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Marta Barrio García-Agulló
Marta Barrio García-Agulló (Foto: cedida por la autora)

Entrevista a Marta Barrio García-Agulló: “Tengo una relación conflictiva con mis textos. Fue difícil dar el salto de fe necesario para enfrentarme a la página en blanco”

Autora de “Los gatos salvajes de Kerguelen”
Por Javier Velasco Oliaga
jueves 10 de diciembre de 2020, 18:00h
Marta Barrio García-Agulló es una joven escritora y editora que acaba de publicar su primera novela “Los gatos salvajes de Kerguelen”. Marta ya sabe lo que es estar a los dos lados de la mesa del trabajo literario. Quizá por eso su estilo a la hora de escribir sea muy medido, preciso y riguroso. No pierde el tiempo en arabescos inútiles, va al grano y lo hace de una forma descarnada y original.
Marta Barrio García-Agulló
Marta Barrio García-Agulló (Foto: cedida por la autora)

Los gatos salvajes de Kerguelen "se desarrolla en un paraje inhóspito cercano a la Antártida, el espacio habitable más crudo del mundo. Allí un grupo de científicos y militares investigan el por qué del cambio climático. Pero hay más que ese cambio, en ese terreno agreste acontecen ciertas desapariciones que desequilibran a los residentes que viven allí y, por supuesto, al lector. En la entrevista, Marta Barrio nos cuenta sus motivaciones para escribir la novela y algún secretillo sobre la misma.

Los gatos salvajes de Kerguelen” es su primera novela. ¿Cómo surgió la idea de la novela?

La idea de la novela surgió a partir de una estancia científica de mi hermano mediano en las islas Kerguelen. Pasó allí un año, durante el cual nos preocupábamos cuando tardaba en responder a los correos electrónicos, y esas islas se convirtieron en un paisaje mental. Hasta que no regresó, no empecé a escribir, por una especie de superstición.

¿Por qué decidió llevar la trama de su novela a las tierras francesas de la isla de la Desolación?

La geografía de ese territorio hostil y su historia de naufragios y de colonizaciones fallidas me conquistaron. Este archipiélago indómito es uno de los lugares más inaccesibles del planeta, al que solamente puedes acceder si eres investigador. Se trata de un tesoro para los biólogos, donde se puede observar una naturaleza virgen de todo contacto humano hasta su descubrimiento en el siglo XVIII. Al mismo tiempo, me interesaba la mitología asociada a la historia de los sucesivos intentos frustrados de colonización de esas islas, así como esa atracción por lo edénico y lo remoto que a veces resulta funesta para los aventureros.

¿Cómo decidió dar el paso de la edición a la escritura?

Durante mi baja de maternidad, me encontré con tiempo libre y una historia que contar. Tuve la inmensa suerte de que fuera un bebé buenísimo, que dormía mucho. Aproveché ese tiempo detenido al que te fuerza la maternidad, e incluso escribía mientras le daba de mamar.

¿Era antes escritora que editora?

Antes fui lectora. De pequeña me castigaban sin leer cuando me portaba mal. Me licencié en la UAM en Filología Hispánica en 2008 y en Estudios de Asia Oriental en 2009, e hice un máster en edición en la Universidad de Salamanca. Realicé las prácticas en Alianza Editorial en 2010, y hasta ahora. He tenido la inmensa suerte de poder dedicarme a lo que me gusta, cosa no tan habitual en mi generación precarizada. La escritura vino mucho más tarde, y tengo una relación conflictiva con mis textos. Fue difícil para mí dar el salto de fe necesario para enfrentarse a la página en blanco, la mirada crítica de la editora pesaba mucho. Por otra parte, estoy muy contenta con el resultado final, dado que aprecio los detalles de la edición, y ha quedado un objeto bellísimo, con las portadillas en negro y esa doble página final de la foto del iceberg a la deriva.

La novela tiene dos fuertes componentes: el psicológico y el ecológico. ¿Cuál es el que predomina para usted?

Yo diría que el tema principal de la novela es el cambio climático. Me interesa mucho el género del climate fiction, aunque no es una novela tan distópica como parece, si uno está atento a las noticias, cada vez más alarmantes...

¿Definiría su novela como un thriller psicológico literario?

Creo que pertenece al género del climate fiction, con tintes de misterio, pero también de novela de aventuras y de diario de viaje. Alguno de mis primeros lectores ha hablado de un Arthur Gordon Pym millenial, o de una mezcla entre El origen de las especies, de Darwin, y Jack el Destripador.

“Me encantaría que la literatura sirviese para concienciar a más personas de la gravedad del cambio climático”

Se muestra en todo momento muy preocupada por la ecología y el cambio climático. ¿Quiere aportar su granito de arena para que no se produzca un cataclismo climático?

