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Suso de Toro
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Suso de Toro (Foto: P. Cosano/Anaya)

Entrevista a Suso de Toro: “Los escritores no deberíamos utilizar mucho las etiquetas”

Autor de “Un señor elegante”
domingo 14 de marzo de 2021, 12:00h
Un señor elegante” es una novela de no ficción que acaba de publicar en Alianza Literaria el escritor gallego Suso de Toro, uno de los principales exponentes literarios de las actuales letras gallegas. Con una larga trayectoria a sus espaldas, ha cultivado tanto el ensayo, como el relato y, por supuesto, la novela. Además, ha escrito infinidad de artículos periodísticos donde ha tratado tanto la política como la creación literaria.
Suso de Toro
Suso de Toro (Foto: P. Cosano/Anaya)

Suso de Toro ha sido reconocido con varios premios literarios a lo largo de su carrera literaria. En esta ocasión, trata de un tema de evidente interés histórico al descubrirnos a la familia gallega Baltar, republicanos, masones e intelectuales. Al descubrir unos ciertos documentos, el libro gira hacia la figura de Ramón Baltar, conspirador antifranquista que estuvo implicado en un posible magnicido al dictador gallego Francisco Franco. Una novela sin etiquetas que merece la pena ser leída sin ningún prejuicio.

En el Preludio del libro escribe que ya apuntó en su agenda un comentario sobre los Baltar. ¿Fue ese el inicio para escribir la novela?

Es un apunte del año 2004, es decir quince años antes del siguiente apunte, cuando ya decido meterme con esa historia. Fue la primera vez que me crucé con esa familia y sus anécdotas. Entonces yo estaba escribiendo un libro que entendía que era terrible, reconstruyendo la identidad de los verdugos en 1936 en mi ciudad. La familia era consciente de que tenían detrás cosas que deberían ser contadas, era una familia que celebraba su pasado y me facilitaban anécdotas simpáticas y yo entonces no entendía nada. No entendía como, siendo una familia que me constaba que había sido represaliada en la generación anterior conservaban esa mirada alegre o orgullosa sobre su pasado. Yo estaba acostumbrado en esa época en tratar con víctimas para el libro en que andaba, “Hombre sin nombre”.

Digamos que en aquel momento yo no estaba preparado para hacer el trabajo de reconstruir el pasado oculto de esa familia que permanecía detrás de las anécdotas gloriosas. Hicieron falta que pasasen años y yo escribiese algunos libros, como “Siete palabras”, donde investigué a mi propia familia paterna, para que comprendiese cual era la tarea posible con esa familia.

¿Ha sido laboriosa la documentación del libro?

La documentación fue mucha, pero me dio menos trabajo que nunca porque fue un trabajo compartido con mi compañera, algo nuevo para los dos. Y la verdad es que lo pasamos bien, me parece que en general en el libro se nota que el autor lo pasó bien de un modo u otro. El mismo trabajo de documentación ya es casi la estructura del libro, lo que cuento es como poco a poco se va descubriendo una historia oculta papel a papel y testimonio a testimonio. Así que hubo mucha documentación pero fue apasionante hacerla. Y, además, aunque recurrimos a hemerotecas y a fuentes ajenas a la familia la mayor parte del material nos lo facilitaron los propios descendientes de Ramón Baltar y Emma Tojo.

Eso fue una parte fundamental del libro, un libro diferente a todo lo que escribí antes en el sentido de que efectivamente esa investigación para comprender a los personajes, particularmente la figura de Ramón Baltar, hacía que cada día comentase con mi compañera los porqués de sus decisiones o aspectos de su carácter. Es decir, el trabajo solitario que hice en libros anteriores cuando me inventaba la historia y los personajes aquí ya no era tan solitario, había un momento en el que discutía en voz alta con alguien para ayudarme a comprender el material con el que trataba. Y, además, se podría decir que hay otra historia oculta tras el libro, la relación con esa familia, esos descendientes. Fue muy interesante, poco a poco fuimos ganando confianza, yo siempre se la tuve porque fue de su parte de donde nacía la idea de escribir un libro sobre la familia, pero necesitaban ir teniendo confianza en mí, se trataba de un trabajo delicadísimo, al fin y al cabo era hurgar en el pasado de su familia con sus secretos. Se trataba de contar una historia verdadera pero tenían que confiar también en mi buena fe, en un acercamiento leal digamos. Y poco a poco nos fueron facilitando documentos.

