llevan cerca de medio año dando de comer a los visitantes de la zona. A los periodistas, les obsequiaron sus estómagos con un cabrito primorosamente asado, acompañado de ensalada y patatas panaderas y, por supuesto, regadas con buen vino. Una excelente comida para poder departir con Luz Gabás como podrán leer dentro de poco en la entrevista que la pudimos realizar.

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