A veces, muchas veces, se nos olvida que somos parte de un universo y que podemos desaparecer, pero no de la noche a la mañana, sino poco a despacio y con grandes sufrimientos: sequías, aumento de la temperatura, plásticos en el mar, en los alimentos, en la naturaleza, incendios provocados o no, volcanes, tsunamis, grietas, extinción de especies y, por si fuera poco, ahora también censura y negación del deterioro de la Tierra. Quiero colapsar a tu lado. Quiero colapsar, a tu lado. ¿Quiero colapsar? En realidad lo que quiero es explosionar, retornar a las estaciones en sus épocas, concienciar a los pobres (dirigentes), a las fábricas, a las empresas, a los tóxicos, al mal entendido progreso, a los dioses materiales que nos manejan. Quiero ver nítidamente las estrellas. Quiero beber agua clara. Quiero respirar aire puro y, sobre todo, libre. Quiero que los animales no sufran, quiero que el sol no me abrase, quiero ser la primavera, quiero que me entiendas, quiero colapsar, pero a tu lado, al lado de esta compañía de teatro, La Rueda Teatro Social, que nos cantan, nos bailan, nos documentan, nos avisan, nos alertan, nos recriminan (si hace falta), nos dan datos y nos hacen partícipes de este mal, que la Tierra está enferma, que hacemos algo, o la mierda nos llegará a la garganta. Rakel Camacho es la encargada del producto final, nada es casual, todo está ensamblado con arte y lenguaje teatral y expresivo, no pisa en lodazal ni en ciénaga infernal. Con la dramaturgia de Fernando Gallego, Sandra Arpa y Laura Presa Fox, que también hacen la danza, el festival, de intérpretes sin traductor, hacen de luciérnagas, de flecha que indica el camino, de señal, de S.O.S., de esperanza. Lo pasamos bien pero, ojo, la que nos aguarda. Tragicomedia ecológica y social, y aún hay gente que se lo toma a guasa. No vale los rezos, valen las acciones. No vale mirar, hay que actuar, no vale debatir sobre el tema en grandes encuentros gubernamentales, hay que tomar las armas. Las del aliento y las manos, las del corazón y los pequeños pasos, las de las flores que no hay que cortarlas. Colapsar es hundirse, derrumbarse, desplomarse, no quiero colapsar, quiero reaccionar, reanimar, vivificar, a tu lado o sin ti, tú verás lo que haces. Y, ya estamos como siempre (y afortunadamente), reivindicando la fuerza del teatro como medio para hacerlo, la gran piedra de Miguel Ángel Infante que nos está diciendo que no volvamos a las cavernas duras de pedernal, que sobre nuestras testas se cierne una losa donde se proyectan recuerdos nefastos, un corazón endurecido por la falta de sentimientos y concienciación, una desertización de las raíces que nos alimentan, un monstruo de opacidad en los amaneceres que nos esperan. Y que estos sean gratos y no tengamos que lamentarnos después con documentales que nos recuerden cómo era la naturaleza antes de perderla. FICHA ARTÍSTICADirección de escena: Rakel Camacho Confección y diseño vestuario y máscara gorrión: Zaloa Basaldua Espacio: Cuarta Pared, dentro del IX Festival Essencia de la Teatralidad
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