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Fernando Martínez Laínez
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Fernando Martínez Laínez (Foto: cortesía del autor)

Entrevista a Fernando Martínez Laínez: “Todos somos hijos políticos de las consecuencias de la Guerra Fría”

Presidente del Club Le Carré, acaba de reditar la novela de espionaje “Vía muerta”
Por Javier Velasco Oliaga
viernes 05 de noviembre de 2021, 13:00h

Fernando Martínez Laínez lleva varios años empeñado en popularizar el género de la novela de espionaje en España. Para eso, fundó junto a José Luis Caballero el Club Le Carré. El próximo 16 de noviembre, dicho club, ha organizado el I Congreso de Escritores de Novelas de Espionaje en Andorra. Un evento donde se juntaran los mayores especialista del género y que promete que sea sólo el comienzo de una larga andadura y recordando a la película "Casablanca" el comienzo de una larga amistad con el género.

Vía muerta
Vía muerta

En fechas recientes, Fernando Martínez Laínez, uno de los escritores españoles más prestigiosos del panorama literario español actual, ha reeditado una de sus novelas de espías que era buscada por todos los seguidores de este género y que se encontraba agotada. “Vía muerta”, editada en el sello Doble Identidad, es una trepidante novela sobre el final de la Guerra Fría y las consecuencias que acarreó a la sociedad y a muchos de los miembros de los servicios de Inteligencia que debieron ser desmantelados por la llegada de la democracia y la libertad a muchos países del Este. En la entrevista, nos cuenta qué sucedió con estos agentes y cómo será el primer congreso sobre espionaje.

Han pasado más de 20 años desde que se publicó por primera vez “Vía muerta”. ¿Por qué se ha decidido a reeditarla?

Por la permanente actualidad del tema. La novela es una visión del declive de los agentes secretos en la Guerra Fría, y todos somos hijos políticos de las consecuencias de esa guerra.

¿Cree usted que se ha vuelto a poner de moda la literatura de espías?

La literatura vinculada al espionaje fue mejorando con el tiempo desde sus orígenes hasta alcanzar un periodo de esplendor en la Guerra Fría, con autores de categoría. Luego, tras la caída del Muro, algunos ilusos creyeron que íbamos a un limbo pacífico y mejor organizado, pero los espías volvieron para quedarse en un mundo caótico y, paradójicamente, mucho más controlado. El espionaje no es una moda, es la realidad misma, pero falta todavía literatura capaz de asimilar este proceso.

¿Cuál es la situación del género en España?

Regular tirando a mal, aunque con excepciones notables.

¿Qué supuso la caída del Muro de Berlín para el mundo actual?

El inicio de una época histórica nueva, cínica, amoral y muy manipulada, con una globalización neocapitalista desatada sin otra meta final que el beneficio individual y el dinero.

¿Y para las novelas de espionaje, se murió la gallina de los huevos de oro?

No creo. Las editoriales buscarán nuevos autores, y el tema del espionaje es de interés permanente.

“Vía muerta” se desarrolla en el final de la Guerra Fría. Algún servicio de inteligencia de países del este se desmanteló. ¿Cuál fue la nueva ocupación de esos agentes que se quedaron en el paro?

En muchos casos la ruina o el suicidio, y en otros el cambio de chaqueta o la reconversión al mundo de los negocios o de los mercenarios.

“Para el comunismo o “socialismo real”, como algunos lo llamaban, el proceso acabó en “vía muerta”, salvo en el caso de China, que es un mundo aparte”

¿Cómo surge el título de la novela? ¿Se llegó a una vía muerta con la caída del Muro de Berlín?

Para el comunismo o “socialismo real”, como algunos lo llamaban, el proceso acabó en “vía muerta”, salvo en el caso de China, que es un mundo aparte. El título de la novela hace referencia a esto, pero también al final de los espías de ese tiempo, que se vieron desbordados súbitamente por el curso de la historia.

El protagonista, Víctor Antúnez, es hijo de un exiliado republicano español. ¿Por qué decidió dar el protagonista a este personaje?

Porque reflejaba el drama del exilio español, con lealtades indefinidas, siempre entre dos aguas, personas añorantes de una España inalcanzable que les correspondía por derecho propio y les fue vetada. Un paraíso perdido de dolor.

¿Ha sido España un país de espías?

Por supuesto, un país de grandes espías, sobre todo en los siglos XVI y XVII, coincidiendo con nuestro apogeo histórico en el mundo. Lo he dejado expuesto en mi libro Espías del Imperio.

El padre de Antúnez es un protagonista ausente. ¿Por qué ha utilizado tantos recuerdos de ese personaje? ¿Se conoce mejor al protagonista gracias a su padre?

Para un hijo que ha vivido solo a la sombre del padre, no existe referencia humana mayor. Su existencia viene marcada por ese ascendiente, y en el caso del exilio, esa relación trasciende lo personal hasta identificarse con el recuerdo del propio país añorado, como un sustrato permanente que le condiciona.

En ciertas ocasiones, no nos dice en la novela los escenarios o los servicios de inteligencia. ¿Es una forma de dar más tensión a la trama?

La novela claramente describe escenarios del centro y este de Europa sin identificarlos totalmente. La ambientación corresponde a esa Europa de cultura profunda y resplandeciente donde los servicios secretos de la Guerra Fría se movían como ratas al acecho, y que tanto sufrió durante y después de la segunda guerra mundial, abandonada y despreciada por los vencedores. Sí, en esa visión he buscado añadir tensión a la trama, aunque luego la novela discurre también en lugares bien conocidos de España.

El espía es un personaje universal; y si a eso le añadimos el factor geopolítico en la ambientación realista de las tramas, los ingredientes novelescos están asegurados

Trama que tiene mucho de thriller, capítulos cortos, giros inesperados… ¿Ha querido hacer una novela más actual que las que estamos acostumbrados a leer?

Sobre todo he querido hacer la novela que a mí me gustaría leer.

Usted es Presidente y cofundador del Club Le Carré. ¿Qué le movió a meterse en un proyecto de esa envergadura?

Intentar algo nuevo en un género literario que me gusta.

¿Cuáles es la finalidad del club?

Promover la cultura de inteligencia, promocionar las (buenas) novelas de espías y pasarlo bien leyéndolas.

¿Quién forma o puede hacerse amigo del Club Le Carré?

Cualquier persona interesada en temas de espionaje que haya leído o realizado alguna actividad cultural relacionada con la inteligencia, siempre que tenga el aval de la junta del Club.

El próximo 16 de noviembre comienza en Andorra el primer Congreso sobre escritores literatura de espionaje. ¿Es difícil organizar un evento tan magno?

La verdad es que sí; no solo por ser el primero, sino también porque entre la pandemia y la falta de apoyo económico todo ha resultado más complicado de lo previsto.

¿Quiénes van a ser los principales protagonistas del mismo?

La gente del Club y algunos amigos de Andorra que apoyan la idea.

¿Nace con vocación anual?

Afirmativo.

Para finalizar, ¿qué tiene la novela de espías de especial para que guste a tantos lectores?

Desvelar secretos, aunque sea en la ficción, despierta el interés de cualquiera en cualquier época. El espía es un personaje universal; y si a eso le añadimos el factor geopolítico en la ambientación realista de las tramas, los ingredientes novelescos están asegurados. Aunque falta lo más difícil: imaginarlo, documentarlo y escribirlo bien.

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