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Ricardo López Si
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Ricardo López Si

Entrevista con Ricardo López Si: “Se mira por las mismas razones por las que se escribe, se lee o se viaja: para reconocerse”

Autor de "El viaje romántico"
Por Antonio G. Márquez
lunes 01 de noviembre de 2021, 17:00h

El escritor y periodista mexicano Ricardo López Si irrumpe en el mundo literario español con un libro de crónicas de viaje nada convencional. En esta obra el autor se adentra en lo que denomina “hallazgos específicos” y logra convertir al lector en su compañero de rutas.

El viaje romántico
El viaje romántico

“El viaje romántico” lo publica en España el sello catalán Editorial UOC, bajo su colección Livingstone.

¿Qué es “El viaje romántico”?

Anticipo que no se trata de un libro de crónicas de viaje al uso. Me gusta idealizarlo como un compendio de postales de viaje enfebrecidas sin mayor ambición que la de desmitifIcar aquello en torno a que el mundo es insoportablemente homogéneo. El cauce del Sava no se parece en nada al del Danubio. Los Cárpatos no tienen el carácter hegemónico de Los Alpes. El libro es, en buena medida, eso, pero también un homenaje para los que viajaron antes. Hablar de romanticismo no es otra cosa que buscar perpetuar las historias.

Este es tu primer libro en solitario, ¿por qué de viajes?

Me formé como viajero y lector en paralelo, por eso siempre me ha parecido ineludible reivindicar el viaje a partir de la literatura. Lo natural es que mi primer libro fuera de fútbol, puesto que marcó mi formación sentimental, pero había una intención marcada de tomar distancia respecto a lo que significa hoy acercarse al fútbol como periodista y escritor. El desencanto me ha llevado a imponerme al estigma del escritor de fútbol como alguien de un solo registro, que no tiene nada más por decir. Luego está que un libro de relatos suele ser idealizado como un paso intermedio entre el típico libro autobiográfico y la novela como instrumento legitimador. Ahora, estoy consciente que El viaje romántico sólo podía ser un primer libro. No tengo ningún interés en reciclar la fórmula, pero no concibo mi producción literaria y periodística sin el estímulo del viaje.

En su libro el viaje geográfico tiene que ver con el viaje íntimo. ¿Siempre es así?

Se mira por las mismas razones por las que se escribe, se lee o se viaja: para reconocerse. La mirada en el terreno se nutre de gestos racionales y rasgos más primitivos. En El santo, César Aira hablaba de que adentrarte en una cultura ajena liberaba una culta ignorancia que te eximía de cualquier esfuerzo intelectual. Esa humildad de asumirte incapaz de comprender lo que estás viendo también puede detonar otro tipo de cosas. Yo, me temo, soy el tipo de viajero que busca conmoverse con hallazgos más específicos, que sirven como correa de transmisión y transpiran una cierta mística heredada, pero estoy consciente que me estoy perdiendo la otra parte, que puede ser igual o más emocionante.

Charles Chaplin, Jorge Luis Borges y otros personajes forman parte de los viajes que usted realiza. ¿Cada uno de tus viajes ha tenido una razón artística o no necesariamente?

Varios de los viajes inmortalizados en el libro ocurrieron incluso antes de que fantaseara con el proceso de escritura. Me gustaría decir que es la única manera que concibo de viajar, pero buena parte de mis años productivos los dediqué a visitar parques de beisbol. Por eso me gusta el concepto de viaje romántico: es menos inflexible y dogmático que hablar de viaje cultural. No me interesa aleccionar sobre qué ver y cómo viajar; me interesa sensibilizar miradas. Fueron Borges, Chaplin, Lawrence de Arabia y Napoleón como pudieron haber sido Lou Gehrig o Joe DiMaggio.

Hay escritores que han afirmado que solo el viaje presencial supera al viaje literario. ¿Estás de acuerdo?

El viaje romántico es un ejercicio de metaviaje; es decir, viaje sobre viaje. Me parecería una torpeza compararlos. Para efectos de este libro, no hay viaje presencial sin escala previa en la literatura. Se disfrutan igual, aunque son experiencias distintas.

Háblame de los capítulos del libro.

El libro busca ser interpretado ante todo como una reivindicación. En él están condensadas buena parte de mis obsesiones como lector y viajero. Los veinticinco relatos que componen el libro están divididos en coordenadas de ciudades legendarias, mis señas de identidad, homenajes póstumos, personajes históricos devenidos en héroes y el concepto de frontera desde una perspectiva más abstracta. Todo esto me sirve para que a lo largo del libro desfilen conquistadores, libertadores, seres mitológicos, fabuladores de historias, narradores inmortales, poetas atemporales, pensadores contraculturales y monarcas atormentados.

Tú, además de escritor, eres periodista. ¿La literatura actual está saturada de realismo? Si crees que esto es así, ¿se nutre demasiado la literatura de las noticias?

La literatura se nutre de su contexto. No creo en que los escritores con formación de periodistas sean más proclives a determinadas cosas. Tampoco que los escritores de ficción tengan una relación conflictiva con la realidad. Los motores creativos no son el problema a combatir. El problema a combatir, en todo caso, es la literatura monotemática.

¿Quiénes son tus referentes literarios?

A Jacinto Antón le debo haber adoptado el lema de mirar al mundo con ojos románticos y ese humor tan melancólico que se asoma con cierta timidez y excesiva torpeza en algunos relatos. Sin ninguna duda Manuel Jabois y Leila Guerriero forman parte importante de mi universo mitológico particular. Luego hay gente como Rodrigo Fresán con la que me siento identificada como un esbozo de escritor pop. Hoy no hay nadie que me conmocione más que Ariana Harwicz, por ejemplo, y no me puedo parecer menos a ella. Creo fervientemente que somos los libros que nos hubiese gustado escribir y, a mí, entre muchos otros libros, me hubiese gustado escribir El idioma materno, de Fabio Morábito; El infinito en junco, de Irene Vallejo; Oona y Salinger, de Frederic Beigbeder; Mendel el de los libros, de Stefan Zweig; o Viajes con Heródoto, de Ryszard Kapuściński.

¿Viene algún libro de ficción de Ricardo López Si?

Supongo que vendrá, porque de alguna manera te legitima. Si escribo algo se parecería mucho a El juego del revés, de Tabucchi, o a Lejos de Veracruz, de Vila-Matas, aunque bastante peor logrados, desde luego. Por otro lado, tengo claro que me sentiría más cómodo con los relatos de media distancia que con las novelas. Llevo mucho tiempo creando mecanismos para eludir a la novela como escritor. Tendría que ser una novela de aventuras, sin la trampa de la autoficción. Le tengo el mismo tipo de respeto a los novelistas que a los operadores de grúas.

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