Con mano diestra la escritora bilbaína que lleva años viviendo en Sevilla despliega una multitrama que sabe manejar a la perfección. Nerea Riesco escribe tanto poesía o manuales de escritura, pero es en la narrativa donde se encuentra más a gusto, tanto en la ficción histórica como en la criminal. “La ciudad bajo la Luna” tiene un gusto añejo que como la escritura de F Scott Fitzgerald atrae desde la primera línea al lector. En la entrevista, nos desvela algún pequeño secreto sobre su nueva novela publicada por la editorial Algaida. La novela se nutre de la historia reciente, de los años 20. ¿Con qué dificultades se ha encontrado para unir estos cuatro puntos? Determinar el escenario en el que se moverían los personajes fue una decisión tomada por el carácter que necesitaba para cada uno de ellos. La Francia de la Gran Guerra me permitió forjar la personalidad de Adrien Chevalier. Su síndrome de estrés post traumático era fundamental para el final de la novela. En cuanto a Sevilla y Nueva York, fue una realidad que del 1926 al 1929 estuvieron unidas por un barco de lujo. Los prejuicios raciales, la ley seca… unían y alejaban a los personajes. Lo bueno de escribir novela es que te permite ser la dueña y señora del tiempo y el espacio. ¿Se conoce suficientemente el impacto que la Exposición Iberoamericana del 29 provocó en la ciudad de Sevilla y los cambios que produjo? Siempre he pensado que Sevilla es una gran desconocida. Su historia es tan extensa, su belleza tan abrumadora, que a veces se corre el riesgo de que una gran parte pase desapercibida. La Giralda, la Torre del Oro… es esa la imagen que casi todos tenemos de la ciudad. Pero las obras que se emprendieron para la celebración de la Exposición Iberoamericana del 29 definen el perfil de la Sevilla que conocemos. Y como suele pasar, tuvo sus detractores. ¿Cómo calificaría su obra? ¿novela histórica, thriller, romántica…? Planteé La ciudad bajo la luna con el esquema de un thriller clásico. Al comienzo aparece un cadáver. La particularidad es que no se sabe quién es. Pero en mis novelas siempre hay una historia de amor; en este caso hay dos. Y también hay aventuras. E historia real. Como diría Shrek, mis novelas son como cebollas: se componen de múltiples capas. “Mi intención al escribir la novela era que el lector se convirtiese en detective”Nerea Riesco pone tareas al lector para que descubra las diversas tramas que componen la novela; consigue que este participe adivinando la identidad del asesinado, del asesino, de las motivaciones que inducen a la acción… ¿Hace que se divierta, que no pueda abandonar la lectura o que se sienta partícipe de la trama? Le obliga a implicarse…El lector pasa a ser un investigador… Mi intención era que el lector se convirtiese en detective, que siguiera las pistas que le iba dando. Todos los personajes tenían un motivo para matar, y todos tenían un enemigo que los quería muertos. Pese a que hay personajes que son claramente los protagonistas, es una novela río, así que el lector ha de estar atento a los detalles.
Un narrador del que se desconoce la identidad hasta el final; primera persona y tercera persona. ¿Influye en el ritmo de la novela esta alternancia? ¿Es a la vez voz narradora y protagonista? Durante el proceso de documentación leía mucho sobre Sevilla. En un momento dado se me fue perfilando una personalidad: filosófica, bromista, curiosa, maternal… supe que la ciudad tenía que ser la narradora. Ella le da el tono a la obra. Me permite aligerar la dureza de algunas escenas, y conmover cuando es necesario. ¿Qué valores quiere que prevalezcan en las relaciones que establecen los personajes? Sin duda, uno de los valores fundamentales es el de la amistad. Una amistad que traspasa el tiempo las clases sociales y las diferentes nacionalidades. Otro valor es el que establecemos con nosotros mismos, lo que nos decimos que somos, la biografía que contamos cuando conocemos a alguien. Los capítulos van precedidos de una noticia que parece real de la época. ¿Se retroalimenta la historia de la noticia? ¿Qué dificultades encontró a la hora de documentarse? En realidad todas las noticias son inventadas, pero escritas con el estilo de la época. Ha sido divertido plasmarlas. El equipo de maquetación de la editorial hizo que pareciesen de verdad recortes de periódicos. Lo bueno de escribir una novela histórica de un tiempo en el que ya hay prensa diaria, es que puedes saber qué estaba sucediendo justo el día que narras. Cada acontecimiento real influye en la personalidad de los personajes. El Gran Zeppelin, un transatlántico de lujo… Objetos que casi pasan a ser personajes, que tienen vida propia; lujo y glamur; música y exotismo; amor y traición… ¿Son ingredientes necesarios para asegurar el éxito de la obra? Son ingredientes que a mí, como escritora, me divierten. Me aburren mucho las novelas cuya máxima acción consiste en describir cómo envejece un queso. Escribo lo que me gusta leer, y he descubierto que hay mucha gente a la que le gusta leer lo mismo que a mí. Lanzar una novela al mercado es un compromiso que adquieres con la persona que la compra. Si alguien va a dedicar diez horas de su vida a que le cuente una historia, intento que lo pase bien. Los recuerdos son importantes en La ciudad bajo la luna, pero sabe que la mente es caprichosa y los adapta para que sean soportables… ¿Cómo juega la autora con los recuerdos? Hay una frase en la novela que dice: “A Belinda le gustaba más la biografía que había inventado para Belinda Miller que su propia biografía”. Tiene mucho que ver con lo que decía antes. Todas las vidas pueden contarse como un drama o como una comedia, y eso lo determinan los recuerdos que alimentamos y los que echamos al olvido.
