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Julio Albi de la Cuesta
Julio Albi de la Cuesta

Entrevista a Julio Albi de la Cuesta: “Filipinas, desde la llegada de Legazpi hasta el 98 siempre fue considerado un mundo aparte, muy distante, lejos de todo”

Autor de “Moros. España contra los piratas musulmanes de Filipinas (1574-1896)"
Por Javier Velasco Oliaga
jueves 21 de abril de 2022, 12:11h

Julio Albi de la Cuesta es un reconocido escritor de historia militar, que realizó gran parte de su carrera profesional como embajador. Entre sus muchas distinciones ha sido galardonado con el Premio Ejército con Distinción Especial en 2009 y el Premio El Gran Capitán como mejor autor de Historia militar en 2019. Su última publicación es el riguroso estudio “Moros. España contra los piratas musulmanes de Filipinas (1574-1896)" que acaba de publicar la editorial Desperta Ferrro.

Moros. España contra los piratas musulmanes de Filipinas (1574-1896)
Moros. España contra los piratas musulmanes de Filipinas (1574-1896)

Pese a los más de tres siglos que las Filipinas fueron provincia española, nuestro país casi nunca se interesó por el devenir del archipiélago. Ya era hora que un historiador diseccionase la crónica de los piratas que asolaron las costas las islas del Mar del Sur. Con una profusa documentación, un lenguaje ágil y atractivo, Julio Albi de la Cuesta nos sumerge en los hechos protagonizados por esos piratas musulmanes en aquellas costas. En la entrevista, nos cuenta sus motivaciones para escribir el libro y algún que otro secreto más.

Moros” es su último libro publicado. ¿Qué le impulsó a escribir el libro sobre los piratas musulmanes de Filipinas?

Siempre me han interesado los temas menos conocidos, o mal conocidos, de nuestra Historia Militar. De ahí, por ejemplo, mis tres libros sobre el ejército español en América, incomprensiblemente ignorado. Desde ese punto de vista, me pareció que existía una gran laguna en lo referente a Filipinas.

En España, se han publicado pocos libros sobre Filipinas, tanto de historia como de ficción, aún mucho menos. ¿A qué cree que es debido ese casi nulo interés de los españoles por Filipinas?

Filipinas, desde la llegada de Legazpi hasta el 98 siempre fue considerado un mundo aparte, muy distante, lejos de todo. La muy escasa presencia española allí contribuyó a esa percepción.

Cuando los españoles llegaron al archipiélago se encontraron que muchos nativos practicaban la religión musulmana. ¿Cuándo llegó esa religión a aquellos lares?

Los españoles llegaron al archipiélago justamente cuando la religión musulmana empezaba a implantarse en él. Muchos autores piensan, incluso, que de haberse producido esa llegada solo pocos años más tarde, el islamismo hubiese sido la religión dominante en todas las islas.

¿Hubo desde un primer momento lucha de religiones en Filipinas?

Excepto en el sur, el proceso de evangelización fue extraordinariamente rápido. Por tanto, menos en Joló y en Mindanao, no se puede hablar de un verdadero conflicto religioso.

Los musulmanes fueron piratas en el Mediterráneo, en el Índico, pero desconocíamos que lo fuesen en Filipinas. ¿Qué características tenían estos piratas? ¿Eran crueles?

En realidad, la denominación de piratas, aunque se empleó desde un primer momento, no es, estrictamente muy adecuada. Más preciso sería llamarlos cazadores de hombres, ya que su principal objetivo era capturar cautivos. Respecto a la crueldad, era algo inherente al esclavismo. El mero hecho de privar de su libertad por medio de la fuerza a seres humanos, y mantenerlos en esa condición, es, de por sí, cruel. Por otro lado, desplegar una política de terror era un medio de doblegar la resistencia de las poblaciones atacadas por los piratas.

Actualmente, la poca piratería que hay en el mundo se sigue practicando en los Mares del Sur. ¿Son los descendientes de esos piratas musulmanes?

Lo cierto es que no puedo contestar a esa pregunta. Mi investigación no ha ido más allá de finales del siglo XIX.

Los vestigios españoles son cada vez menores en Filipinas. ¿Se debió a la posterior conquista estadounidense?

En gran parte sí. Cuando Estados Unidos se apoderó, de hecho, de las Filipinas, con el pretexto de ayudar a una lucha por la independencia, inició una deliberada y muy eficaz política de borrar la herencia española. Excepto en materia religiosa, lo lograron en gran medida. Se debe resaltar, no obstante, que, como he dicho antes, la huella española allí fue siempre muchísimo más reducida que en América, lo que facilitó esa labor.

¿Ha sabido mantener España lazos con Filipinas o parece que a nuestras autoridades no les interesa nuestro pasado común con esas islas?