Posteriormente supimos que había más documentación que no estaba localizada pero no creo que cambie en nada la historia ni mi idea de sus protagonistas.

¿Se ha tenido que entrevistar con muchas personas para reconstruir la historia de los Baltar?

Tuve que buscar personas, además de sus hijos, que fueron las principales fuentes, que hubiesen conocido al último de estos Baltares protagonistas, Ramón, que murió en 1981 con setenta y nueve años. Es decir que había pocas personas vivas que lo recordasen y las pocas a las que conseguía llegar me encontraba frecuentemente con que habían perdido sus facultades, por eso me fueron tan valiosos los escasos testimonios que me fui encontrando. Esas personas me daban un punto de vista que solía confirmar ciertos aspectos en los que insistían los hijos, como su fuerte personalidad y su presencia un tanto impresionante. Aunque a veces lo que para ellos era “imponía respeto” para otros era “imponía miedo”. No siempre lo que me contaban era de su gusto, lógicamente.

La investigación sobre la familia Baltar estalla cuando encuentra cierta documentación sobre Ramón Baltar en la que estaba implicado en un posible magnicidio del dictador Franco. ¿Ese hecho hizo que cambiase la planificación de su libro “Un señor elegante”?

Ya habíamos llegado a un punto en el que estaba demostrado que Ramón formaba parte de las estructuras de la resistencia, apoyo político, material y organizativo a la guerrilla antifranquista. Era un momento delicado porque ese grado de implicación corregía fuertemente la idea previa que argumentaban los hijos, además de un gran cirujano, “un liberal, un demócrata, muy culto, que ayudaba y daba dinero a muchas causas y personas que se lo pedían”…Ramón Baltar ya se nos había aparecido como un intelectual comprometido hasta el límite desafiando el peligro y con una conciencia política total.

Y en ese momento, ya delicado para la familia, es cuando se nos aparece entre los papeles una hoja dibujada a mano con bolígrafo y pinturas de colores del plano de una emboscada. Eran seis vehículos y no tuvimos duda de que sólo podía ser los planes para un atentado a Franco, en los años cuarenta, y el papel lo situamos en esos años, sólo Franco viajaba en una caravana así y lo hacía el 25 de Julio entre Santiago y el famoso Pazo de Meirás.

Como la familia nos había facilitado el papel tan comprometedor inadvertidamente entre otros papeles inicialmente decidí dejarlo de lado, si lo utilizaba me parecía que traicionaba la confianza de la familia y lo esencial, el compromiso de Ramón, ya lo tenía escrito y demostrado. Pero, afortunadamente para el libro, unos meses después apareció en un periódico un testimonio que lo confirmaba y, más tarde aún, encontré la confirmación en otro libro. Al ser ya publicado algo me sentía libre para contarlo. Y no me obligó a cambiar la estructura del libro porque había decidido que el libro fuese el relato de mis pasos, así que lo conté todo, como apareció el plano, como lo amagué primero y finalmente lo conté. El plano no lo reproduje en el libro, es un documento de la familia y espero que en el futuro lo pongan a disposición de historiadores.

Mientras duró la Segunda Guerra Civil, los republicanos españoles tuvieron la esperanza de que los aliados restituyesen la República. ¿Cómo pudieron las democracias occidentales dejar a su suerte al pueblo español?

Tanto la visión de la historia que nos contó el franquismo como la visión del antifranquismo son falsas a mi entender. La visión de que los Aliados encarnaban la libertad y la democracia no sólo es ñoña, es falsa y perversa. Las guerras mundiales no fueron por la libertad, fueron un conflicto entre potencias. Quienes vencieron a las potencias del Eje, no querían liberar poblaciones, querían vencer a un rival económico y político que había recurrido a la violencia de los ejércitos y se había transformado en enemigo militar. Ni España ni la república ni la población española les interesó en lo más mínimo. Aún más jugaron contra los españoles desde el principio, le doy una gran importancia a la implicación del servicio secreto británico en la operación del “Dragon Rapide” para trasladar a Franco a la Península para que triunfase el golpe.

Más tarde son Mussolini y Hitler quien apoya a Franco pero según evoluciona éste le lleva el agua a todos, envía la División Azul a las órdenes de Hitler contra Rusia y recibe petróleo de los americanos mientras Gran Bretaña lo soborna a él y a sus generales…Y finalmente es Churchill el gran valedor de Franco y es secundado por los norteamericanos, que unos años después pactan con él la instalación de sus bases, ocupando militarmente y transformando ya a España en su colonia militar.