Cada personaje arrastra una historia que influye en su manera de situarse frente al presente, de responder a los estímulos, de solucionar los problemas. ¿Cómo trabaja sus personajes antes de comenzar a escribir? Suelo tener en cuenta las personalidades que necesito para contar la historia. Orgullo, valor, superación, alegría… y así voy perfilando las circunstancias por las que uno es orgulloso, u otra es valerosa, o qué les hizo tener que superarse, o la razón de su felicidad. Normalmente hago fichas de personaje en las que trazo su biografía, incluso la que no va a contarse. Y les hago un cuestionario con preguntas del tipo: ¿Si viviera en la actualidad, a qué partido político votaría? Luego busco fotografías de su aspecto. Este último paso es divertido porque, cuando tengo los encuentros con clubs de lectura, no suelen coincidir con la imagen que los lectores se han hecho de ellos. Los personajes principales tienen una enorme personalidad; son difíciles de olvidar: Belinda Miller, hermosa mulata cantante de jazz; Adrien Chevalier, héroe de guerra; Flavio Leone, el amante mafioso que no podía faltar, lo que hace que la historia desemboque en una relación imposible y trágica, ¿En quién se ha basado a la hora de perfilarlos? ¿A quién se parecen? Bueno, siempre digo que todos los personajes soy yo. Sé que es algo de lo que la mayoría de escritores reniega pero, sinceramente, ni no pudiera sentir de verdad verdad, en las tripas, lo que mis personajes están sintiendo, o por qué se comportan como lo hacen, lo que describo parecería de cartón piedra. Y eso no quiere decir que yo haya participado en la Gran Guerra y conozca de primera mano la devastación que eso provoca en el alma humana. Tampoco he sido nunca un mafioso neoyorquino. Pero puedo buscar en mi interior las emociones que ellos pueden sentir; y describirlas. Hay personajes reales que se mezclan con los de ficción. ¿Le gusta jugar con la historia o quiere despertar inquietudes en el lector para que investigue y aprenda? Cada lector puede elegir en qué “capa”, de las múltiples capas de la cebolla que es mi novela, se quiere quedar. La ciudad bajo la luna puede leerse sin más, disfrutando de la historia de ficción. O abrir la puerta para investigar con los datos que voy dando. Lo cierto es que me encanta cuando alguien me dice que ha descubierto tal o cual cosa gracias a mi novela. Hay un excelente cóctel de datos: historia, viajes, amor y emociones. ¿Qué le resulta más difícil plasmar en su obra? Creo que lo complicado es conseguir que a la narración no se le noten las costuras. Que el lector no se quede fuera porque una parrafada sobre historia le ha sacado del libro. En ocasiones me doy cuenta de que hay páginas que solo he escrito para mí, para saber más, o conocer mejor el momento histórico que narro. Si eso pasa, sin duda sacrifico el texto. Yo escribo para otros. Nerea Riesco cuida mucho su estilo, su prosa sencilla y directa, ¿Qué supone esta novela en su evolución como escritora? Creo que la gran diferencia de este novela con las anteriores es la historia de amor que, pese a ser muy de mi estilo, cuenta con un ingrediente más. Otra diferencia son los golpes de guion, sobre todo en las últimas cien páginas. Me pensé mucho ese final. Quería que el lector quedase atrapado y no pudiera soltar la novela. ¿Cuánto hay de la personalidad de la autora en esta novela? Mucho. No solo soy todos los personajes. En este caso, y contradiciendo lo que suelo enseñar en mis cursos de creación literaria; la escritora y la narradora se parecen mucho en La ciudad bajo la luna. Una vez que finalice la promoción, ¿qué historia nos va a contar? Porque tengo claro que ya sabe de qué va a tratar… Espero que en navidad ya esté listo un nuevo libro, que en este caso es de no ficción y con el que me estoy divirtiendo muchísimo. Después tengo en mente una historia que puede que se acabe convirtiendo en una saga. Tengo que darle vueltas aún. Puedes comprar el libro en:
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