Me encantaría que la literatura sirviese para concienciar a más personas de la gravedad del asunto, dado que nadie parece escuchar a los científicos. Creo que no se está haciendo lo suficiente para detener el cambio climático, y que pagaremos por ello. Me preocupa el mundo que le espera a mi hija.

La protagonista Olivia tiene ciertos rasgos psicópatas. ¿Cómo perfiló literariamente el personaje?

Soy una gran lectora de novela negra, y eso siempre marca. Quería también explorar el concepto de la impunidad, y plantear qué sucedería si nuestros actos no tuvieran consecuencias, ¿se mantendría entonces el contrato social? Por otra parte, la protagonista sufre de extrañamiento al sentir el constante desajuste entre lo que sucede en el interior de su cabeza y el funcionamiento del mundo, entre el deseo y la realidad. Este sentimiento es algo que todos experimentamos de forma pasajera en algunos aspectos de nuestras vidas, y que puede derivar en patologías clínicas o en adicciones más o menos aceptadas socialmente cuando perdura en el tiempo.

Su novela tiene varios protagonistas. ¿Estamos ante una novela coral?

Sí, estamos ante una novela coral, y el propio archipiélago de las Kerguelen es uno de los personajes protagonistas.

¿Quiénes son más protagonistas Olivia o los gatos salvajes?

Olivia, diría yo.

¿Qué papel juegan los gatos de Kerguelen en la trama de la novela?

En las islas Kerguelen se encuentran unos gatos que descienden de los domésticos, pero que, para sobrevivir en ese entorno, se han tenido que adaptar a las durísimas condiciones climáticas. Son todo músculo, y su esperanza de vida es mucho menor que la de una mascota. Se alimentan de conejos y de aves marinas, y soportan temperaturas extremas. Por otra parte, el título de la novela también se refiere a los jóvenes científicos que se transforman en pequeños salvajes, cada uno a su manera, al perder de vista la civilización y enfrentarse a la soledad, a las constantes ventiscas, pero también a la belleza de una naturaleza prácticamente virgen.

Dice en su novela que en las islas se dan un tiempo propicio para el asesinato. ¿Escogió por eso el escenario desolado de una base científica austral?

Desde luego. Es un escenario fascinante, con una historia que da para varias novelas. Hubo marinos que naufragaron no una sino dos veces seguidas en esas costas, balleneros arruinados, y mensajes de auxilio anudados en las patas de los petreles que volaron a través de los océanos.

El viaje es una búsqueda y una huida

¿Cómo se documentó para escoger el escenario de “Los gatos salvajes de Kerguelen"?

Esta novela surgió a raíz de una estancia de investigación que realizó mi hermano Miguel en el archipiélago de Kerguelen, a partir de las cartas y las fotos que nos enviaba y de los libros sobre las tierras australes y antárticas francesas que nos regaló antes de marchar para que le acompañáramos, de algún modo, en el viaje. Mis amigos me preguntaban a menudo por su paradero, y descubrí que las islas de la Desolación fascinaban a mis oyentes. Estuvimos un año sin vernos, ni siquiera por Skype, y las cosas que nos contaba daban para varias novelas. Leí todos esos libros que nos había dejado, y muchos más, buscaba fotos por internet e imaginaba cómo sería estar tan alejada de la civilización, y construir iglús, y caminar por una colonia de pingüinos. Pero no empecé a escribir hasta que no volvió, por una especie de superstición. Entonces pude preguntarle en persona, y revisó toda la información científica sobre la fauna y la flora de las islas, porque mi formación es literaria, aunque siempre me interesaron mucho las ciencias naturales.

¿Internet ayuda en esa labor?

Por supuesto.

¿Ha viajado por aquellos mares australes?

Solamente con la imaginación. Es una reserva natural, un lugar al que no pueden acceder más que los científicos, y algunos turistas adinerados, que tienen que inscribirse en una larga lista de espera. He consultado muchos libros y mi hermano ha aportado su experiencia directa y sus conocimientos de biología.

Sáqueme de dudas, ¿es un narrador o narradora quién nos cuenta la historia?

Creo que es más bien narradora, no he conseguido borrarme del todo, y se me encuentra entre líneas.

La novela, tiene varios flash-backs de la vida de los protagonistas. ¿Qué aporta ese recurso a la narración?

El viaje es una búsqueda y una huida. Ese recurso me ayuda a explicar qué buscan y de qué huyen los personajes en esas islas remotas.

Para finalizar, ahora que ha dado el salto a la ficción. ¿Tiene más proyectos literarios para el futuro?

Estoy escribiendo ahora una novela corta que trata de derribar el mito de la embarazada feliz y muestra el lado oscuro de la gestación, que puede ser un lugar de miedo e incertidumbre para muchas mujeres. Es autoficción, hasta cierto punto.

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