Unos y otros jugaron con nosotros, con nuestras vidas y Franco no les molestaba, al contrario les era útil.

Define su editorial a la novela como de no ficción. ¿Por qué la califica así?

Realmente quien la definió así fueron los editores, los escritores no deberíamos utilizar mucho las etiquetas. Aunque creo que sí que se puede decir que es “no ficción” porque no me invento los personajes ni las historias, intento reconstruir lo ocurrido lo más fielmente que puedo, y creo que sí es novela porque el libro lo que ofrece a quien lee es un relato, la crónica de la construcción del relato, como voy fabricando la historia, como se me van apareciendo los personajes…Y ahí sí que hay construcción literaria para que funcione y motive la lectura.

¿También se podría calificar como de novela histórica?

Pues sí, aunque toda novela es histórica. Las historias y sus personajes siempre existen dentro de una época y la novela, quiera o no, nos informa de esa época, de las circunstancias y del espíritu de ese tiempo.

¿Se necesitan libros como el suyo para recordar nuestro pasado cercano?

Más bien, libros así, que rescatan historias ocultas en sombras, indican que desconocemos nuestro pasado. Cuando las generaciones que estamos vivas, hijos y nietos desconocemos que hicieron nuestros padres y abuelos en la guerra y la posguerra significa que nuestras vidas se levantaron sobre un gran vacío interesado.

¿Es un mal español el olvidar el pasado?

A nadie le gusta recordar las desgracias, excepto a quienes se beneficiaron de ellas. Pero el olvido español es una decisión política del poder del estado. Se decidió que deberíamos olvidar lo ocurrido para así evitar que se discutiese lo instituido. Y así aceptamos lo que nos impusieron. En realidad no es que los españoles tengan mala memoria, muy al contrario, el miedo está muy instalado en el fondo y en el centro de cada familia. Existe un mecanismo perverso, el miedo a que “no vuelva a ocurrir”. Que es que no vuelvan los militares a dar un golpe de estado y volvamos a tener una guerra. Y a ese miedo se sacrifica todo, el vivir sin miedo, las libertades que ya nunca se conocieron…Todo con tal de no “volver a las andadas”. No se puede hablar de república, ni de quienes fueron los asesinos…No se puede hablar de ciertas cosas, esas cosas precisamente importantes. Siempre bajo la amenaza.

"Los escritores no solemos seguir la actualidad, leemos de un modo aparentemente arbitrario pero que responde a búsquedas particulares"

El tono de la novela me ha recordado a alguno de los libros de Javier Cercas, donde va explicando cómo realizó la investigación para el libro. ¿Estoy en lo cierto o me equivoco?

A ver como contesto a esta pregunta tan directa diciendo la verdad pero sin ofender a nadie. Es muy directa la pregunta. De Cercas sólo leí una novela, “Soldados de Salamina”. Me la recomendó un amigo con insistencia, la compré y la dejé por la mitad. Ese amigo me insistió para que la terminase que era lo mejor. Y entonces la terminé y ahí fue cuando me cabreé. Un tiempo después me encontré con David Trueba en Barcelona y me contó que estaba preparando la película sobre el libro y le conté, “pues yo estoy escribiendo lo contrario”. Y publiqué “Hombre sin nombre”, un retrato de aquellos asesinos impunes.

Y sobre como está escrita, no sé cuales libros de Cercas puedan ser parecidos a éste. “Un señor elegante” con el que tiene parentesco es con otro mío anterior, “Siete palabras”, del año 2010, en el que cuento la investigación en mi familia paterna en tierras de Zamora. No sigo la obra de Cercas ni de nadie en particular, los escritores no solemos seguir la actualidad, leemos de un modo aparentemente arbitrario pero que responde a búsquedas particulares. Y los puntos de vista que expresa Cercas al presentar algunos libros suyos esos sí los he leído y creo que son bastante diferentes a los míos. En algún caso, absolutamente contrarios.

Las novelas de no ficción, ¿están abriendo un nuevo camino en la literatura?

Imagino que bajo esa etiqueta hay libros muy distintos. Un autor suele manejar géneros y registros distintos, esta novela tiene mucho de histórica como bien decía, y de sicológica y de libro de viaje y de detectivesca…

¿En qué se diferencia “Un señor elegante” de sus obras anteriores?

