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"El monasterio de San Pedro de Montes (El Bierzo, León). Estudio histórico-artístico", de Vicente Fernández Vázquez, Artemio M. Martínez Tejera (Coord.) y José Alberto Moráis Morán

Ed. Instituto de Estudios Bercianos. 2021
viernes 20 de enero de 2023, 19:00h
El monasterio de San Pedro de Montes (El Bierzo, León)
El monasterio de San Pedro de Montes (El Bierzo, León)

Estamos ante una obra muy interesante, y de gran calidad, publicada con todo lujo de detalles por el IEB o Instituto de Estudios Bercianos, entidad perteneciente al CSIC, y que realiza un trabajo paradigmático en/sobre la Comarca o Provincia leonesa del Bierzo. En este caso, los autores nos aproximan, de forma paladina, a este monasterio berciano, que tanto significó para la Historia medieval de la zona.

«Los Monasterios Complutense y Ruphianense conforman el origen del territorio monástico bergidense en el s. VII, ligado a las figuras de San Fructuoso y San Valerio; un espacio que se verá ampliado en el siglo X con la aparición de varios monasterios más como el de Peñalba, todos de la mano del monje-obispo Genadio. Relatar; con una cierta linealidad los orígenes y primeros siglos de existencia del Monasterio Ruphianense o de San Pedro de Montes (ss. VII-XI) a partir de la escasa documentación conocida hasta ahora -tanto textual como arqueológica- es una tarea, por el momento imposible. Con la documentación a nuestra disposición, apenas vamos a ser capaces de ofrecer unas pinceladas de su primitiva historia, apenas un esbozo de su dilatada memoria monástica desde sus orígenes hasta la ‘Benedictinización’ del monasterio a final del s. XI y comienzos del XII. Situación muy distinta es la historia constructiva durante la Edad Moderna, época de la que la numerosa documentación existente, fundamentalmente procedente del archivo histórico provincial de León, sección de protocolos, nos ha permitido reconstruir y conocer no solo todas las fases constructivas de sus distintas dependencias sino también su arte mueble hasta la extinción de la vida monástica con la exclaustración decimonónica. Las dependencias monásticas de San Pedro de Montes, tras la exclaustración de 1835, conocieron una época de abandono y de ruina que alcanzó hasta comienzos del siglo XXI. Las intervenciones realizadas como consecuencia del desarrollo del plan director, entre 2001 y 2017, han permitido intervenir en la fábrica medieval de la iglesia conventual y rehabilitar, entre otras labores, el ala oriental del Monasterio, que abren un tiempo de esperanza a este milenario Monasterio, que con el vecino de Santiago de Peñalba y el ‘Coenobium Complutense’ (Compludo) han constituido y constituyen el corazón de la Tebaida Berciana, un paraje único por su sublime entorno natural y por su rica Historia».

Entre los años 670 a 680 d.C., aparece la primera fuente histórica o documental, de tipo narrativo, realizada en los alrededores de la gran urbe de Braga-Braccara Augusta, por dicho texto se conoce el nombre primigenio de dicho cenobio que sería el de monasterium ruphianense, nómina que le viene otorgada por estar situado en las proximidades del castellum Rupiana; fortaleza de origen romano y cuyo propietario sería un romano o hispano-romano llamado Ruphus o Ruphinus. Es obvio, la consideración medievalista de que los castillos o las torres de defensa eran los sistemas defensivos más conspicuos de todo el territorio y, de esta forma, servían para la vigilancia de todo el territorio, que a partir del año 711 estaría sometido, de forma inmisericorde, a las aceifas pavorosas de los ejércitos mahometanos, no tiene discusión posible. Ya en el siglo V, estas fortalezas serían utilizadas por algunos gardingos o condes o próceres, quienes apoyando al duque Hermenegildo, lucharían contra el rey Leovigildo. La construcción de este cenobio, por parte de San Fructuoso, se debe a que su padre tenía, en este lugar, propiedades y rentas: “… mientras aún muchachito vivía con sus padres, sucedió en cierta ocasión que su padre que lo tenía consigo pasó a tomar razón de sus rebaños (gregum) en los arriscados valles de la región de El Bierzo (bergidensis territorio). Su padre iba registrando los rebaños y discutiendo las explicaciones de sus mayorales (pastorum); el muchacho, en cambio, por inspiración del Señor, sopesaba la actitud de aquellos lugares para la edificación de un monasterio (pro aedificatione monasterii)…

San Fructuoso estuvo en el mundo de los seglares y, en un momento determinado, decidió crear este monasterio, otorgando carta de naturaleza a una regla severa para sus monjes y llegando, inclusive, al puesto de arzobispo metropolitano de Braga-Braccara Augusta; en la traducción de la obra que define todo su devenir vivencial, la denominada como VITA, se indica, con toda nitidez que: “… después del fallecimiento de sus padres, arrojando lejos de sí las ropas del siglo y tonsurada la cabeza, como había iniciado un camino monástico, confió su formación en las disciplinas del espíritu a un hombre ejemplar, el obispo Conancio”. Con estas líneas estimo, modestamente, que son suficientes para acercarse, de forma paladina, a esta deliciosa monografía histórica sobre uno de los grandes monasterios medievales del Reino de León, arruinados, como tantos, por la psicopática depredación de dos ineptos como Mendizábal y Madoz, ya en el malhadado siglo XIX, que arrasaron mucho del ingente y genial patrimonio religioso hispano. ¡Sobresaliente! «Pars melior humani generis, totius orbi flos».

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