En mi modesta opinión, Filipinas sigue siendo, como lo fue siempre, algo desconocido para los españoles. Sin duda, nuestro largo pasado en común hace del archipiélago algo especial para nosotros, distinto del resto de los países asiáticos, pero no creo que ni por una parte ni por otra se haya profundizado lo suficiente en esa relación especial que podría existir.

“El 98 dejó un recuerdo amargo en la sociedad española, que no creo que se haya superado todavía”

Cuando hablamos de temas militares, nos encontramos con muchos lectores interesados en esos acontecimientos, sin embargo la gran mayoría prefiere obviar ese pasado nuestro. ¿A qué cree que es debido?

Me imagino que son muchas las razones. De un lado, el 98 dejó un recuerdo amargo en la sociedad española, que no creo que se haya superado todavía. De otro lado, nuestra dura Historia, desde 1808 hasta 1939, plagada de guerras fratricidas, también ha podido generar un deseo de olvido. Hace mucho que se decidió echar siete llaves al sepulcro del Cid, como preconizó Costa.

En lugar de asumir las luces y las sombras de nuestro pasado, como han hecho muchos países, hemos decidido concentrarnos exclusivamente en estas, suprimiendo aquellas.

¿Sabemos los españoles valorar nuestro pasado?

Pienso que no. Nos hemos instalado en una visión demoledora, un tanto masoquista. En lugar de asumir las luces y las sombras de nuestro pasado, como han hecho muchos países, hemos decidido concentrarnos exclusivamente en estas, suprimiendo aquellas. No deja de ser triste que los extranjeros, en general, valoren más nuestro pasado que nosotros mismos.

¿Sentimos vergüenza de nuestro pasado imperial y militar?

Me temo que sí. Lo peor es que lo hacemos desde la ignorancia, no como resultado de un análisis serio. Es una visión de trazado grueso, muy elemental y que, desde luego, parte del tremendo error de juzgar el pasado desde el sistema de valores actual, que poco tiene que ver con el que existía entonces.

En esos casi tres siglos. ¿Qué grandes batallas se produjeron con los piratas musulmanes?

No se puede hablar de grandes batallas en aquel tipo de guerra. Los musulmanes ni podían ni querían sostener ese tipo de enfrentamientos. Por mar, los choques fueron los propios de una especie de guerra de guerrillas naval, con combates cortos, pero muy violentos. Por tierra, se caracterizaron por asaltos frontales españoles a las fortificaciones del enemigo, siempre sangrientos.

¿Estaba nuestra Armada preparada para hacer frente a esos piratas?

En un principio, no. Se trataba de adversarios muy difíciles, buenos conocedores de aquellas aguas tan peligrosas, excelentes marineros y equipados con embarcaciones perfectamente adaptadas para los golpes de mano, muy rápidas y de poco calado. No obstante, y, sobre todo, con la llegada de los buques de vapor, eventualmente, España consiguió una superioridad indiscutible.

¿Fue en implantación del catolicismo en Filipinas el detonante para esas guerras?

Solo en parte. Siempre tuvieron un acentuado carácter “económico”, es decir, que en el trasfondo estuvo el conflicto entre la necesidad de las sociedades musulmanes de capturar cautivos para sobrevivir y la lógica obligación de las autoridades españolas de impedirlo y de defender a sus súbditos filipinos de las asoladoras razias.

¿Cómo estaba organizado el ejército y la Armada española en Filipinas?

Una respuesta detallada exigiría decenas de páginas. Sintetizando al máximo, lo que se podría destacar como lo más notable es que siempre se dependió del reclutamiento local. Al igual que en América, el modelo español dependió sobre todo de fuerzas alistadas sobre el terreno. España, por sus limitaciones demográficas y sus compromisos en Europa y, en menor medida, en el norte de África, nunca generó el número de hombres preciso para guarnecer todos sus dominios. Lo asombroso es que el sistema, basado en la lealtad de los habitantes de esos territorios, funcionara tan bien durante siglos.

¿Destacaría alguna personalidad especial en el gobierno de las islas?

Probablemente, Sebastián Hurtado de Corcuera fue el más notable. Los éxitos que logró en las luchas contra los musulmanes en el siglo XVII no serían igualados hasta muy avanzado el XIX. Resulta extraordinario lo que consiguió con unos medios mínimos.

Para finalizarr, ¿qué expediciones científicas españolas estuvieron allí o partieron de las islas?

El conocimiento de un archipiélago tan extenso y tan diverso ya era, en sí mismo, un enorme desafío para la ciencia. A ello se dedicaron fundamentalmente los investigadores españoles y extranjeros en Filipinas.

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