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Ada Valero
Ada Valero (Foto: cedida por la editorial)

Entrevista Ada Valero: “Mi novela pretende romper el tabú, porque creo que los tabúes solo son obstáculos para el pensamiento”

Por Tensi Gesteira
sábado 23 de enero de 2021, 11:23h
El mundo se ha vuelto peligroso, y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que debieran de ayudarnos, se convierten en amenazas. Partiendo de la literatura como revolución y motor de cambio, Ada Valero se lanza a escribir la novela La vida cuando era frágil (Huso Editorial, 2021), un thriller psicológico que arranca con el suicidio de dos amigas, Rocío y Fátima, que desde siempre han compartido todo, y llegan a ser víctimas del patriarcado que impera en nuestra sociedad, en la que proliferan nuevas manadas, y en la que el sexo se embrutece por la eclosión de las nuevas tecnologías.
La vida cuando era frágil
La vida cuando era frágil

Ada Valero es licenciada en Filología Románica por la Universidad de Friburgo (Alemania) y profesora. Ha impartido clases de escritura creativa y sus relatos han aparecido en las antologías Una grieta en la jaula, La costa quedó atrás y Las vueltas del aire, así como en la selección de relatos cortos del XXXII Certamen Literario «Joaquín Lobato».

La vida cuando era frágil nos cuenta la turbiedad y la crudeza a las que son sometidas las mujeres, con un estilo entre lo bello y lo macabro, aspectos que destaca María Luisa Balaguer en el prólogo que ha escrito para el libro, publicado por la editorial independiente Huso.

Hablamos con Ada Valero sobre los entresijos de esta primera novela que inaugura un enero prolífico en Huso, junto a la puesta en marcha de la colección de ensayos ‘Palabras hilanderas’.

Has escrito relatos y poesía y ahora te lanzas a la novela, ¿qué supone este paso en tu vida y cómo lo afrontas?

En realidad, he combinado los tres géneros desde que, muy joven, empecé a escribir. La vida cuando era frágil no es mi primera novela, sí la primera que se publica gracias al compromiso de la editorial Huso con autores noveles. La escritura busca siempre su cauce y el género elegido ha dependido de diversos factores: el tema y la disponibilidad de tiempo, sobre todo, pero es en la novela donde me siento más cómoda.

La vida cuando era frágil destaca porque habla de la crudeza de la vida pero con un estilo bello, aspecto que destaca María Luisa Balaguer en el prólogo, ¿cómo se consigue esto?

Creo que forma y contenido deben ir de la mano, indisolublemente. Parto de la base de que a estas alturas está todo escrito, en realidad, todo se ha contado ya antes, y por eso es preciso que lo que se aporte traiga alguna novedad, que en este caso puede ser la forma de contarlo. El uso del lenguaje es resultado de una voluntad de estilo, pero también es fruto de las lecturas que me han acompañado, moldeando ese estilo de un modo involuntario. Por otro lado, no se trata tanto del deseo de embellecer un texto, sino de que se reconozca en él una voz propia y esa voz se ha ido forjando a lo largo del tiempo en un proceso que siempre es de experimentación con el lenguaje, sin olvidar la indispensable labor de pulido. Es cierto que María Luisa Balaguer ha sido muy generosa en su prólogo, pero creo que, como autora, una no las tiene siempre todas consigo y es lógico pensar que todo es mejorable.

La novela trata temas de ferviente actualidad y en ella se observa una clara conciencia sobre el machismo imperante en nuestra sociedad. ¿Cómo la definirías tú y por qué decidiste escribir sobre temas tan ‘tabús’ como la violación y el suicidio?

Por mi profesión −soy profesora de alumnos precisamente en la edad de las protagonistas− estoy en contacto continuo con las tensiones que se generan entre adolescentes que, por su edad, están todavía formando su identidad. La novela pretende fijarse en ese segmento de la población, poner de manifiesto cómo interactúan, cómo influyen los medios en ellos, qué prejuicios albergan, qué intereses tienen. En un primer momento se trata de hacer algo así como la foto de una generación, solo que a estas chicas protagonistas las llevo a una situación límite. Del tabú lo que me interesa es que esos casos existen, son tragedias que se dan en la realidad y se deben atender, sobre todo en estos tiempos en que existen las redes, donde las víctimas son revictimizadas una y otra vez, con el riesgo de que queden devastadas. En definitiva, se trata de romper el tabú, porque creo que los tabúes solo son obstáculos para el pensamiento, y mirar de frente este tipo de situaciones, porque existen.

Aunque también tiene mucho de intimista, el libro se podría definir como un thriller psicológico. ¿Has pensado en darle continuidad con nuevos casos a resolver por los policías Aldo y Castaño?

El intimismo es mi esfera, en realidad: me interesa lo que se desencadena en el interior de los personajes y en este sentido la novela está cerrada y los personajes encerrados en ella, pero no quiero decir que los inspectores estén agotados como personajes de futuras novelas, quién sabe.

¿Crees que la literatura puede cambiar el mundo o, por lo menos, ayudar a poner un poco de orden?

No lo creo. La literatura puede transformar individualmente, ofrecer perspectivas diversas a lectores concretos, ampliar su espíritu, darles palabras nuevas para nombrarse y para nombrar lo que les acontece… Conmigo lo ha hecho y seguro que con muchos lectores, que lo son porque la literatura les ha abierto a un mundo distinto del habitual. En cuanto a si puede poner orden… Me gusta más creer que lo que debería es desordenar lo establecido y airearlo.

¿Qué te gustaría evocar en los lectores y lectoras con esta novela?

Me sentiría satisfecha si lograra que revisaran prejuicios heredados de una ideología que tiende a culpar a la mujer; las propias mujeres se culpan a sí mismas a menudo cuando son agredidas, buscan el error en sí mismas, se torturan preguntándose qué hicieron mal… Es algo que vemos continuamente en las víctimas de violencia de género, que necesitan años para sustraerse de la culpa y reconocer que están siendo maltratadas porque conviven con un maltratador, no porque ellas den motivo para el maltrato. Vemos esta inseguridad en las protagonistas de la novela cuando se preguntan si provocaron la violación con sus actitudes y sus atuendos y en realidad es intolerable que las víctimas tengan que ser doblemente maltratadas: con la agresión y con el sentimiento de culpa.

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