Pues puede que todo se resuma en que llevo casi cuarenta años publicando literatura y van ya treinta y tantos libros, en que voy mayor y en el libro se nota que el autor maneja registros diferentes con una cierta soltura que le viene de lo ya andado. O así me lo parece. Me lo pasé muy bien, me sentía muy suelto y muy libre y no sentía presión que no fuese la de averiguar y contar las cosas. Probablemente se deba a que hace tiempo que di la carrera literaria por acabada y no tengo expectativas. Y curiosamente es ahora que me veo con un libro que hace dos años no sabía que iba a escribir y que está teniendo tan buena acogida. Pues bueno, ya veremos si se confirma.

Parece evidente que por sus características personales tiene predilección por Ramón Baltar, pero ¿cómo eran su padre y su hermano Antón?

Mi predilección por la figura de Ramón no vino tanto por sus ideas sino porque es muy diferente a mí y me fascinó. Cuanto más lo iba conociendo más envidiaba su carácter enérgico, aparentemente de una pieza. Me asombró su entereza, su envergadura. No me extraña que me dijesen quienes lo conocieron con distintos matices que imponía respeto. Me arrastró intentar comprender como se construye una personalidad así, tan distinto de mí. Si fuese parecido no me resultaría tan atractivo. Su padre, Ángel, era un hombre animoso y enérgico, de él aprendió Ramón a ser enérgico y a tener autoridad. Y su hermano Antón era inteligente, nervioso, audaz pero le faltaba la gravedad que emanaba de Ramón. Éste era un intelectual pero que se vio obligado por las circunstancias históricas a la acción y lo hizo con todas sus consecuencias.

¿Cómo era el galleguismo en los tiempos de la República? ¿Cómo sobrevivió en la clandestinidad al franquismo?

En los tiempos de la República el galleguismo llegó a su maduración. A una maduración que luego se perdió y, particularmente, creo que aún no ha recuperado. Era una corriente política republicana, esto es democrática, con pensamiento social y regeneracionista del país gallego, siendo solidario con los españoles a través de una federación de repúblicas, ése era su sueño. Fue decapitado totalmente, o fusilados, o encarcelados o exiliados. Algunos galleguistas republicanos, como Ramón, se unieron a la guerrilla pero tras el fracaso de recuperar la república sobrevivió reducido a culturalismo hasta el principio de los años sesenta, cuando renace bajo la ideología el marxismo leninismo y los movimientos de liberación anticolonial. Muy ideológico y muy separado de una sociedad muy ahogada.

Cultos, amantes de la literatura, masones… ¿Los Baltar son el prototipo de los librepensadores republicanos?

Yo diría que sí. De hecho el padre, don Ángel, ya era amigo de la Institución Libre de Enseñanza, Antón se mueve por la Residencia de Estudiantes madrileña…Antón fue masón en Argentina y aunque lo intenté no conseguí documentar si Ramón era masón, pero si no lo era encarnaba perfectamente el arquetipo de republicano masón. En todo caso estaban modelados en la tolerancia hacia las ideas de los demás y en el trato afable con personas de toda ideología, eran lo que se decía antes de pervertirse esta palabra, buenos “liberales”.

Puede que mi novela sea un canto a la resistencia y a la vida ética

¿Cree que ha reconstruido con fidelidad la figura de Ramón Baltar?

Creo que lo comprendí en el sentido de conocerlo y entenderlo y en el sentido de abarcarlo. Aparece el cirujano excelente y el ciudadano militante, el bibliófilo, el amante de la cultura y las artes de vanguardia…También el padre de familia numerosa.

Supongo que la documentación obtenida no conforma toda la personalidad de Baltar, ¿cómo ha rellenado esas lagunas?

Dejé sin tratar apenas la parte de la carrera científica de estos médicos, pero la documentación que conseguí más los testimonios me sirvieron durante un año y pico para ir pregunta a pregunta construyendo el personaje.

¿Su novela es ante todo un canto a la resistencia contra despotismo?

También. Aunque puede que fundamentalmente sea un canto a la resistencia y a la vida ética.

Para finalizar, sáqueme de dudas. ¿Tienen que ver los Baltar de su libro con la famosa saga familiar del PP de Orense?

Nada que ver en ningún sentido. Estos Baltar míos son oriundos de la localidad de Padrón y se radican en un territorio pequeño alrededor de Santiago pero se mueven por el mundo, desde Berlín a Buenos Aires y a través del siglo XX europeo. Y encarnan el sueño europeo de una república optimista decapitada.

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